Crear una prenda 100% original es casi imposible. Todas las marcas y diseñadores buscan inspiración en el baúl de los recuerdos o en las miles de imágenes que pueblan las redes sociales. En un planeta globalizado el sentido de la originalidad y de la “copia” en la moda se vuelve relativo. Los invito a reflexionar sobre los alcances de este fenómeno para la moda de autor
¿Quién lo hizo primero? Parece una pregunta irrelevante cuando el dominio de la información es “transversal” gracias a Internet y lo creado puede ser visto, tanto por expertos como ciudadanos comunes y corrientes, casi simultáneamente. A eso se le suma el efecto multiplicador de las redes sociales que vuelven un producto de moda en un bien universal en poco tiempo.
En este contexto no “contaminarse” con lo que diseña el otro es una tarea que requiere de un esfuerzo sobrehumano. Una especie de proceso donde el creador se convierte en la figura de Los tres monos sabios del Budismo, no viendo, mirando, ni hablando con tal de llegar a un estadio superior de la creatividad, donde la influencia del entorno sea mínima (obviando el bagaje cultural y la historia del individuo).
Pero tampoco hay que ser naif y pensar que toda prenda “similar” a otra o con elementos muy parecidos es una coincidencia del destino. El espionaje industrial en la moda es un negocio formalizado, donde la guerra por los clones está liderada por el grupo Inditex. La conveniencia o no de esta práctica ha sido discutida miles de veces, pero por lo pronto, son muy pocos los que se atreven a llevarla a tribunales. De hecho, Christian Louboutin fue uno de los valientes que sentó en el banquillo a Zara y Yves Saint Laurent por lo que llamó “la copia de sus red soles” (la plantilla roja de sus zapatos). En el primer caso, perdió (la Corte francesa incluso dictaminó que debía pagar 2.000 libras a la cadena en compensación) y en el segundo ganó (la Corte federal de EE.UU. le dio la razón). Pero ¿cuál será el saldo definitivo de esta apuesta en tribunales? Aún no está escrito.
Lo claro, es que más allá de este tipo de acciones, en muchos países la moda no se patenta por falta de leyes que la protejan o porque sale demasiado caro (una colección puede tener 40 prendas). Entonces ¿qué hacer con la copia? Algunas marcas hay intentado concientizar a los consumidores sobre el valor del original por sobre la imitación. No obstante, en la moda de autor y sobre todo en la producción a pequeña escala este tipo de acciones rayaría en lo absurdo considerando los presupuestos que manejan las marcas.
Y ¿cuál sería la solución? No creo que exista ninguna fórmula mágica dado el panorama mundial, pero sí creo que ayudaría en este proceso la formalización de los emprendimientos de moda, su transformación en negocios y por ende en marca registrada. Además de un trabajo de comunicación y posicionamiento de marca que transmita al consumidor el valor del producto y lo fidelice. No sé ustedes pero en varias oportunidades ante productos similares de moda de autor, elijo el de mejor calidad, que la mayoría de las veces coincide con “el primero” que conocí.
Cerrar las cortinas o evitar la circulación de las imágenes de los productos claramente no es la solución a la copia (de seguir ese postulado hasta las apariciones en prensa tradicional serían una amenaza). Ese tipo de acciones defensivas sólo confirman la carencia de un plan de negocios y el desconocimiento del medio. Porque si bien el “exceso de visibilidad” puede hacernos más vulnerables a la copia, también nos ayuda a ser más conocidos y eventualmente más deseados.
¿Qué propondrías para resolver esta encrucijada?
¿Quién lo hizo primero? Parece una pregunta irrelevante cuando el dominio de la información es “transversal” gracias a Internet y lo creado puede ser visto, tanto por expertos como ciudadanos comunes y corrientes, casi simultáneamente. A eso se le suma el efecto multiplicador de las redes sociales que vuelven un producto de moda en un bien universal en poco tiempo.
En este contexto no “contaminarse” con lo que diseña el otro es una tarea que requiere de un esfuerzo sobrehumano. Una especie de proceso donde el creador se convierte en la figura de Los tres monos sabios del Budismo, no viendo, mirando, ni hablando con tal de llegar a un estadio superior de la creatividad, donde la influencia del entorno sea mínima (obviando el bagaje cultural y la historia del individuo).
Aislarse del mundo no evita la copia en la moda. Foto: Ivory and Art |
El fallo judicial determinó que Ives Saint Laurent sólo podía vender zapatos rojos con suela roja, ya que el contraste de la suela roja era propiedad exclusiva de Louboutin. Foto: Fashion Fave |
Lo claro, es que más allá de este tipo de acciones, en muchos países la moda no se patenta por falta de leyes que la protejan o porque sale demasiado caro (una colección puede tener 40 prendas). Entonces ¿qué hacer con la copia? Algunas marcas hay intentado concientizar a los consumidores sobre el valor del original por sobre la imitación. No obstante, en la moda de autor y sobre todo en la producción a pequeña escala este tipo de acciones rayaría en lo absurdo considerando los presupuestos que manejan las marcas.
Y ¿cuál sería la solución? No creo que exista ninguna fórmula mágica dado el panorama mundial, pero sí creo que ayudaría en este proceso la formalización de los emprendimientos de moda, su transformación en negocios y por ende en marca registrada. Además de un trabajo de comunicación y posicionamiento de marca que transmita al consumidor el valor del producto y lo fidelice. No sé ustedes pero en varias oportunidades ante productos similares de moda de autor, elijo el de mejor calidad, que la mayoría de las veces coincide con “el primero” que conocí.
Cerrar las cortinas o evitar la circulación de las imágenes de los productos claramente no es la solución a la copia (de seguir ese postulado hasta las apariciones en prensa tradicional serían una amenaza). Ese tipo de acciones defensivas sólo confirman la carencia de un plan de negocios y el desconocimiento del medio. Porque si bien el “exceso de visibilidad” puede hacernos más vulnerables a la copia, también nos ayuda a ser más conocidos y eventualmente más deseados.
¿Qué propondrías para resolver esta encrucijada?
(Imagen principal: Designofsignage)
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