Hoy tengo el placer de presentarles a una nueva colaboradora Comunidad Quinta Trends. Me refiero a la destacada diseñadora chilena Carola Muñoz, quien nos cautivará con su mirada de la moda independiente en Buenos Aires en dos tiempos. Hoy recorreremos con ella Palermo y en los próximos días nos adentraremos por San Telmo. Su columna además de entretenida es una excelente guía de viaje, así que léanla atentamente...
Si hay algo que nos mueve de manera imperante y profunda a los diseñadores a viajar a otros países es simple y claro: la inspiración. Da igual si es viendo el trabajo de aquellos que recién comienzan o el de aquellos que admiramos hace tiempo. Siempre nos sentimos honrados de entrar al templo de su trabajo. Así me sucedió en la tienda de Issey Miyaki o a en la de Prada en París.
Como ansío y necesito ese alimento para la vista, el alma y la mente de manera perentoria, excitante y estimulante, me tomo todos mis viajes a modo de “Viaje de Estudios”. Así, mi día se rige por el horario del comercio y tengo más que claro que a las 10:30 de la mañana, a más tardar, debo estar dentro de la primera tienda y luego caminar y caminar hasta que ya esté todo cerrado.
He tenido el placer y el beneficio de conocer el diseño en varios países en ésta búsqueda. Barcelona y París han sido algunas de las ciudades que he recorrido incesantemente. Y, hasta este año, había visitado Buenos Aires un par de veces. Sin embargo, en los últimos dos meses tuve el placer y casi la obligación, diría yo, de visitar la capital trasandina con pocas semanas de diferencia.

Estas últimas dos visitas fueron distintas. Observé el cambio en la agitación comercial con el fantasma de la crisis de por medio y, gracias a numerosas conversaciones con diseñadores, entendí cómo eso había creado una reacción en el diseño y en las mismas tiendas.
Entre los efectos negativos estaba, por ejemplo, una menor capacidad para crear un gran stock para sus tiendas, simplemente por tener menos flujo de capital. O en renovar la estética de sus puestas en escena, que tanto me divierten normalmente, dentro de su simplicidad e innovación. Y entre los efectos más sorprendentes: un alza notorio en los precios y numerosos locales en arriendo. Pero hubo algo que nunca cambió en aquellas conversaciones con los diseñadores de indumentaria (y el efecto que ello produjo en mí se agradece): el entusiasmo.

Esta vez quise hacer un recorrido extendido. Ir desde las pequeñas ferias, los diseñadores emergentes y los ya consolidados, hasta llegar a la Alta Moda Bonaerense. Con mi carpeta de barrios, nombres, marcas y planos bajo el brazo (sí, lo sé, con un mateísmo que me han recordado hasta el cansancio) partí por lo más básico: las ferias. Lamentablemente, aunque hubo un atisbo de propuesta de diseño (o más bien de aplicaciones o serigrafía), la calidad de las terminaciones y los materiales no dejaba ver al diseñador tras las prendas. Ni siquiera la organización de las ferias ayudaba. Así, se mezclaban todo tipo de personajes (desde el comerciante de “camperas” de cuero para el turista inexperto, hasta una artesana que vendía velitas aromáticas) que no dejaban ver la real propuesta de diseño en este contexto. Al menos no en las que yo visité.

Obviamente ahora correspondería hablar de Palermo Soho y Palermo Viejo (aunque debo aclarar que para los argentinos existe sólo un Palermo), ya que no sólo es la referencia más evidente a la que nos acercamos todos los amantes del diseño bonaerense, sino porque ahí se instalan los verdaderos monstruos del diseño trasandino. Ahí está mi diseñadora favorita desde hace años: Vero Ivaldi, quien puede dar lecciones sobre un pensamiento tridimensional y arquitectónico aplicado al cuerpo y, además, en varios layers superpuestos. Para quienes adoran las primeras colecciones de Hussein Chalayan (como es mi caso) verán algunos guiños de esa femeneidad geométrica en su colección de Alta Costura, además de terminaciones perfectas y, desde mi punto de vista, la justa medida entre experimentación sutil y la prenda perfectamente usable y exaltadora de nuestros imperfectos pero reales cuerpos.

