Con una pasarela junto al mar, un sol inmisericorde (palabra de domingo, jajaja) y un público de todas las edades y estilos (obvio que mucho blonde style tipo Melrose Place) se dio inicio ayer -pasadas las 18.00 hrs- el Viña D Moda. El desfile Viste la Calle inauguró la pasarela con una selección de lo mejor del diseño emergente nacional bajo la producción de Majo Arévalo (en la primera foto con vestido Santa Clara), una de las blogueras más simpáticas de la escena. Aunque no pude estar en primera fila, gocé de la compañía de mi colega Elizabeth Oria de Prendas Públicas con las que comentamos todo el evento.
La velada comenzó con la propuesta de Paulo Méndez y su colección Arigato Sobo de clara inspiración japonesa, donde un fondo negro (de cuellos largos y en algunos casos leggins) sirvieron de lienzo para prendas de cortes rectos y simples, acompañados de colores vivos, donde el pink (fucsia en realidad) fue la tónica.
Luego le siguió Santa Clara con una colección más cargada a la noche, ya que se basó principalmente en vestidos de estilos románticos, de gran movimiento y suave caída. En tonos que iban desde los metálicos a los clásicos morados y negro.
En un cambio de estilo y una apelación más evidente al invierno salió Natalia Ceballos, quien en un comienzo mostró sus vestidos de estilo romántico - hippie y que luego se atrevió con vestidos cuello tortuga (con brillo sutil en la tela) y abrigos de tonos cafés y morados que apelaban a la nostalgia.
Siguiendo la onda nocturna - festiva, Rosario Ramírez mostró vestidos de tonos café, gris y marfil (principalmente) de caída liviana y juego de texturas, que resaltaban por su largo y pronunciado escote (en algunos).
Por su parte, Fran Vega (Frann) se inclinó por una onda más retro, donde privilegió los mini vestidos de mucho volúmen y movimiento, de colores intensos como el rojo y verde. Además de otra línea de tonos más tierras y cuello alto con encajes.
El final de la pasarela estuvo a cargo de Rodrigo Henríquez (RH), quien se la jugó por una muestra en blanco y negro, que fue inspirada en el Ku Klux Klan (me sopló Elizabeth). Su colección resaltó por su mirada urbana, con prendas de corte simple y toques futuristas, que coqueteaban con la simetría del triángulo, símbolo ícono de la propuesta.
Creo que aunque el desfile estuvo muy completo hay algunos aspectos mejorables. Acá los detallo:
- En cuanto a las propuestas de diseño: hubo disparidad en el manejo de conceptos. En algunos casos se notó una línea conceptual muy determinada, pero en otros se diluyó en el intento. Además que faltó una inmersión mayor en la idea de otoño - invierno, que apesar de su presencia intermitente, no fue protagonista (no tanto como esperé).
- En cuanto a la organización general: aunque suena envidiable que el evento sea junto al mar, en términos de puesta en escena no fue una buena decisión. El viento y el sol jugaron malas pasadas a las modelos, diseñadores, prensa y público. Este último quedó incómodo, porque el espacio fue mal distribuido.
Pero como soy de la idea de ver siempre el vaso "medio lleno", me gustaría cerrar este recuento felicitando a Majo por su desfile, que sin duda pone al diseño independiente en las ligas mayores de nuestro país. ¡A seguir creciendo!
La velada comenzó con la propuesta de Paulo Méndez y su colección Arigato Sobo de clara inspiración japonesa, donde un fondo negro (de cuellos largos y en algunos casos leggins) sirvieron de lienzo para prendas de cortes rectos y simples, acompañados de colores vivos, donde el pink (fucsia en realidad) fue la tónica.
Luego le siguió Santa Clara con una colección más cargada a la noche, ya que se basó principalmente en vestidos de estilos románticos, de gran movimiento y suave caída. En tonos que iban desde los metálicos a los clásicos morados y negro.
En un cambio de estilo y una apelación más evidente al invierno salió Natalia Ceballos, quien en un comienzo mostró sus vestidos de estilo romántico - hippie y que luego se atrevió con vestidos cuello tortuga (con brillo sutil en la tela) y abrigos de tonos cafés y morados que apelaban a la nostalgia.
Siguiendo la onda nocturna - festiva, Rosario Ramírez mostró vestidos de tonos café, gris y marfil (principalmente) de caída liviana y juego de texturas, que resaltaban por su largo y pronunciado escote (en algunos).
Por su parte, Fran Vega (Frann) se inclinó por una onda más retro, donde privilegió los mini vestidos de mucho volúmen y movimiento, de colores intensos como el rojo y verde. Además de otra línea de tonos más tierras y cuello alto con encajes.
El final de la pasarela estuvo a cargo de Rodrigo Henríquez (RH), quien se la jugó por una muestra en blanco y negro, que fue inspirada en el Ku Klux Klan (me sopló Elizabeth). Su colección resaltó por su mirada urbana, con prendas de corte simple y toques futuristas, que coqueteaban con la simetría del triángulo, símbolo ícono de la propuesta.
Creo que aunque el desfile estuvo muy completo hay algunos aspectos mejorables. Acá los detallo:
- En cuanto a las propuestas de diseño: hubo disparidad en el manejo de conceptos. En algunos casos se notó una línea conceptual muy determinada, pero en otros se diluyó en el intento. Además que faltó una inmersión mayor en la idea de otoño - invierno, que apesar de su presencia intermitente, no fue protagonista (no tanto como esperé).
- En cuanto a la organización general: aunque suena envidiable que el evento sea junto al mar, en términos de puesta en escena no fue una buena decisión. El viento y el sol jugaron malas pasadas a las modelos, diseñadores, prensa y público. Este último quedó incómodo, porque el espacio fue mal distribuido.
Pero como soy de la idea de ver siempre el vaso "medio lleno", me gustaría cerrar este recuento felicitando a Majo por su desfile, que sin duda pone al diseño independiente en las ligas mayores de nuestro país. ¡A seguir creciendo!
(Fotos gentileza de Renzo Dinali)
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