Finalizado el New York Fashion y en medio del London Fashion Week no queda más que reflexionar sobre los nuevos aires que trae la moda post crisis. Esta reflexión no me surgió de la nada, sino de un artículo que leí la semana antepasada del New York Times y que comentaba los cambios que ha provocado en el comportamiento del consumidor de moda, la crisis económica. Repasemos los datos duros...
+ El mercado de la moda ha tenido una contracción que en algunos casos ha sido cercano al 10% (o más).
+ Grandes marcas de alta costura como Christian Lacroix y Escada ha tenido que declararse en suspensión de pagos (en fácil se han declarado en bancarrota)
+ Muchas casas de moda han optado por llevar su producción a Asia donde pueden manejar mejor sus costos y, al mismo tiempo, crear una nueva vía de crecimiento de las ventas, frente al alicaído consumo europeo.
+ Diseñadores como Oscar de la Renta bajarán el precio de sus nuevas colecciones hasta en un 70% (prendas de $5.000 a $1.500 dólares, para dar un ejemplo).
Pero ¿qué pasa con el consumidor de moda? ¿ha cambiado sus hábitos o compra lo mismo?
Según el artículo del NY Times y otras notas que he leído en Modaes los cambios visibles en el consumidor se notan en:
+ Su preferencia por productos de bajo precio. Esto no significa sólo la compra de ropa retail, sino también en la apuesta por el mercado de los outlet y venta de bodega. En el reportaje se hablaba de que los consumidores esperaban que la ropa estuviera en rebaja o en los locales donde se liquida el stock. Además de presionar a los diseñadores de alta moda a bajar sus precios, si no, no compran. La duda es cómo este fenómeno puede llegar a comprometer la creatividad de los creadores.
+ No hay un aprecio por la durabilidad de los productos, al menos en términos de la longevidad de las prendas. La ropa heredable no es un tema entre muchos consumidores (sin obviar que sí lo es para quienes siguen el slow fashion, que sin duda no se sentirán reflejados en esta reflexión más generalista del estado de la moda).
+ Hay una apuesta general por el "estilo seguro", que se repite temporada tras temporada (algunos ejemplos son el animal print, las leggins, las túnicas, etc) y que los consumidores compran sin cuestionar. De hecho en las pasarelas hemos visto un regreso a los básicos, donde "menos es más".
+ Como hay incertidumbre económica muchos consumidores han optado por la ropa funcional, que les permita usarla en diferentes ocasiones sólo variando los complementos, lo que supone un menor gasto final.
+ En la búsqueda de buenos precios y de utilizar el tiempo libre en otras actividades, no vitrinear, muchas marcas se han abierto lentamente al mundo virtual. Es el caso del conglomerado Inditex que a partir del próximo año venderá sus prendas Zara por la web. En una primera etapa lo hará en algunos países de Europa para luego seguir en el resto de lugares del mundo donde tienen tiendas (entre ellos varios países de Latinoamérica).
¿Oportunidades para el mundo independiente?
Cuando se trabaja a baja escala es difícil manejar los costos globales de la ropa. No obstante, todavía se puede trabajar con una jerarquía de precios accesibles sin sacrificar la calidad. Creo que el principal desafío para los diseñadores independientes actuales está en escuchar al consumidor y crear no sólo pensando en sus aspiraciones (puro sentido común, el menos común de los sentidos según un profe mío del MBA), sino también en las necesidades de consumo que tienen cada uno, que creo que va más allá del "estilo seguro", más bien de armar colecciones que la gente se sienta identificadas con ellas. Como lo repiten mil veces los expertos hay que crear mirando de frente al mercado, no dándole la espalda.
En esta época donde el público tiene el "sartén por el mango" hay que abrir los ojos y los oídos y no ignorar estas señales que hablan de una mirada mucho más pragmática de la moda, más acorde con los nuevos tiempos, donde además de diseño y de cierta exclusividad, se le pide a los creadores que estén en sintonía con la realidad. Es cosa de leer las decenas de comentarios del artículo del NY Times, que les mencioné para darse cuenta, si es que sus propias vivencias no les bastan.
