Aunque este año no fui a Colombiamoda, si seguí algunas de sus pasarelas. En esa mirada desde la distancia, me llamó la atención la propuesta de La Coquito del diseñador Tomás Montoya. Una marca que tiene entre sus objetivos recuperar objetos de moda en desuso y transformarlos en tocados y sombreros, que nos remiten a imaginarios llenos de nostalgia, glamour y con gran identidad local. Te invito a conocer su interesante apuesta para mujeres y hombres.
"La propuesta de La Coquito la enmarcaría dentro de lo experimental, pero con una tinta muy fuerte de investigación en lo histórico, en nuestro pasado, la recuperación del pasado, una búsqueda de identidad del vestuario colombiano. Empezó en el Museo de Antioquia con esta riqueza en la pintura costumbrista, colonialista y romántica de inicios del siglo XX. El parámetro inicial fue hacer tocados y sombreros con la técnica clásica. En La Coquito nunca se han improvisado las técnicas, las he estudiado e ido perfeccionando, y muy pocas cosas han cambiado de las técnicas originales.
No quiero competir con la tradición del tocado europeo, ya que tenemos mucha riqueza en Suramérica respecto al uso del tocado y del sombrero, incluso van muy ligados con lo mágico, las comunidades indígenas o la selva. He tratado que La Coquito tenga ese valor especial, que sea autóctono y suramericano. Para mi es tan importante como referente visual la fotografía de una chola en los carnavales de las diabladas de Oruro en Bolivia con sus pompones y sus cintas y sus faldas hermosas, como una foto de John Galliano o Ulyana Seergenko. Cuando estoy creando tomo como referentes las dos, en igual importancia".
"Me gusta hacer ejercicios con las técnicas que tengo menos desarrolladas. Para la última colección trabajé la paja toquilla en diferentes moldes y colores, fue un reto que estaba inexplorado. Aunque no me gusta casarme con ideas estéticas, y depende mucho de lo que esté pensando o sintiendo en determinado momento de la vida o de lo que esté haciendo y el contexto. Si busco que las propuestas sean muy suramericanas.
Mis mayores iconos visuales para La Coquito son mujeres como Yma Sumac, Lila Downs o Carmen Miranda. Ese es el tono que busco lograr con la marca en algún momento, independiente de si saco tocados con aire sadomasoquista o tocados que parecen pastelitos. Ahora para hombres, no he tenido el tiempo de profundizar, también porque el hombre colombiano es más temeroso para usar tocados, sin duda es un universo distinto al de la mujer. He hecho muy pocos pero han gustado, y como dato curioso las plumas en sus orígenes las usaban únicamente los hombres".
"Fue una oportunidad refrescante. A veces como diseñador independiente el impulso se va agotando, además porque trabajo solo: yo diseñador, yo artesano, yo mercadeo, yo diseño gráfico, etc. Y esta oportunidad fue un regalo, una invitación a seguir y fue muy motivador. Creo que la plataforma Colombiamoda es una excelente forma de hacer posicionamiento de marca y eso da estabilidad para seguir solidificándola.
Me atrevería a decir que el trabajo quedó bien hecho, y me ha permitido, mas allá del momento de la sorpresa y la novedad de la pasarela, hacer una evaluación, y descubrir qué debo atender de La Coquito. Entre otras cosas estaremos diseñando un mecanismo sostenible y práctico de empacado para hacer envíos. Y por supuesto, ha llegado el momento de crear una línea fácil de usar, enfocada a los nuevos clásicos del sombrero, como el bombín de paja. Durante el proceso descubrí el corte laser como una alternativa muy positiva para hacer diseños innovadores. Y entraremos también a crear una plataforma de comercio en línea que permita facilitar el contacto y las ventas".
"Si tuviera que hacer una reflexión crítica me iría por el hecho de que nuestra sociedad es, en sí misma, un abismo social y esto impide que se impulse un estilo de vida más 'a la mode'. No es fácil salir a la calle con un tocado y con la mejor de las prendas, como podría pasar en ciudades que tienen siglos y siglos de historia social, cuando al cruzar el semáforo vez como literalmente se deteriora una persona envuelta en toallas tirada en una esquina, que se ve que vive en la completa miseria. Esto, sin duda, afecta la velocidad en que se mueve la moda. La falta de oportunidades que permitan que haya un mínimo de calidad de vida; las personas deben resolver necesidades básicas antes que darse paso a lujos o accesorios de culto como los sombreros, que pueden resultar a veces ociosos.