Cora Groppo es otra de las grandes diseñadoras argentinas. Una mujer que en su tienda no teme combinar dos perfiles. Uno con una propuesta de sastrería absolutamente usable en el día a día y que se puede mantener en nuestro clóset por años (otra de mis premisas más absolutas en cuanto al diseño). El otro: una minilínea de carácter sorprendentemente experimental que simplemente me eclipsó y no he podido olvidar. Obviamente tuve que probarme algunas prendas de esta línea para entender su movimiento sobre el cuerpo, parte fundamental de su lenguaje. Siluetas extremadamente originales donde los bordes de sus capas, por ejemplo, escondían cuentas de perlas entre otras terminaciones, para manejar el movimiento y peso de las mismas.

Otra de las grandes integrantes del circuito establecido en Palermo es Nadine Zlotogora. Aunque mi primera impresión al entrar a la tienda no fue tan impactante cómo las anteriores debido a cierta homogeneidad en la carta de colores, sí lo fue al comenzar a observar todos los detalles de construcción y de trabajo textil en sus prendas. Definitivamente la considero una artista textil antes que una constructora de tendencias. Esto, desde mi punto de vista, es extremadamente valorable, debido a su carácter único, intimista y honesto en su búsqueda. Una colección que nos lleva a un mundo romántico con grandes tesoros en sus pequeños pero fundamentales detalles textiles. Deshilachados, plegados o simplemente reversos de bordados con los hilos colgando, un lenguaje que no sé si acá sería tan valorado, pero que me enseñó la pequeña gran lección de no juzgar al poner el primer pie en una tienda. Mea Culpa. Un pequeño gran Tip: al visitar su sitio web no saltarse la “intro”.

También es necesario, dentro de estos parámetros de diseño, nombrar a Vicki Otero , quien nos resitúa mentalmente con una variedad de minitendencias en su perchero. A esto se suman los detalles de una cuidada moldería, que deja feliz a quien lo mire: desde la menos iniciada en los fundamentos del diseño hasta la más observadora y exigente consumidora (ya sea de un modo material o simplemente racional). Y, por último, resulta imperdible su misce en scene, realmente deslumbrante.

Maria Dappiano es definitivamente una de esas diseñadoras con una colección y propuesta textil consistentes y únicas. Sin embargo reconozco que hasta que no me probé algunas de sus prendas no la valoré en toda su profundidad. Tiene una interesante propuesta de siluetas que se apoyan en un patronaje digno de esos seres únicos que no se limitan por el moldaje tradicional bidimensional, ni las combinaciones de estampado y tonos planos más conservadoras.

Si hay algo que nos mueve de manera imperante y profunda a los diseñadores a viajar a otros países es simple y claro: la inspiración. Da igual si es viendo el trabajo de aquellos que recién comienzan o el de aquellos que admiramos hace tiempo. Siempre nos sentimos honrados de entrar al templo de su trabajo. Así me sucedió en la tienda de Issey Miyaki o a en la de Prada en París.
Como ansío y necesito ese alimento para la vista, el alma y la mente de manera perentoria, excitante y estimulante, me tomo todos mis viajes a modo de “Viaje de Estudios”. Así, mi día se rige por el horario del comercio y tengo más que claro que a las 10:30 de la mañana, a más tardar, debo estar dentro de la primera tienda y luego caminar y caminar hasta que ya esté todo cerrado.
He tenido el placer y el beneficio de conocer el diseño en varios países en ésta búsqueda. Barcelona y París han sido algunas de las ciudades que he recorrido incesantemente. Y, hasta este año, había visitado Buenos Aires un par de veces. Sin embargo, en los últimos dos meses tuve el placer y casi la obligación, diría yo, de visitar la capital trasandina con pocas semanas de diferencia.

Estas últimas dos visitas fueron distintas. Observé el cambio en la agitación comercial con el fantasma de la crisis de por medio y, gracias a numerosas conversaciones con diseñadores, entendí cómo eso había creado una reacción en el diseño y en las mismas tiendas.
Entre los efectos negativos estaba, por ejemplo, una menor capacidad para crear un gran stock para sus tiendas, simplemente por tener menos flujo de capital. O en renovar la estética de sus puestas en escena, que tanto me divierten normalmente, dentro de su simplicidad e innovación. Y entre los efectos más sorprendentes: un alza notorio en los precios y numerosos locales en arriendo. Pero hubo algo que nunca cambió en aquellas conversaciones con los diseñadores de indumentaria (y el efecto que ello produjo en mí se agradece): el entusiasmo.