+ El mercado de la moda ha tenido una contracción que en algunos casos ha sido cercano al 10% (o más).
+ Grandes marcas de alta costura como Christian Lacroix y Escada ha tenido que declararse en suspensión de pagos (en fácil se han declarado en bancarrota)
+ Muchas casas de moda han optado por llevar su producción a Asia donde pueden manejar mejor sus costos y, al mismo tiempo, crear una nueva vía de crecimiento de las ventas, frente al alicaído consumo europeo.
+ Diseñadores como Oscar de la Renta bajarán el precio de sus nuevas colecciones hasta en un 70% (prendas de $5.000 a $1.500 dólares, para dar un ejemplo).
Pero ¿qué pasa con el consumidor de moda? ¿ha cambiado sus hábitos o compra lo mismo?
Según el artículo del NY Times y otras notas que he leído en Modaes los cambios visibles en el consumidor se notan en:
+ Su preferencia por productos de bajo precio. Esto no significa sólo la compra de ropa retail, sino también en la apuesta por el mercado de los outlet y venta de bodega. En el reportaje se hablaba de que los consumidores esperaban que la ropa estuviera en rebaja o en los locales donde se liquida el stock. Además de presionar a los diseñadores de alta moda a bajar sus precios, si no, no compran. La duda es cómo este fenómeno puede llegar a comprometer la creatividad de los creadores.
+ No hay un aprecio por la durabilidad de los productos, al menos en términos de la longevidad de las prendas. La ropa heredable no es un tema entre muchos consumidores (sin obviar que sí lo es para quienes siguen el slow fashion, que sin duda no se sentirán reflejados en esta reflexión más generalista del estado de la moda).
+ Hay una apuesta general por el "estilo seguro", que se repite temporada tras temporada (algunos ejemplos son el animal print, las leggins, las túnicas, etc) y que los consumidores compran sin cuestionar. De hecho en las pasarelas hemos visto un regreso a los básicos, donde "menos es más".
+ Como hay incertidumbre económica muchos consumidores han optado por la ropa funcional, que les permita usarla en diferentes ocasiones sólo variando los complementos, lo que supone un menor gasto final.
+ En la búsqueda de buenos precios y de utilizar el tiempo libre en otras actividades, no vitrinear, muchas marcas se han abierto lentamente al mundo virtual. Es el caso del conglomerado Inditex que a partir del próximo año venderá sus prendas Zara por la web. En una primera etapa lo hará en algunos países de Europa para luego seguir en el resto de lugares del mundo donde tienen tiendas (entre ellos varios países de Latinoamérica).
¿Oportunidades para el mundo independiente?
Cuando se trabaja a baja escala es difícil manejar los costos globales de la ropa. No obstante, todavía se puede trabajar con una jerarquía de precios accesibles sin sacrificar la calidad. Creo que el principal desafío para los diseñadores independientes actuales está en escuchar al consumidor y crear no sólo pensando en sus aspiraciones (puro sentido común, el menos común de los sentidos según un profe mío del MBA), sino también en las necesidades de consumo que tienen cada uno, que creo que va más allá del "estilo seguro", más bien de armar colecciones que la gente se sienta identificadas con ellas. Como lo repiten mil veces los expertos hay que crear mirando de frente al mercado, no dándole la espalda.
En esta época donde el público tiene el "sartén por el mango" hay que abrir los ojos y los oídos y no ignorar estas señales que hablan de una mirada mucho más pragmática de la moda, más acorde con los nuevos tiempos, donde además de diseño y de cierta exclusividad, se le pide a los creadores que estén en sintonía con la realidad. Es cosa de leer las decenas de comentarios del artículo del NY Times, que les mencioné para darse cuenta, si es que sus propias vivencias no les bastan.
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