(Por Equipo Quinta Trends) Una comprensión integral de la historia supone un trabajo multidisciplinario y transversal, en el que estudio y conservación textil es una pieza clave. Así lo pudimos comprobar luego de visitar el Departamento Textil del Museo Histórico Nacional a cargo de Isabel Alvarado y Fanny Espinoza, quienes llevan décadas cuidando nuestro patrimonio y contribuyendo a que tengamos una noción más detallada y profunda de nuestro pasado. Hoy queremos sumergirl@s en el maravilloso mundo de esta dupla que, con mucha pasión y recursos limitados, nos están ayudando a resguardar nuestra memoria y entender quiénes fuimos.
El Departamento Textil del Museo Histórico Nacional nació en 1978 de la mano de María Elena Troncoso, año en que se llamó a los ciudadanos a prestar su indumentaria para montar una exhibición sobre el vestuario de las familias chilenas. La gran mayoría de esas prendas fueron donadas y engrosaron la actual colección de 4.000 piezas compuestas por vestuario, zapatos y accesorios (civil y militar) que fueron usados en Chile por chilenos (mujeres, hombres y niños) extranjeros residentes.
El grueso de la colección se centra en el 1850, 1950 y 1960, con un gran número de prendas festivas por sobre las de uso diario. Isabel justifica esta tendencia señalando que antiguamente se coleccionaban objetivos asociados a celebraciones, más que los que tuvieran que ver con la vida cotidiana. Ello lleva a que las prendas de uso diario que llegan al museo, se tornen incluso más valiosas que aquellas materialmente más ricas.
Pero ¿cuándo llega Isabel y Fanny al museo? En 1979 se incorporaron como voluntarias en búsqueda de material para hacer su tesis. No obstante en 1981, se convierten en funcionarias del Departamento Textil e iniciaron su camino de especialización en conservación textil, que llevó a Isabel a EE.UU. y a Fanny a Alemania.
Por otra parte, el traslado del Museo de calle Miraflores a la Plaza de Armas permitió que el departamento textil ganara una sección compuesta por un taller, un pequeño laboratorio científico y una parte del depósito (el grueso del material se encuentra en el subterráneo). "Es ahí cuando empieza todo el trabajo en torno a las colecciones, su documentación, conservación, restauración y también algunos proyectos de investigación puntuales", nos cuenta Isabel.
La historia del Departamento Textil
El Departamento Textil del Museo Histórico Nacional nació en 1978 de la mano de María Elena Troncoso, año en que se llamó a los ciudadanos a prestar su indumentaria para montar una exhibición sobre el vestuario de las familias chilenas. La gran mayoría de esas prendas fueron donadas y engrosaron la actual colección de 4.000 piezas compuestas por vestuario, zapatos y accesorios (civil y militar) que fueron usados en Chile por chilenos (mujeres, hombres y niños) extranjeros residentes.
El Museo Histórico Nacional posee un catálogo virtual donde se pueden revisar algunos objetos iconos de la colección |
El grueso de la colección se centra en el 1850, 1950 y 1960, con un gran número de prendas festivas por sobre las de uso diario. Isabel justifica esta tendencia señalando que antiguamente se coleccionaban objetivos asociados a celebraciones, más que los que tuvieran que ver con la vida cotidiana. Ello lleva a que las prendas de uso diario que llegan al museo, se tornen incluso más valiosas que aquellas materialmente más ricas.
Pero ¿cuándo llega Isabel y Fanny al museo? En 1979 se incorporaron como voluntarias en búsqueda de material para hacer su tesis. No obstante en 1981, se convierten en funcionarias del Departamento Textil e iniciaron su camino de especialización en conservación textil, que llevó a Isabel a EE.UU. y a Fanny a Alemania.
Fanny Espinoza e Isabel Alvarado junto a una pequeña parte de las piezas textiles |
El camino de la indumentaria que llega al Departamento Textil
Si bien antes el Departamento textil recibía todo lo que les donaban, la falta de espacio las obligó a seleccionar el material recibido, que en algunos casos derivan al departamento educativo, si el donante está de acuerdo.
Por su parte, la indumentaria que si clasifica, se revisa para descartar cualquier "infectación", y posteriormente pasa a un proceso de catalogación, en el que se llena una ficha de inventario con todos sus datos, lo que permite recuperarla fácilmente si un investigador la requiriera. Además es fotografiada y luego guardada. Finalmente se define si será exhibida o formará parte de una serie de libros que ha desarrollado el Departamento con su colección, proceso que supone una documentación e investigación profunda de las piezas.
"Las exposiciones son temporales y la exposición 'permanente' que tenemos tampoco es tan permanente, porque los objetos tienen que estar rotando por temas de conservación: por la exposición a la luz, a los elementos, a los contaminantes. Los textiles permanecen tres o cuatro meses en exposición y después se cambian por otro, van a depósito y así van rotando permanentemente", explica Isabel.
