(Por Alicia Díaz*) ¿Se puede hablar de moda en Chile? La asesora de imagen española, Alicia Díaz, nueva colaboradora de Quinta Trends, nos cuenta sus impresiones sobre la estética chilena tras dos años en nuestro país. Chile ha experimentado, en esta primera etapa del siglo XXI, un gran crecimiento económico y social, pero ¿va ligado esto a algún cambio en la indumentaria? ¿Es Chile un país de moda? Alicia lo dilucidará.
Moda. Concepto tan ajeno como ordinario, tan efímero como concreto. La moda tal y como la conocemos hoy no es sino el resultado de los acontecimientos políticos, sociales y económicos ocurridos en la Europa del siglo XX. La evolución histórica europea provoca en Francia un je ne sais quoi con sed de diseño y convierte al país galo en el precursor del controvertido fashion world.
Durante todo un siglo se inventaron prendas, estilos, esloganes...y las publicaciones de moda se convirtieron en algo tan cotidiano como los periódicos. Pero, ¿qué pasaba mientras tanto en Latinoamérica? Todos dicen que su historia es más reciente y, por eso, aquí la moda se ha ido haciendo hueco a empujones en los últimos años.
Y es que la moda no es algo que forme parte activa de la vida del chileno y eso se aprecia fácilmente en las calles. Ropas simples y cómodas, sin esfuerzo ni excesiva preocupación estética. En domingo un buzo (eso sí, de marca), unos blue jeans para salir de paseo y el clásico dos piezas para ir a trabajar de lunes a viernes en cualquier color sobrio. No hay riesgo, no hay emoción, no hay moda. Las calles de Santiago se llenan cada día de maniquíes monocromáticos en negros, grises y algún despistado beige que enseguida se hace notar en el vagón del metro.
Llega el verano y continuamos con la excusa "el negro siempre es elegante". Pero también nos encontramos con algunos, escasos, pero extremos contrarios. Auténticos arcoiris ambulantes porque "verano es sinónimo de luz y color". No cabe duda de que ambas afirmaciones son ciertas, pero falta una máxima sin la que la moda no sería lo que es, sino solo un conglomerado de prendas colgadas en perchas sin vida. No todo lo que se lleva se adapta a todos los que lo quieren. La moda, al igual que las películas, debería ser clasificada porque no todo lo que dictan las revistas es apto para todos los públicos y la elegancia es en esencia, lucir lo que a uno le queda bien.
Si bien es cierto que en los últimos años he podido observar algún atisbo de atrevimiento, en mi opinión, el concepto es algo erróneo. No el que más arriesga el que mejor se viste, ni el que mezcla más estampados el que más sabe de moda. Se pueden lograr buenos y, sobre todo, adecuados looks sin convertirse en excéntrico o en un árbol de Navidad en pleno abril.
En Chile he observado una gran complejidad y una búsqueda de “lo imposible” que aún intento descifrar. Este país sigue viviendo un proceso de cambios entre democracia y dictadura, entre libertad y represión. Y esto se siente en las calles. La manera de vestir es una forma de expresar, provocar, reivindicar una idea, como en la Europa de 1900, y eso aún en Chile es algo que falta por hacer, porque antes hay que superar un gran handicap: el valor de lo externo en detrimento de la creación propia.
Esa tendencia a considerar que lo que viene de afuera es mejor que lo que se produce aquí, me lleva cuestionarme si los diseñadores nacionales prefieren buscar un lugar en donde sus prendas sean más apreciadas o si será una mera cuestión de tiempo el que disciplinas artísticas como el diseño se conviertan en carreras tan solicitadas como las ingenierías.
De aquí a unos años (seguro que no muchos) Chile estará a la vanguardia de las últimas tendencias porque, si algo bueno tienen los chilenos, es su capacidad de adaptación y receptividad ante nuevas corrientes y desafíos.
Sin duda, va a ser una década interesante en este angosto país que no pienso perderme.
*Alicia Díaz es productora de moda, fashion stylist y personal shopper made in Spain.
El vestir nacional desde una mirada española
Moda. Concepto tan ajeno como ordinario, tan efímero como concreto. La moda tal y como la conocemos hoy no es sino el resultado de los acontecimientos políticos, sociales y económicos ocurridos en la Europa del siglo XX. La evolución histórica europea provoca en Francia un je ne sais quoi con sed de diseño y convierte al país galo en el precursor del controvertido fashion world.
Durante todo un siglo se inventaron prendas, estilos, esloganes...y las publicaciones de moda se convirtieron en algo tan cotidiano como los periódicos. Pero, ¿qué pasaba mientras tanto en Latinoamérica? Todos dicen que su historia es más reciente y, por eso, aquí la moda se ha ido haciendo hueco a empujones en los últimos años.
Y es que la moda no es algo que forme parte activa de la vida del chileno y eso se aprecia fácilmente en las calles. Ropas simples y cómodas, sin esfuerzo ni excesiva preocupación estética. En domingo un buzo (eso sí, de marca), unos blue jeans para salir de paseo y el clásico dos piezas para ir a trabajar de lunes a viernes en cualquier color sobrio. No hay riesgo, no hay emoción, no hay moda. Las calles de Santiago se llenan cada día de maniquíes monocromáticos en negros, grises y algún despistado beige que enseguida se hace notar en el vagón del metro.
Llega el verano y continuamos con la excusa "el negro siempre es elegante". Pero también nos encontramos con algunos, escasos, pero extremos contrarios. Auténticos arcoiris ambulantes porque "verano es sinónimo de luz y color". No cabe duda de que ambas afirmaciones son ciertas, pero falta una máxima sin la que la moda no sería lo que es, sino solo un conglomerado de prendas colgadas en perchas sin vida. No todo lo que se lleva se adapta a todos los que lo quieren. La moda, al igual que las películas, debería ser clasificada porque no todo lo que dictan las revistas es apto para todos los públicos y la elegancia es en esencia, lucir lo que a uno le queda bien.
"Las calles de Santiago se llenan cada día de maniquíes monocromáticos" |
Si bien es cierto que en los últimos años he podido observar algún atisbo de atrevimiento, en mi opinión, el concepto es algo erróneo. No el que más arriesga el que mejor se viste, ni el que mezcla más estampados el que más sabe de moda. Se pueden lograr buenos y, sobre todo, adecuados looks sin convertirse en excéntrico o en un árbol de Navidad en pleno abril.
En Chile he observado una gran complejidad y una búsqueda de “lo imposible” que aún intento descifrar. Este país sigue viviendo un proceso de cambios entre democracia y dictadura, entre libertad y represión. Y esto se siente en las calles. La manera de vestir es una forma de expresar, provocar, reivindicar una idea, como en la Europa de 1900, y eso aún en Chile es algo que falta por hacer, porque antes hay que superar un gran handicap: el valor de lo externo en detrimento de la creación propia.
Esa tendencia a considerar que lo que viene de afuera es mejor que lo que se produce aquí, me lleva cuestionarme si los diseñadores nacionales prefieren buscar un lugar en donde sus prendas sean más apreciadas o si será una mera cuestión de tiempo el que disciplinas artísticas como el diseño se conviertan en carreras tan solicitadas como las ingenierías.
De aquí a unos años (seguro que no muchos) Chile estará a la vanguardia de las últimas tendencias porque, si algo bueno tienen los chilenos, es su capacidad de adaptación y receptividad ante nuevas corrientes y desafíos.
Sin duda, va a ser una década interesante en este angosto país que no pienso perderme.
*Alicia Díaz es productora de moda, fashion stylist y personal shopper made in Spain.
(Fotos:123rf)
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