Hace un par de días les conté sobre los ganadores del concurso Fashion Victim y les mostré la historia con mayor puntaje, que obtuvo el primer lugar. No obstante, como la idea original era que hubiera muchos ganadores, hoy les dejaré dos más del total de seis premiadas (llevamos la mitad publicada)… Quizás uno de estos relatos te recuerda algo que te pasó a ti…
Carla Gadaleta y los tacos del terror
Un par de zapatos Nine West me mataron al verlos, eran hermosos, negros, altos, se me imaginaban antiguos como para bailar tango...o algo así. Bellos, bellos, caros a morir; pero weno mi placer culpable: Los Zapatos!!! Finalmente los compré, y obvio, los quise usar al día siguiente para lucirme en la pega (trabajo).
Errorrrr, ya en la esquina de mi casa, los pies me dolían a morir, pero imposible cambiarlos. Lo peor es que no me dolían los pies de apretados, sino que eran demasiado altos y eran una verdadera tortura. De hecho mi compañero en algún momento de mi jornada laboral me dijo, pareces adolorida… te pasa algo?
Solución: Los llevé al zapatero a cortarles el taco....solución perfecta!! (al menos eso pensé). Contenta me fui a mi casa. Peroooo para mi mala suerte, me los volví a poner ahora con el súper corte de taco, pero errorrrrr el zapatero corto un taco más alto y otro más chico (casi nada de diferencia, pero en tema de altura de zapatos, pucha que se siente!!!). Fuera de broma mi colega me comentó: tai media coja o es idea mía? Conclusión de mis zapatos negros lindo: Un día de dolor extremo y un día coja... Hoy mis zapatos son mi manda, ya que los llevé nuevamente al Sr. zapatero y los arregló.
Karina Arancibia y los aros en urgencia del Fricke
Esto me pasó hace unos cuantos años atrás. Cuando se usaba la moda de comprar aros grandes, de piedras de muchos colores en muy poco espacio, yo caí. Me encantaba cómo se veían en las chicas que se recogían el pelo o las que lo tenían corto. Y en las que tenían pelo frondoso como yo, también se notaban porque eran tan grande y tan llamativos que entre medio de mis rulos enredados, también iba a a verse. Genial, parece que había encontrado mi moda en cuanto a accesorios.
Fue así como una tarde me dirigí al mall Marina Arauco, que en esos años ya me tenía como cliente frecuente. En el segundo piso había una tienda de accesorios que desapareció. Vendían principalmente carteras, cinturones y aros, y en el último tiempo, también incursionaron en el mercado de los zapatos. Parece que se llamaba "Glam" o algo así. El cuento es que compré mis aretes grandes y llamativos por la módica suma de siete mil pesos. Para mí eran una baratija pensando en que estaban de moda y me sentía de los más glamorosa con mis aros colgando bajo mis orejas. Cuando los vi, me enamoré de ellos. Medían casi una cuarta de mi mano (auque tengo mano chica) y eran un óvalo lleno de pequeños brillos de mil colores. Pensé en que podrían combinarme con cualquier cosa porque era un verdadero árbol de pascua. Los saqué de donde los tenían colgados y me los probé mirando los aros que llevaba en ese momento, casi como una lata encontrada en un basurero. Todo bien, se veían preciosos, aunque mis orejitas sentían una extraña presión en sus lóbulos. Filo, los pagué y me fui feliz.
Empecé a usarlos los fines de semana y cada vez que me los sacaba sentía que mi cuerpo me lo agradecía. Incluso, ahora en perspectiva lo entiendo, pero algunos días me dolía la cabeza usarlos. Todo se debía a que pesaban muchísimo y mi orejas lloraban cuando los veían cerca. Pero filo, la moda está primero..."todo sea por verme bien", me decía aunque a ratos quería puro quitármelos.
Así pasaron unas semanas hasta que un mal día se me ocurrió usarlos una noche de sábado. Con unos amigos de aquel tiempo salimos a bailar y yo regia usé mis aros. Bailaba y mis lóbulos gritaban de dolor. En medio de la oscuridad empecé a sentir álgo helado que corría por mi cuello. Pensé que era transpiración y no pesqué. Al rato fui al baño y en el espejo me di cuenta que mis orejas estaban sangrando. En realidad, se estaban rajando con el peso. Horror! Salí del baño atacada pensando en hacerme curaciones caseras y hacerme la loca hasta el final de la noche porque en la oscuridad no se notaba. Error. Mis amigos lo notaron y la hemorragia iba avanzando.
Cuento corto, tipo 4 de la mañana me llevaron a urgencia al Hospital Fricke porque mi look ya no era el más glamoroso y debido a mi diabetes, comencé a sentir como me subía el azúcar producto de la infección.
Conclusión: desde ese día tengo n ojo cuando compro aros. Se me encona la oreja de puro ver fantasía, así que nunca más. Y lo más importante: nunca más seguir la moda si no es para uno. Al menos, en accesorios (léase, solamente, "aros") Respecto a la ropa y zapatos sigo cayendo en la tentación. Seguramente hasta que una chala o un jeans ajustado me lleven a urgencia...