Además comenta que poseen dos líneas de investigación: una asociada a lo científico que se focaliza en la materialidad y conservación de textil; y la otra basada en la historia y sus relaciones económicas y sociales con el entorno.
Los desafíos de la nueva materialidad
Con el paso de los años, el uso de materiales naturales ha dado paso a las fibras artificiales, lo que ha obligado a un proceso de actualización permanente de las funcionarias del Departamento Textil. "Porque hay cosas que te dijeron hace diez años que se usaban para la conservación de un vestido y resulta que después descubrieron que ese material ahora eso es dañino y deja residuos y va resecando las fibras", ejemplifica Fanny.
De hecho, en esta carrera por ganarle al tiempo, el oxígeno es uno de los principales enemigos, ya que acelera el proceso de oxidación de algunas telas que, por ejemplo, se ponen amarillas con el paso del tiempo. Ello obliga a ordenarlas por tipo y someterlas a ciertas condiciones de climatización, lo que no siempre es posible con los textiles artificiales porque se desconoce realmente qué son. "Para poder saber hay que hacer un análisis y mandarlo a un laboratorio, tienes que sacar una muestra, lo que es súper complicado".
Este deterioro también ocurre, complementa Isabel, porque el vestuario no siempre es 100% textil, ya que está compuesto además por elementos decorativos no textiles. Entonces, eso hace un poco más complejo el proceso de conservación de esas piezas.
El Equipo Quinta Trends en el Departamento Textil del Museo Histórico Nacional |
La relación de la identidad y la indumentaria
Para las expertas la indumentaria es uno de los objeto más cercano al individuo, por lo que puede decir muchas cosas de él: su talla, quién lo llevó, su edad, su situación económica, etc. Sin embargo, no poseen suficiente material y recursos para desarrollar investigaciones más profundas que permitan ahondar en este tipo de relaciones entre vestuario y personalidad de, por ejemplo, ciertos personajes destacados.
Esta chaqueta perteneció a Bernardo O'Higgins, que a juzgar por el tamaño y silueta era bajo y con panza |
El cambio del concepto de "heredabilidad"
El uso de nuevos materiales y la fabricación de ropa "desechable" ha transformado el concepto de heredabilidad. Las expertas están de acuerdo con ello y hacen notar que hay objetos que por distintos motivos es posible saber que pertenecieron a otra época y fueron modificados para una época posterior, más moderna. "Probablemente fue heredado y transformado y eso también tiene que ver con la calidad de los materiales antiguos que se mantenían por mucho más tiempo", enfatizan.
Sin embargo, han notado que hoy hay ciertas prendas como los vestidos de bautizo o novia, que aún conservan su potencial heredable. Pero ante la pregunta de qué esperan que llegue en el futuro a su colección, la respuesta va acompañada de una gran interrogante. "Es lo más difícil de imaginar, porque no existe esa cultura de guardar, de valorar y también es difícil porque los cambios son más bruscos y es más complicado saber cuáles son las tendencias más importantes en la moda, las más representativas de los periodos. Es difícil verlo tan de cerca", comenta Isabel.
A lo que Fanny agrega que la globalización tampoco permite hacer muchas diferencias. "Hoy hay cosas paralelas, o sea, la gente se viste de muchas maneras, no todo el mundo sigue la moda, no hay una moda tan marcada como antes", afirma.
Objetos favoritos de la colección
Si bien seleccionar un par de objetos de la colección textil del Museo Histórico Nacional puede llegar a ser una tarea imposible, Isabel Alvarado, si logra determinar uno que le llama mucho la atención: un poncho Alto Perú del siglo XVIII, que contiene muchos elementos interesantes, porque desde el punto de vista de los diseños y bordados, tiene elementos europeos, además de locales del altiplano (una vizcacha), pero también hay elementos orientales.
"Es fantástico ese poncho porque estos elementos orientales hacen bastante posible que haya sido bordado en China por un encargo de Perú. Para mí ese objeto es notable del punto de vista de la información que tú puedes extraer de él. Y otro objeto que es notable es el uniforme de una cantinera de la Guerra del Pacífico, porque no hay otro, o sea, para mí esos son como súper importantes", remarca Isabel.
Mientras Fanny Espinoza se inclina por un estandarte español de la época de la Independencia que restauró en un proceso que fue similar a armar un rompecabezas, buscando documentación y referencias. Además de un vestido de 1840 que tenía unas plumas de terciopelo, que llegó muy transformado y que rehicieron guiadas por las fotografías. "Esa cosa de la reconstrucción que tú tienes que investigar para poder hacer de nuevo. Eso a mí me llama la atención", concluye.
¿Conocías la colección textil del Museo Histórico Nacional?
(Fotografías Lontano)
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