Valparaíso el puerto principal de la moda del principio del siglo XX
Las plazas y parques de Valparaíso fueron a principios del siglo XX verdaderos centros sociales de exhibición y lucimiento, en los que hombres y mujeres demostraban, a través del vestuario, lo que eran, dónde vivían, a qué clase social pertenecían, en dónde compraban (acción que sacaba del anonimato a los sastres y modistas). El parque Italia, la plaza O'Higgins y la plaza de la Victoria, por ejemplo, era pasarelas al aire libre que no tenían nada que envidiarles a sus símiles del Primer Mundo.
En esa época la vestimenta no era al azar. De hecho, existían tiendas especiales para las distintas ocasiones que demandaban un código de vestir especial. Entre ellas encontramos la "Casa de Luto", especializada en ropa para ir a funerales. Esos locales intentaban emular el estilo europeo no tan solo en su propuesta, sino también en sus nombres comerciales.
Para que se hagan una idea, Valparaíso albergó la primera multitienda que tuvo el país en 1930, formato copiado de Italia.
Pero como no siempre "el último grito de la moda europeo" estaba disponible, las clases acomodadas de la ciudad se las ingeniaban para no quedarse atrás, apelando al ingenio de sastres y modistas, que transformaban las ideas de sus reputados clientes en finas prendas.
Pero ¿quiénes eran estos sastres y modistas? El sastre y la modista, a diferencia de la costurera, tenían un conocimiento más acabo del corte, la confección, el armado de las prendas sobre el cuerpo y el patronaje.
Los sastres "aprendían haciendo", como pupilos de sastres en tiendas y/ fábricas, para luego perfeccionarse en la educación formal. Mientras las modistas, si bien también podían partir como aprendices, solían entrar en centros de educación en los que se les impartía clases de costura. En Valparaíso, desde fines del siglo XIX, se podía encontrar una interesante oferta de cursos y estudios formales relacionados con la costura.
Pero no sólo en el ámbito de la formación del oficio, el puerto tuvo el liderazgo, también en la lucha por sus derechos laborales, donde destacó la figura de Micaela Cáceres, líder del sindicato de Trabajadoras de la Aguja. En esa época, siete de nueve asociaciones sindicales del rubro de la costura estaban formadas por mujeres y solo dos por hombres.
En los años 40 se vivió el peak de este oficio. Habían 606 sastres, 1340 modistas, 2788 costureras, que se empleaban en talleres, fábricas o en forma particular.
Otro aspecto importante de relevar es que el oficio de sastre era mucho más visible que el de las modistas, que trabajaban en la trastienda, bajo el anonimato.
Un dato entretenido que mencionaron los investigadores fue la manera en que los sastres y modistas daban a conocer su trabajo en la prensa:
Mujeres en la playa - Valparaíso en 1901. Foto: Ciudad de Valparaíso |
En esa época la vestimenta no era al azar. De hecho, existían tiendas especiales para las distintas ocasiones que demandaban un código de vestir especial. Entre ellas encontramos la "Casa de Luto", especializada en ropa para ir a funerales. Esos locales intentaban emular el estilo europeo no tan solo en su propuesta, sino también en sus nombres comerciales.
Para que se hagan una idea, Valparaíso albergó la primera multitienda que tuvo el país en 1930, formato copiado de Italia.
Plaza Echaurren en 1876. Foto: Ciudad de Valparaíso |
Pero como no siempre "el último grito de la moda europeo" estaba disponible, las clases acomodadas de la ciudad se las ingeniaban para no quedarse atrás, apelando al ingenio de sastres y modistas, que transformaban las ideas de sus reputados clientes en finas prendas.
Pero ¿quiénes eran estos sastres y modistas? El sastre y la modista, a diferencia de la costurera, tenían un conocimiento más acabo del corte, la confección, el armado de las prendas sobre el cuerpo y el patronaje.
Los sastres "aprendían haciendo", como pupilos de sastres en tiendas y/ fábricas, para luego perfeccionarse en la educación formal. Mientras las modistas, si bien también podían partir como aprendices, solían entrar en centros de educación en los que se les impartía clases de costura. En Valparaíso, desde fines del siglo XIX, se podía encontrar una interesante oferta de cursos y estudios formales relacionados con la costura.
Sastrería El Quirinal de Antonio Nocera / 1926 |
Pero no sólo en el ámbito de la formación del oficio, el puerto tuvo el liderazgo, también en la lucha por sus derechos laborales, donde destacó la figura de Micaela Cáceres, líder del sindicato de Trabajadoras de la Aguja. En esa época, siete de nueve asociaciones sindicales del rubro de la costura estaban formadas por mujeres y solo dos por hombres.
En los años 40 se vivió el peak de este oficio. Habían 606 sastres, 1340 modistas, 2788 costureras, que se empleaban en talleres, fábricas o en forma particular.
Otro aspecto importante de relevar es que el oficio de sastre era mucho más visible que el de las modistas, que trabajaban en la trastienda, bajo el anonimato.
Sastrería Lidia de Valparaíso por Antonella Rojas Auda |
Un dato entretenido que mencionaron los investigadores fue la manera en que los sastres y modistas daban a conocer su trabajo en la prensa:
- “Quiere Ud. un traje fino vista donde Giacomino“ (sastre que comienza su labor en los 40s).
- “Casa Bustamante donde se viste la mujer elegante“ (que se ubicaba en la calle Bustamente cerca de la plaza Echaurren)
- “Yo visto con Opazo, ¿y usted?“. Guillermo Opazo, sin duda, es uno de los personajes iconos de la investigación. Su taller, ubicado en calle Serrano se caracterizaba por tener dos maniquíes en la ventana. No obstante, en los 80s migra a EE.UU. por razones familiares y comienza a trabajar en diferentes fábricas en Nueva York, terminando su labor profesional en el Metropolitan Opera House.
- “Carmona el vestir que impresiona“. Este sastre aún tiene un taller en Condell con Bellavista, sobre un restorant de comida china. Al parecer su trabajo es alucinante.
¿El paso del tiempo hizo desaparecer este oficio? Según Ángela y Emilio, los valores de los locales comerciales, la deslocalización de la producción y los cambios en los hábitos de compra han llevado a este sector a reinventarse, salvándose de la desaparición total gracias a su nueva labor de rearmar o ajustar prendas terminadas.
Sastrería Lidia de Valparaíso por Antonella Rojas Auda |
Sin duda esta investigación, que verá la luz como libro, será un aporte a la historia de la ciudad y a la memoria colectiva de sus habitantes, dando cuenta de un oficio que marcó no sólo social sino también económicamente a esta urbe.
¿Se imaginaban un Valparaíso tan fashion en el pasado?
(Foto principal Sastrería Lidia de Valparaíso por Antonella Rojas Auda)
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