El empoderamiento de los fashion bloggers en la escena de la moda latina, trajo consigo una serie de cambios, que no sólo tienen que ver con nuevas formas de mostrar la moda. Desde el momento que las marcas entendieron el poder y viralidad de estos “nuev@s comunicadores” comenzó a producirse un galanteo, que para algunos es positivo y para otros constituye el principio del fin de la credibilidad. Hoy analizamos ese fenómeno.
1- Dedicación parcial a bloggear + trabajo asalariado: esta opción ayuda a eliminar ciertas presiones y tensiones económicas, pero no deja exento de las “tentaciones”.
2- Dedicación exclusiva al blog: esta opción obliga a desarrollar una estrategia de negocio –y sobrevivencia- que toma a las marcas de moda y belleza como parte de la ecuación. Aflora una mentalidad de medio de comunicación (con una marcada línea editorial), donde la gratuidad deja de ser una alternativa.
La mayoría de la escena latina se mueve en la primera alternativa. De hecho, yo misma convivo con ella. Si bien nunca vi mi blog como hobbie, el hecho de no tener presiones económicas, me ha ayudado a perfilar una línea editorial muy marcada e independiente, que me entrega la libertad de escribir sin obligaciones financieras. No obstante, esta credibilidad, que se cimienta desde la frontera de la “periferia medial”, puede verse comprometida en la medida que el coqueteo con las marcas de moda y belleza se convierte en una relación mediada sólo por los regalos e invitaciones a eventos. En fácil: a las marcas les sale barato sentar a un grupo de bloguer@s para mostrarle los productos y luego “motivarles” a escribir a cambio de una taza de té, una muestra gratis o una gift card. La misma acción, en un medio de comunicación tradicional cuesta caro, y a veces tiene menor impacto (sobre todo si se compara el tiraje de la prensa escrita, por ejemplo, versus las visitas mensuales de muchos blogs).
No quiero ser cínica. Yo misma he participado masivamente de estas invitaciones y me he motivado a desarrollar alianzas con ciertas marcas. Sin embargo, creo que hay que dejar claro los límites y hacer comprender al otro actor, que la identidad del bloguero pasa por su independencia y que cuando comienza a operar como publicista “gratuito” de las marcas, la audiencia decae y la credibilidad se esfuma.
Hace un par de años, les comentaba sobre los embajadores de marca y cómo podrían ser un aporte a la moda de autor latina. En esa misma reflexión, enfaticé la obligación que tenemos de transparentar esos lazos. Creo que el bloguer@ de moda tiene la libertad de publicar lo que quiera y hacer los intercambios con las marcas que mejor le acomoden. Sin embargo, también tiene la obligación de transparentar estos vínculos con su audiencia.
Ser líder de opinión o influyente supone ese tipo de responsabilidad. Si no comienzan los comentarios odiosos como uno que leí en twitter hace unos días sobre “que las blogueras de moda parecían damas de compañía de las marcas”, apelando al florecimiento de las fotos de productos en Instagram, sin bajadas aclaratorias. Ello no quiere decir que esté prohibido subir fotos de marcas. Yo misma vivo señalando las cosas que me gustan, sin esperar que a los pocos días llegue un paquete a mi puerta. Lo hago porque ese objeto – prenda despierta emociones en mí, se vincula a mi identidad.
Hoy más que nunca es fundamental tener claro cuáles son los límites de cada un@. Cada blog de moda tiene los suyos. Lo importante es no traicionarlos y por sobre todo no traicionar a quienes te siguen y ocupan parte de su valioso tiempo leyéndote.
Fashion bloggers al banquillo
Cuando una actividad deja de ser un hobbie y se transforma en parte de la rutina laboral de una persona, las horas dedicadas comienzan a monetizarse. Comunicar ya no es gratis. ¿Qué hacer frente a este dilema? Las alternativas son múltiples. En el mundo de l@s bloguer@s de moda se dan dos escenarios:1- Dedicación parcial a bloggear + trabajo asalariado: esta opción ayuda a eliminar ciertas presiones y tensiones económicas, pero no deja exento de las “tentaciones”.
2- Dedicación exclusiva al blog: esta opción obliga a desarrollar una estrategia de negocio –y sobrevivencia- que toma a las marcas de moda y belleza como parte de la ecuación. Aflora una mentalidad de medio de comunicación (con una marcada línea editorial), donde la gratuidad deja de ser una alternativa.
La mayoría de la escena latina se mueve en la primera alternativa. De hecho, yo misma convivo con ella. Si bien nunca vi mi blog como hobbie, el hecho de no tener presiones económicas, me ha ayudado a perfilar una línea editorial muy marcada e independiente, que me entrega la libertad de escribir sin obligaciones financieras. No obstante, esta credibilidad, que se cimienta desde la frontera de la “periferia medial”, puede verse comprometida en la medida que el coqueteo con las marcas de moda y belleza se convierte en una relación mediada sólo por los regalos e invitaciones a eventos. En fácil: a las marcas les sale barato sentar a un grupo de bloguer@s para mostrarle los productos y luego “motivarles” a escribir a cambio de una taza de té, una muestra gratis o una gift card. La misma acción, en un medio de comunicación tradicional cuesta caro, y a veces tiene menor impacto (sobre todo si se compara el tiraje de la prensa escrita, por ejemplo, versus las visitas mensuales de muchos blogs).
Los regalos de las marcas puede ser una arma de doble filo si no se ponen los límites |
No quiero ser cínica. Yo misma he participado masivamente de estas invitaciones y me he motivado a desarrollar alianzas con ciertas marcas. Sin embargo, creo que hay que dejar claro los límites y hacer comprender al otro actor, que la identidad del bloguero pasa por su independencia y que cuando comienza a operar como publicista “gratuito” de las marcas, la audiencia decae y la credibilidad se esfuma.
Hace un par de años, les comentaba sobre los embajadores de marca y cómo podrían ser un aporte a la moda de autor latina. En esa misma reflexión, enfaticé la obligación que tenemos de transparentar esos lazos. Creo que el bloguer@ de moda tiene la libertad de publicar lo que quiera y hacer los intercambios con las marcas que mejor le acomoden. Sin embargo, también tiene la obligación de transparentar estos vínculos con su audiencia.
Una mala estrategia es guardar silencio y no transparentar los vínculos con las marcas |
Ser líder de opinión o influyente supone ese tipo de responsabilidad. Si no comienzan los comentarios odiosos como uno que leí en twitter hace unos días sobre “que las blogueras de moda parecían damas de compañía de las marcas”, apelando al florecimiento de las fotos de productos en Instagram, sin bajadas aclaratorias. Ello no quiere decir que esté prohibido subir fotos de marcas. Yo misma vivo señalando las cosas que me gustan, sin esperar que a los pocos días llegue un paquete a mi puerta. Lo hago porque ese objeto – prenda despierta emociones en mí, se vincula a mi identidad.
Hoy más que nunca es fundamental tener claro cuáles son los límites de cada un@. Cada blog de moda tiene los suyos. Lo importante es no traicionarlos y por sobre todo no traicionar a quienes te siguen y ocupan parte de su valioso tiempo leyéndote.
(Foto principal: Fashionmag.com)
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