A la moda colombiana lo que le sobra es creatividad. Es uno de los sistemas culturales de nuestro país que tiene mayor estabilidad y mayor identidad. Hay diversidad, hay muchas propuestas, hay calidad en los textiles y en la factura, y te sientes de alguna forma protegido por el medio, por la red del sistema moda. Tal vez nos falta un poco de innovación en prendas masculinas, hay que romper muchos esquemas y estereotipos todavía, sobre todo en ciudades más uniformistas como Medellín o Cali. Bogotá ha ganado mucho espacio en la experimentación individual".
"Durante toda mi vida me he proyectado de forma intuitiva, no soy muy de pensar en el futuro, porque siento que comprimiría el presente y no quiero ver pasar mi vida ante mis ojos. Odiaba completamente el ejercicio preuniversitario de describe como te imaginas en 10 años. Pero claro que hay que hacer proyecciones y planes para que un negocio prospere.
Estos en este momento incluyen: lograr diversificar la marca y hacerla sostenible. Poder sortear de alguna manera el hecho de que en nuestra economía colombiana una empresa solo se sostiene por cantidad y yo no quiero eso, quiero que mi empresa se mantenga por la calidad.
Y por supuesto, lograr lo que al mismo tiempo fue el gran súper objetivo inicial: recuperar el uso del tocado en nuestro país y redefinir el valor que le damos a nuestra historia del sombrero, ya que lamentablemente quedó manchado de tintes políticos y sociales de hace un siglo y ha sido imposible salir de ellos. El sombrero de fieltro todavía lo relacionamos con la época de la violencia durante los partidos, y el sombrero de paja con las diferentes tribus militantes de las zonas rurales, con nuestra violencia en el campo. Es muy triste, y no quiero decir que hay que olvidarlo, pero si aceptarlo, hacerlo parte de nuestra historia con franqueza, sin histrionismo y seguir adelante.
Por eso, uno de los esfuerzos ha sido retomar todos esos aspectos exóticos, las texturas, las plumas, las lanas, los colores, que pueden afortunadamente sobrevivir a todo eso y tratar de rediseñar con ellos nuevos códigos estéticos que redefinan esa identidad del vestuario colombiano".
La propuesta de La Coquito
"La propuesta de La Coquito la enmarcaría dentro de lo experimental, pero con una tinta muy fuerte de investigación en lo histórico, en nuestro pasado, la recuperación del pasado, una búsqueda de identidad del vestuario colombiano. Empezó en el Museo de Antioquia con esta riqueza en la pintura costumbrista, colonialista y romántica de inicios del siglo XX. El parámetro inicial fue hacer tocados y sombreros con la técnica clásica. En La Coquito nunca se han improvisado las técnicas, las he estudiado e ido perfeccionando, y muy pocas cosas han cambiado de las técnicas originales.
No quiero competir con la tradición del tocado europeo, ya que tenemos mucha riqueza en Suramérica respecto al uso del tocado y del sombrero, incluso van muy ligados con lo mágico, las comunidades indígenas o la selva. He tratado que La Coquito tenga ese valor especial, que sea autóctono y suramericano. Para mi es tan importante como referente visual la fotografía de una chola en los carnavales de las diabladas de Oruro en Bolivia con sus pompones y sus cintas y sus faldas hermosas, como una foto de John Galliano o Ulyana Seergenko. Cuando estoy creando tomo como referentes las dos, en igual importancia".
Los factores que influyen el desarrollo de colecciones de La Coquito
"Me gusta hacer ejercicios con las técnicas que tengo menos desarrolladas. Para la última colección trabajé la paja toquilla en diferentes moldes y colores, fue un reto que estaba inexplorado. Aunque no me gusta casarme con ideas estéticas, y depende mucho de lo que esté pensando o sintiendo en determinado momento de la vida o de lo que esté haciendo y el contexto. Si busco que las propuestas sean muy suramericanas.
Mis mayores iconos visuales para La Coquito son mujeres como Yma Sumac, Lila Downs o Carmen Miranda. Ese es el tono que busco lograr con la marca en algún momento, independiente de si saco tocados con aire sadomasoquista o tocados que parecen pastelitos. Ahora para hombres, no he tenido el tiempo de profundizar, también porque el hombre colombiano es más temeroso para usar tocados, sin duda es un universo distinto al de la mujer. He hecho muy pocos pero han gustado, y como dato curioso las plumas en sus orígenes las usaban únicamente los hombres".
