Historia de moda: las liquidaciones a mitad de temporada

No es primera vez que la velocidad de la industria de la moda me abruma. Desde que los ciclos de temporada se acortaron, el otoño invierno se instala a “cuerpo suelto” cuando el sol todavía golpea fuerte la cabeza. De hecho, hace poco quise comprarle un pijama de manga corta a Leti pensando en nuestras vacaciones y sólo encontré franela. ¿Las liquidaciones liquidan nuestra ilusión? Hoy le doy una vuelta.

La Navidad pasa y comienzan las liquidaciones. De hecho, las más tardías parten a principio de enero. Si bien, me calza el hecho que las grandes tiendas y marcas deseen liquidar el stock de temporada antes de comenzar la otra, lo que no entiendo es que aún habiendo calor –en el caso del verano- no exista casi ropa para echar mano. Lo poco que hay es “lo que botó la ola”: tallas imposibles y que no se quiso llevar nadie (por feo, defectuoso y calidad dudosa).

La ropa usada y los mercados surgen como otra opción de búsqueda. Foto: Calafellvalo

La conclusión que uno puede obtener de lo anterior es que si uno no es previsor y se compró el traje de baño, polera (remera) o vestido que le faltaba en diciembre o inicios de enero, existe una gran probabilidad que deba buscar por mucho lados antes de encontrar uno que lo convenza. En ese sentido, la moda de autor, que casi siempre va a un ritmo más lento, o el pequeño comercio, se transforman en una alternativa para “los atrasados”. Al igual que las tiendas online, que se nutren de colecciones diversas.

Pero más allá de ello, me sigue “agobiando” esa sensación de que el mundo de la moda va demasiado rápido y que ni siquiera nos da tiempo para disfrutar.

¿Tienes la misma sensación?

(Foto principal: Gerard Stolk)