Carla Gadaleta y los tacos del terror
Un par de zapatos Nine West me mataron al verlos, eran hermosos, negros, altos, se me imaginaban antiguos como para bailar tango...o algo así. Bellos, bellos, caros a morir; pero weno mi placer culpable: Los Zapatos!!! Finalmente los compré, y obvio, los quise usar al día siguiente para lucirme en la pega (trabajo).
Errorrrr, ya en la esquina de mi casa, los pies me dolían a morir, pero imposible cambiarlos. Lo peor es que no me dolían los pies de apretados, sino que eran demasiado altos y eran una verdadera tortura. De hecho mi compañero en algún momento de mi jornada laboral me dijo, pareces adolorida… te pasa algo?
Solución: Los llevé al zapatero a cortarles el taco....solución perfecta!! (al menos eso pensé). Contenta me fui a mi casa. Peroooo para mi mala suerte, me los volví a poner ahora con el súper corte de taco, pero errorrrrr el zapatero corto un taco más alto y otro más chico (casi nada de diferencia, pero en tema de altura de zapatos, pucha que se siente!!!). Fuera de broma mi colega me comentó: tai media coja o es idea mía? Conclusión de mis zapatos negros lindo: Un día de dolor extremo y un día coja... Hoy mis zapatos son mi manda, ya que los llevé nuevamente al Sr. zapatero y los arregló.
Karina Arancibia y los aros en urgencia del Fricke
Esto me pasó hace unos cuantos años atrás. Cuando se usaba la moda de comprar aros grandes, de piedras de muchos colores en muy poco espacio, yo caí. Me encantaba cómo se veían en las chicas que se recogían el pelo o las que lo tenían corto. Y en las que tenían pelo frondoso como yo, también se notaban porque eran tan grande y tan llamativos que entre medio de mis rulos enredados, también iba a a verse. Genial, parece que había encontrado mi moda en cuanto a accesorios.
Fue así como una tarde me dirigí al mall Marina Arauco, que en esos años ya me tenía como cliente frecuente. En el segundo piso había una tienda de accesorios que desapareció. Vendían principalmente carteras, cinturones y aros, y en el último tiempo, también incursionaron en el mercado de los zapatos. Parece que se llamaba "Glam" o algo así. El cuento es que compré mis aretes grandes y llamativos por la módica suma de siete mil pesos. Para mí eran una baratija pensando en que estaban de moda y me sentía de los más glamorosa con mis aros colgando bajo mis orejas. Cuando los vi, me enamoré de ellos. Medían casi una cuarta de mi mano (auque tengo mano chica) y eran un óvalo lleno de pequeños brillos de mil colores. Pensé en que podrían combinarme con cualquier cosa porque era un verdadero árbol de pascua. Los saqué de donde los tenían colgados y me los probé mirando los aros que llevaba en ese momento, casi como una lata encontrada en un basurero. Todo bien, se veían preciosos, aunque mis orejitas sentían una extraña presión en sus lóbulos. Filo, los pagué y me fui feliz.
Empecé a usarlos los fines de semana y cada vez que me los sacaba sentía que mi cuerpo me lo agradecía. Incluso, ahora en perspectiva lo entiendo, pero algunos días me dolía la cabeza usarlos. Todo se debía a que pesaban muchísimo y mi orejas lloraban cuando los veían cerca. Pero filo, la moda está primero..."todo sea por verme bien", me decía aunque a ratos quería puro quitármelos.
Así pasaron unas semanas hasta que un mal día se me ocurrió usarlos una noche de sábado. Con unos amigos de aquel tiempo salimos a bailar y yo regia usé mis aros. Bailaba y mis lóbulos gritaban de dolor. En medio de la oscuridad empecé a sentir álgo helado que corría por mi cuello. Pensé que era transpiración y no pesqué. Al rato fui al baño y en el espejo me di cuenta que mis orejas estaban sangrando. En realidad, se estaban rajando con el peso. Horror! Salí del baño atacada pensando en hacerme curaciones caseras y hacerme la loca hasta el final de la noche porque en la oscuridad no se notaba. Error. Mis amigos lo notaron y la hemorragia iba avanzando.
Cuento corto, tipo 4 de la mañana me llevaron a urgencia al Hospital Fricke porque mi look ya no era el más glamoroso y debido a mi diabetes, comencé a sentir como me subía el azúcar producto de la infección.
Conclusión: desde ese día tengo n ojo cuando compro aros. Se me encona la oreja de puro ver fantasía, así que nunca más. Y lo más importante: nunca más seguir la moda si no es para uno. Al menos, en accesorios (léase, solamente, "aros") Respecto a la ropa y zapatos sigo cayendo en la tentación. Seguramente hasta que una chala o un jeans ajustado me lleven a urgencia...
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