Enfrentar mi clóset luego del nacimiento de Pedrito ha sido un proceso lleno de matices. Si bien fruto del deporte y la alimentación saludable logré recuperar mi peso con relativa rapidez, todavía no me siento "100% yo" pre-embarazo. Porque más allá de los cambios obvios, la lactancia y el reacomodo de las hormonas han vuelto loco a mi espejo. Pero ¿qué hacer con este juego implacable de la autopercepción en un periodo donde la sociedad insiste en transformarlo en cuento de Disney? Hoy le doy una vuelta.
En mi primer embarazo (y en la previa) tenía otro cuerpo (dos tallas más que la actual para que se hagan una idea), por lo que no tenía grandes expectativas post parto. Sin embargo, en esta oportunidad me preparé para vivir y gozar la etapa, considerando también que una subida muy abrupta de peso podría traerme "consecuencias", que no tendría ganas de experimentar.
Por lo mismo, hice deporte, moderé mi alimentación y logré subir 13 gloriosos kilos, que bajé, casi en un sopetón, cuando nació Pedrito. No obstante, luego de una primera sensación de triunfo en medio de "una guerra" comencé a "verme" diferente. No me mal entiendan, me sentía muy feliz y plena en mi condición de madre por segunda vez, pero había algo que no me calzaba literalmente. Mi cuerpo era, pero no era el mismo.
Acto seguido comencé a "revolver" el clóset para buscar cosas que ponerme ayudada, en los primeros meses, de un calzón faja para reajustar la panza. Al principio la mayor barrera fue mi busto (pechugas XL en chileno) que estaba (están por momentos), debido a la lactancia, "sobredimensionado". Por lo mismo, no cualquier prenda me servía, además tenía que considerar que no era práctico andar por la vida mostrando hasta el alma cuando Pedrito tuviera hambre, por eso tuve que restringir el uso de aquella ropa que no me permitiera "despechugarse" con dignidad.
Lo anterior se relativizó cuando comencé a trabajar media jornada -en mi postnatal parental- ya que pude usar vestidos cerrados considerando sólo que me entraran y que pudiera cerrarlo sin ayuda, luego de sacarme leche (labor obligatoria de mi mañana de ofis).
Sin embargo, comencé a notar que no todos mis vestidos de antaño me eran cómodos, y que las siluetas más holgadas y con la cintura marcada y gran ruedo eran mis opciones favoritas. Mientras que las más ceñidas me ponían incómoda. Más aún cuando decidí dejar de usar el calzón faja y asumí que la panza tendría que afirmarla con deporte si no quería morir de calor.
Lo "curioso" de todo este proceso es que no tengo claridad del horizonte que marcara "el retorno", porque según he leído, la recuperación del cuerpo depende no sólo de la lactancia, sino también de cada mujer, edad y condición física. Lo que añade incertidumbre en momento que el espejo, a veces, es implacable (realidad o ficción individual).
Además, en este tiempo de "dimes y directes" conmigo misma, he descubierto que la oferta de ropa, tanto de autor como masiva, pensaba en este periodo post es tan escasa como en el momento anterior, ya que obviamente nadie diseña teniendo como arquetipo una madre de lactante. Por eso he tenido que improvisar y cuando salgo con Pedrito usar sólo vestido con botones o en su efecto "dos piezas".
¿Te ha pasado algo parecido en algún momento de tu vida en el que tu cuerpo cambió por la maternidad u otras razones? ¿cómo viviste el proceso? ¿cuáles fueron tus aprendizajes? Yo estoy en el camino de "recogerlos".
El clóset y yo: post embarazo y lactancia
En mi primer embarazo (y en la previa) tenía otro cuerpo (dos tallas más que la actual para que se hagan una idea), por lo que no tenía grandes expectativas post parto. Sin embargo, en esta oportunidad me preparé para vivir y gozar la etapa, considerando también que una subida muy abrupta de peso podría traerme "consecuencias", que no tendría ganas de experimentar.
Por lo mismo, hice deporte, moderé mi alimentación y logré subir 13 gloriosos kilos, que bajé, casi en un sopetón, cuando nació Pedrito. No obstante, luego de una primera sensación de triunfo en medio de "una guerra" comencé a "verme" diferente. No me mal entiendan, me sentía muy feliz y plena en mi condición de madre por segunda vez, pero había algo que no me calzaba literalmente. Mi cuerpo era, pero no era el mismo.
En mis vacaciones en Hawaii con 32 semanas de embarazo en julio 2015 versus una foto de noviembre de 2015 dos meses y medio después del nacimiento de Pedrito |
Acto seguido comencé a "revolver" el clóset para buscar cosas que ponerme ayudada, en los primeros meses, de un calzón faja para reajustar la panza. Al principio la mayor barrera fue mi busto (pechugas XL en chileno) que estaba (están por momentos), debido a la lactancia, "sobredimensionado". Por lo mismo, no cualquier prenda me servía, además tenía que considerar que no era práctico andar por la vida mostrando hasta el alma cuando Pedrito tuviera hambre, por eso tuve que restringir el uso de aquella ropa que no me permitiera "despechugarse" con dignidad.
Estos calzones faja fueron mi "ropa interior" de culto los primeros 3 meses post embarazo |
Lo anterior se relativizó cuando comencé a trabajar media jornada -en mi postnatal parental- ya que pude usar vestidos cerrados considerando sólo que me entraran y que pudiera cerrarlo sin ayuda, luego de sacarme leche (labor obligatoria de mi mañana de ofis).
Sin embargo, comencé a notar que no todos mis vestidos de antaño me eran cómodos, y que las siluetas más holgadas y con la cintura marcada y gran ruedo eran mis opciones favoritas. Mientras que las más ceñidas me ponían incómoda. Más aún cuando decidí dejar de usar el calzón faja y asumí que la panza tendría que afirmarla con deporte si no quería morir de calor.
El vestido de la colección de los "Héroes del Pueblo: el chinchinero" que hicimos con Sr.Gonzalez ha sido uno de mis favoritos de este periodo (arriba salgo vestida con él) porque tiene botones y me facilita la lactancia |
Lo "curioso" de todo este proceso es que no tengo claridad del horizonte que marcara "el retorno", porque según he leído, la recuperación del cuerpo depende no sólo de la lactancia, sino también de cada mujer, edad y condición física. Lo que añade incertidumbre en momento que el espejo, a veces, es implacable (realidad o ficción individual).
Además, en este tiempo de "dimes y directes" conmigo misma, he descubierto que la oferta de ropa, tanto de autor como masiva, pensaba en este periodo post es tan escasa como en el momento anterior, ya que obviamente nadie diseña teniendo como arquetipo una madre de lactante. Por eso he tenido que improvisar y cuando salgo con Pedrito usar sólo vestido con botones o en su efecto "dos piezas".
¿Te ha pasado algo parecido en algún momento de tu vida en el que tu cuerpo cambió por la maternidad u otras razones? ¿cómo viviste el proceso? ¿cuáles fueron tus aprendizajes? Yo estoy en el camino de "recogerlos".
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