Si te pidieran que pensaras en un país y particularmente en Chile, ¿qué atributos se te vendrían a la mente? Seguramente el listado tendría tanto aspectos positivos como negativos, muchos de ellos asociados a situaciones o hechos concretos, mientras otros serían fruto de percepciones e intangibles. En este contexto la moda de autor puede tener un rol clave, ya que al estar cimentada en la innovación y un relato con identidad que busca trascender en el tiempo, puede aportar con un capital simbólico a la imagen país, que va más allá del producto mismo. Pero ¿cómo se materializa este aporte? ¿todas las marcas tienen este potencial? Hoy le doy una vuelta.
Crear pensando en la imagen país es un proceso que muy pocas marcas tienen en su radar estratégico. Si bien la moda de autor, intrínsecamente, desarrolla propuestas cimentada en una identidad local con raigambre en el pasado, presente y futuro, su escena no está articulada desde este paradigma.
De hecho, hay muchas marcas que no tienen conciencia de la contribución de sus "relatos" a la imagen país, debido a que no sólo dan cuenta de una determinada resignificación de conceptos o materialidad, sino también están sostenidos en oficios y/o técnicas que hablan de tradición, vanguardia y/o herencia inmaterial.
Todos estos elementos se constituyen en valores que se transmiten al público que consume estos bienes -tanto nacional como internacional-y que comienzan a asociarlos de forma natural con el país de procedencia. Situación que resulta muy clara cuando hablamos, por ejemplo, de la moda italiana, francesa e inglesa y la diversidad de atributos positivos que han traspasado a la imagen de sus respectivos países.
Sin embargo, esta forma de soft power o poder blando no puede sostenerse solo, requiere de una institucional que apueste por él y le entregue las herramientas para construir un relato que esté en sintonía con los valores transversales de la marca país, como también con aquellos específicos de esta escena.
Asimismo, estos atributos deben tener como resultado productos que hablen de cadenas de valor completas y armónicas. Lo que supone diseñar políticas públicas que "creen industria" y que permitan visualizar estas cadenas, no sólo sus prendas (la mayoría de las veces fruto de cadenas de valor incompletas).
Para lograr lo anterior se requiere tanto del aparato estatal como de los privados, no solo como personas naturales, sino como gremios o asociaciones que ayuden a articular y dar forma a estos relatos, mediante a una estrategia comunicacional de rasgos comunes, que vean en las redes sociales el canal natural para "contagiar" y transmitir los valores de la "marca país - moda" de manera orgánica, espontánea y concreta.
Chile, a través de la Fundación Imagen de Chile, de a poco ha ido comprendiendo el potencial de la moda de autor en el crecimiento de la marca país. No obstante, mientras acá avanzamos "un paso", nuestros socios de la Alianza de Pacífico (Perú, Colombia y México) están dando dos o más. Ello se evidencia aún más al observar a nuestro vecino, Argentina y su trabajo de más de una década en este sentido.
En un siglo en que los países "ganan cara" -como dicen los asiáticos- no sólo por sus productos tradicionales, sino también por sus actos y relatos creativos, resulta urgente comprender que para "vender imagen país", tanto adentro como afuera, hay que fortalecer las industrias, y en este caso, la escena de la moda de autor para que sus atributos no se desvanezcan con la primera lavada, y logren permear los cuerpos de quienes los portan.
Crear moda de autor que aporte a la imagen país
Crear pensando en la imagen país es un proceso que muy pocas marcas tienen en su radar estratégico. Si bien la moda de autor, intrínsecamente, desarrolla propuestas cimentada en una identidad local con raigambre en el pasado, presente y futuro, su escena no está articulada desde este paradigma.
De hecho, hay muchas marcas que no tienen conciencia de la contribución de sus "relatos" a la imagen país, debido a que no sólo dan cuenta de una determinada resignificación de conceptos o materialidad, sino también están sostenidos en oficios y/o técnicas que hablan de tradición, vanguardia y/o herencia inmaterial.
Todos estos elementos se constituyen en valores que se transmiten al público que consume estos bienes -tanto nacional como internacional-y que comienzan a asociarlos de forma natural con el país de procedencia. Situación que resulta muy clara cuando hablamos, por ejemplo, de la moda italiana, francesa e inglesa y la diversidad de atributos positivos que han traspasado a la imagen de sus respectivos países.
La moda de autor nacional como conjunto o alguna de sus marcas podrían ser protagonistas de estos videos creados por Fundación Imagen de Chile |
Sin embargo, esta forma de soft power o poder blando no puede sostenerse solo, requiere de una institucional que apueste por él y le entregue las herramientas para construir un relato que esté en sintonía con los valores transversales de la marca país, como también con aquellos específicos de esta escena.
Asimismo, estos atributos deben tener como resultado productos que hablen de cadenas de valor completas y armónicas. Lo que supone diseñar políticas públicas que "creen industria" y que permitan visualizar estas cadenas, no sólo sus prendas (la mayoría de las veces fruto de cadenas de valor incompletas).
Para lograr lo anterior se requiere tanto del aparato estatal como de los privados, no solo como personas naturales, sino como gremios o asociaciones que ayuden a articular y dar forma a estos relatos, mediante a una estrategia comunicacional de rasgos comunes, que vean en las redes sociales el canal natural para "contagiar" y transmitir los valores de la "marca país - moda" de manera orgánica, espontánea y concreta.
Pasarela ProModa es un claro ejemplo de la valoración que le da, un gremio empresarial como la Cámara Regional de Comercio y ProChile, a la moda de autor como embajadora de marca país |
Chile, a través de la Fundación Imagen de Chile, de a poco ha ido comprendiendo el potencial de la moda de autor en el crecimiento de la marca país. No obstante, mientras acá avanzamos "un paso", nuestros socios de la Alianza de Pacífico (Perú, Colombia y México) están dando dos o más. Ello se evidencia aún más al observar a nuestro vecino, Argentina y su trabajo de más de una década en este sentido.
En un siglo en que los países "ganan cara" -como dicen los asiáticos- no sólo por sus productos tradicionales, sino también por sus actos y relatos creativos, resulta urgente comprender que para "vender imagen país", tanto adentro como afuera, hay que fortalecer las industrias, y en este caso, la escena de la moda de autor para que sus atributos no se desvanezcan con la primera lavada, y logren permear los cuerpos de quienes los portan.
(Foto principal de iz a de: Logo Chile, Karen Bittencourt, Catalina Ramírez de Arellano, Telare, Almadura, La Hilanderia x 2, Chilota, Fran Montecino)
COMMENTS