Esta vez quise hacer un recorrido extendido. Ir desde las pequeñas ferias, los diseñadores emergentes y los ya consolidados, hasta llegar a la Alta Moda Bonaerense. Con mi carpeta de barrios, nombres, marcas y planos bajo el brazo (sí, lo sé, con un mateísmo que me han recordado hasta el cansancio) partí por lo más básico: las ferias. Lamentablemente, aunque hubo un atisbo de propuesta de diseño (o más bien de aplicaciones o serigrafía), la calidad de las terminaciones y los materiales no dejaba ver al diseñador tras las prendas. Ni siquiera la organización de las ferias ayudaba. Así, se mezclaban todo tipo de personajes (desde el comerciante de “camperas” de cuero para el turista inexperto, hasta una artesana que vendía velitas aromáticas) que no dejaban ver la real propuesta de diseño en este contexto. Al menos no en las que yo visité.

Obviamente ahora correspondería hablar de Palermo Soho y Palermo Viejo (aunque debo aclarar que para los argentinos existe sólo un Palermo), ya que no sólo es la referencia más evidente a la que nos acercamos todos los amantes del diseño bonaerense, sino porque ahí se instalan los verdaderos monstruos del diseño trasandino. Ahí está mi diseñadora favorita desde hace años: Vero Ivaldi, quien puede dar lecciones sobre un pensamiento tridimensional y arquitectónico aplicado al cuerpo y, además, en varios layers superpuestos. Para quienes adoran las primeras colecciones de Hussein Chalayan (como es mi caso) verán algunos guiños de esa femeneidad geométrica en su colección de Alta Costura, además de terminaciones perfectas y, desde mi punto de vista, la justa medida entre experimentación sutil y la prenda perfectamente usable y exaltadora de nuestros imperfectos pero reales cuerpos.

Cora Groppo es otra de las grandes diseñadoras argentinas. Una mujer que en su tienda no teme combinar dos perfiles. Uno con una propuesta de sastrería absolutamente usable en el día a día y que se puede mantener en nuestro clóset por años (otra de mis premisas más absolutas en cuanto al diseño). El otro: una minilínea de carácter sorprendentemente experimental que simplemente me eclipsó y no he podido olvidar. Obviamente tuve que probarme algunas prendas de esta línea para entender su movimiento sobre el cuerpo, parte fundamental de su lenguaje. Siluetas extremadamente originales donde los bordes de sus capas, por ejemplo, escondían cuentas de perlas entre otras terminaciones, para manejar el movimiento y peso de las mismas.

Otra de las grandes integrantes del circuito establecido en Palermo es Nadine Zlotogora. Aunque mi primera impresión al entrar a la tienda no fue tan impactante cómo las anteriores debido a cierta homogeneidad en la carta de colores, sí lo fue al comenzar a observar todos los detalles de construcción y de trabajo textil en sus prendas. Definitivamente la considero una artista textil antes que una constructora de tendencias. Esto, desde mi punto de vista, es extremadamente valorable, debido a su carácter único, intimista y honesto en su búsqueda. Una colección que nos lleva a un mundo romántico con grandes tesoros en sus pequeños pero fundamentales detalles textiles. Deshilachados, plegados o simplemente reversos de bordados con los hilos colgando, un lenguaje que no sé si acá sería tan valorado, pero que me enseñó la pequeña gran lección de no juzgar al poner el primer pie en una tienda. Mea Culpa. Un pequeño gran Tip: al visitar su sitio web no saltarse la “intro”.

También es necesario, dentro de estos parámetros de diseño, nombrar a Vicki Otero , quien nos resitúa mentalmente con una variedad de minitendencias en su perchero. A esto se suman los detalles de una cuidada moldería, que deja feliz a quien lo mire: desde la menos iniciada en los fundamentos del diseño hasta la más observadora y exigente consumidora (ya sea de un modo material o simplemente racional). Y, por último, resulta imperdible su misce en scene, realmente deslumbrante.

Maria Dappiano es definitivamente una de esas diseñadoras con una colección y propuesta textil consistentes y únicas. Sin embargo reconozco que hasta que no me probé algunas de sus prendas no la valoré en toda su profundidad. Tiene una interesante propuesta de siluetas que se apoyan en un patronaje digno de esos seres únicos que no se limitan por el moldaje tradicional bidimensional, ni las combinaciones de estampado y tonos planos más conservadoras.

(Continuará...)
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