Sus impresiones tras su participación en la Pasarela Infashion-Blancox de Colombiamoda 2013
"Fue una oportunidad refrescante. A veces como diseñador independiente el impulso se va agotando, además porque trabajo solo: yo diseñador, yo artesano, yo mercadeo, yo diseño gráfico, etc. Y esta oportunidad fue un regalo, una invitación a seguir y fue muy motivador. Creo que la plataforma Colombiamoda es una excelente forma de hacer posicionamiento de marca y eso da estabilidad para seguir solidificándola.
Me atrevería a decir que el trabajo quedó bien hecho, y me ha permitido, mas allá del momento de la sorpresa y la novedad de la pasarela, hacer una evaluación, y descubrir qué debo atender de La Coquito. Entre otras cosas estaremos diseñando un mecanismo sostenible y práctico de empacado para hacer envíos. Y por supuesto, ha llegado el momento de crear una línea fácil de usar, enfocada a los nuevos clásicos del sombrero, como el bombín de paja. Durante el proceso descubrí el corte laser como una alternativa muy positiva para hacer diseños innovadores. Y entraremos también a crear una plataforma de comercio en línea que permita facilitar el contacto y las ventas".
Lo que le falta y le sobra a la escena de la moda de autor colombiana según La Coquito
"Si tuviera que hacer una reflexión crítica me iría por el hecho de que nuestra sociedad es, en sí misma, un abismo social y esto impide que se impulse un estilo de vida más 'a la mode'. No es fácil salir a la calle con un tocado y con la mejor de las prendas, como podría pasar en ciudades que tienen siglos y siglos de historia social, cuando al cruzar el semáforo vez como literalmente se deteriora una persona envuelta en toallas tirada en una esquina, que se ve que vive en la completa miseria. Esto, sin duda, afecta la velocidad en que se mueve la moda. La falta de oportunidades que permitan que haya un mínimo de calidad de vida; las personas deben resolver necesidades básicas antes que darse paso a lujos o accesorios de culto como los sombreros, que pueden resultar a veces ociosos.
A la moda colombiana lo que le sobra es creatividad. Es uno de los sistemas culturales de nuestro país que tiene mayor estabilidad y mayor identidad. Hay diversidad, hay muchas propuestas, hay calidad en los textiles y en la factura, y te sientes de alguna forma protegido por el medio, por la red del sistema moda. Tal vez nos falta un poco de innovación en prendas masculinas, hay que romper muchos esquemas y estereotipos todavía, sobre todo en ciudades más uniformistas como Medellín o Cali. Bogotá ha ganado mucho espacio en la experimentación individual".
¿El futuro de La Coquito?
"Durante toda mi vida me he proyectado de forma intuitiva, no soy muy de pensar en el futuro, porque siento que comprimiría el presente y no quiero ver pasar mi vida ante mis ojos. Odiaba completamente el ejercicio preuniversitario de describe como te imaginas en 10 años. Pero claro que hay que hacer proyecciones y planes para que un negocio prospere.
Estos en este momento incluyen: lograr diversificar la marca y hacerla sostenible. Poder sortear de alguna manera el hecho de que en nuestra economía colombiana una empresa solo se sostiene por cantidad y yo no quiero eso, quiero que mi empresa se mantenga por la calidad.
Y por supuesto, lograr lo que al mismo tiempo fue el gran súper objetivo inicial: recuperar el uso del tocado en nuestro país y redefinir el valor que le damos a nuestra historia del sombrero, ya que lamentablemente quedó manchado de tintes políticos y sociales de hace un siglo y ha sido imposible salir de ellos. El sombrero de fieltro todavía lo relacionamos con la época de la violencia durante los partidos, y el sombrero de paja con las diferentes tribus militantes de las zonas rurales, con nuestra violencia en el campo. Es muy triste, y no quiero decir que hay que olvidarlo, pero si aceptarlo, hacerlo parte de nuestra historia con franqueza, sin histrionismo y seguir adelante.
Por eso, uno de los esfuerzos ha sido retomar todos esos aspectos exóticos, las texturas, las plumas, las lanas, los colores, que pueden afortunadamente sobrevivir a todo eso y tratar de rediseñar con ellos nuevos códigos estéticos que redefinan esa identidad del vestuario colombiano".
(Fotos gentileza de La Coquito y Colombiamoda 2013)
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