En los últimos años he escuchado consignas entusiastas que afirman que la diversidad ha llegado a la moda. Ello porque algunas marcas han optado, ya sea en sus pasarelas y/o campañas, por personas con discapacidad, de diversas tallas, edades, etnias y género. Sin embargo, cada vez que oigo esa noticia, una sonrisa cínica aflora en mi rostro. ¿Cuánta de esta inclusión apela a un cambio real de paradigma, cuánta es tendencia y cuánta es un mero "mito urbano"? Hoy le daré una vuelta.
Romper un paradigma supone derribar los esquemas mentales que han sostenido una realidad y entregar una nueva "ruta de lectura". El mundo de la moda no se queda ajeno a esta afirmación. Sus cimientos están construidos en base a un modelo hegemónico occidental que tiene como sustento la economía de libre mercado.
En esa sociedad de las "falsas alternativas", nos hemos acostumbrado a que nos "vendan" discursos de diversidad como meros eslogans de productos, lo que se traduce en la apuesta por "lo diferente", respondiendo a la tendencia, más que a la intención de refundar el sistema. "Soy diferente hasta que la tendencia diga lo contrario".
Ello resulta claro al analizar las acciones de las marcas y la respuesta de los medios asociados al sector: todos se alegran, se escriben notas y reportajes, pero en el número subsiguiente todo se mantiene igual. Las mujeres plus size regresan a la banca, al tiempo que las personas con discapacidad toman la primera posición. No obstante, la "silla musical" no se detiene y nadie logra quedar de titular.
Sólo vuelven a brillar cuando la misma industria, interpelada por sus PRs, recuerda que lo "políticamente correcto" es vitorear por la inclusión de las nuevas tipologías de consumidor. Hay que romper con la idea de que es un "mito urbano" que alguien, ajeno a los cánones tradicionales, será protagonista de una portada o una pasarela indefinidamente.
Por suerte, hay grupos dentro del negocio de la moda, que comprenden que la demagogia no rompe los paradigmas y que se necesitan acciones concretas para hacer de la diversidad lo normal, y transformar al diverscore, como una respuesta en estilo, no tendencia de esta afirmación de la realidad (en este caso es imposible hablar de una "nueva realidad", ya que la realidad fuera de la moda es diversa).
En esta línea encontramos a All Walks Beyond the Catwalk, iniciativa fundada por Caryn Franklin, Debra Bourne y Erin O’Connor, que trabaja para "influir en los diseñadores, los creativos top de la industria, los estudiantes de moda y sus escuelas desafiando la dependencia de la industria de la moda a ideales de cuerpo y belleza inalcanzables y limitados por el respeto a la diversidad".
En Chile, la revista Ya de El Mercurio, se ha sumado a una cruzada en este sentido, sosteniendo un "compromiso por la imagen saludable de la mujer", que supone, entre otras cosas, "no utilizar photoshop para alterar la imagen real de la persona".
No obstante, tanto acá como en varios países del mundo, las transformaciones conductuales van de la mano de las leyes. Sin ellas, muchas cosas podrían seguir in eternum de la misma forma, porque así lo dicta la costumbre.
Por lo mismo, en Francia tuvieron que dictar una ley para luchar contra la excesiva delgadez de las modelos, exigiendo un certificado médico para quien quiera ejercer esa profesión en ese país, y obligando también a aclarar cuándo se retocó una foto. Se espera que esto provoque una disminución de los trastornos alimenticios y eventualmente un cambio en la industria.
Si bien este tipo de iniciativas son un hito del que aún no conocemos sus consecuencias, todavía queda mucho camino por recorrer para lograr la inclusión en el sentido ampliado de todos las tipologías de seres humanos existentes, que consumen ropa, independiente de lo que se proyecte en la gigantografía callejera.
Son ellos los que esperan mirarse al espejo y sonreír sinceramente al ser reconocidos también como protagonistas de esta pasarela.
¿La pasarela de la diversidad en la moda?
Romper un paradigma supone derribar los esquemas mentales que han sostenido una realidad y entregar una nueva "ruta de lectura". El mundo de la moda no se queda ajeno a esta afirmación. Sus cimientos están construidos en base a un modelo hegemónico occidental que tiene como sustento la economía de libre mercado.
En esa sociedad de las "falsas alternativas", nos hemos acostumbrado a que nos "vendan" discursos de diversidad como meros eslogans de productos, lo que se traduce en la apuesta por "lo diferente", respondiendo a la tendencia, más que a la intención de refundar el sistema. "Soy diferente hasta que la tendencia diga lo contrario".
Ello resulta claro al analizar las acciones de las marcas y la respuesta de los medios asociados al sector: todos se alegran, se escriben notas y reportajes, pero en el número subsiguiente todo se mantiene igual. Las mujeres plus size regresan a la banca, al tiempo que las personas con discapacidad toman la primera posición. No obstante, la "silla musical" no se detiene y nadie logra quedar de titular.
Sólo vuelven a brillar cuando la misma industria, interpelada por sus PRs, recuerda que lo "políticamente correcto" es vitorear por la inclusión de las nuevas tipologías de consumidor. Hay que romper con la idea de que es un "mito urbano" que alguien, ajeno a los cánones tradicionales, será protagonista de una portada o una pasarela indefinidamente.
Por suerte, hay grupos dentro del negocio de la moda, que comprenden que la demagogia no rompe los paradigmas y que se necesitan acciones concretas para hacer de la diversidad lo normal, y transformar al diverscore, como una respuesta en estilo, no tendencia de esta afirmación de la realidad (en este caso es imposible hablar de una "nueva realidad", ya que la realidad fuera de la moda es diversa).
En esta línea encontramos a All Walks Beyond the Catwalk, iniciativa fundada por Caryn Franklin, Debra Bourne y Erin O’Connor, que trabaja para "influir en los diseñadores, los creativos top de la industria, los estudiantes de moda y sus escuelas desafiando la dependencia de la industria de la moda a ideales de cuerpo y belleza inalcanzables y limitados por el respeto a la diversidad".
En Chile, la revista Ya de El Mercurio, se ha sumado a una cruzada en este sentido, sosteniendo un "compromiso por la imagen saludable de la mujer", que supone, entre otras cosas, "no utilizar photoshop para alterar la imagen real de la persona".
No obstante, tanto acá como en varios países del mundo, las transformaciones conductuales van de la mano de las leyes. Sin ellas, muchas cosas podrían seguir in eternum de la misma forma, porque así lo dicta la costumbre.
Por lo mismo, en Francia tuvieron que dictar una ley para luchar contra la excesiva delgadez de las modelos, exigiendo un certificado médico para quien quiera ejercer esa profesión en ese país, y obligando también a aclarar cuándo se retocó una foto. Se espera que esto provoque una disminución de los trastornos alimenticios y eventualmente un cambio en la industria.
Si bien este tipo de iniciativas son un hito del que aún no conocemos sus consecuencias, todavía queda mucho camino por recorrer para lograr la inclusión en el sentido ampliado de todos las tipologías de seres humanos existentes, que consumen ropa, independiente de lo que se proyecte en la gigantografía callejera.
Son ellos los que esperan mirarse al espejo y sonreír sinceramente al ser reconocidos también como protagonistas de esta pasarela.
(Fotos gentileza de All Walks Beyond the Catwalk)
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