Me cautivan e intrigan las marcas luchadoras, aquellas que a pesar de las tormentas luchan por no tambalear, pelean por desarrollar productos de calidad desde la humildad del oficio artesanal. Pero por sobre todo, intentan transparentar sus procesos y cadena de valor. La etiqueta de zapatos de autor, Gandarva Zapatería, reúne cada una de las características antes mencionadas. Sus creadores, Constanza Candia y Benjamín Winter han sabido sortear las dificultades y crear una propuesta que encierra una filosofía que apasiona y contagia. Hoy Constanza nos cuenta más sobre ella en clave personal.
"La describimos como una zapatería artesanal con un concepto social por delante. No sólo un 'zapato bonito', sino esencialmente un concepto de trabajo, que como empresa -a nivel de equipo humano y comunicacional- se basa en fundamentos de transparencia, respeto, horizontalidad y trabajo en conjunto. Creemos en el precio justo del trabajo y en el valor del tiempo de las personas, por lo mismo trabajamos integrando taller y tienda. Para nosotros el proceso productivo es la mejor vitrina de nuestro trabajo. Si quieres un zapato, ven y camina por nuestro taller hasta llegar a él.
Tenemos toda una línea de accesorios que decoran el zapato, y es algo que aún queremos seguir desarrollando bien, tanto para segmentos específicos como las novias, como para niñas y guaguas (bautizos, matrimonios, celebraciones o salidas especiales), porque creemos que parte de esto es abrir caminos en la exploración del oficio, un poco de la mano con la tecnología, las comunicaciones y sobre todo el arte. Nos consideramos simples, pero versátiles. Abiertos a la experimentación.
Pensamos no en todos, pero en muchos, por eso ahora comenzaremos una propuesta de calzado femenino para mujeres que calzan 42 y 43, ya que con números pequeños ya comenzamos a trabajar hace tiempo, y nos ilumina ver cómo una mujer que nunca pudo encontrar zapatos, ahora se siente cómoda y femenina con colores y formas que la identifican en su diario vivir. Y así vamos sumando, igual con guaguitas, hombres y niños. Gandarva es un emprendimiento familiar. Aquí vienen mucho en familia, y nos dicen 'mi hijo quiere zapatos', 'mi marido quiere zapatos'; 'mi mamá', para un regalo, para un bebé que recién nació, etc".
"No trabajamos por colección, trabajamos por modelos base que adaptamos según lo que se nos va ocurriendo. Ejemplo ello es nuestra clásica ballerina de una pieza. Hemos derivado en ballerinas con accesorios (al menos 8 tipos de accesorios), modelos con más piezas (posibilidad de combinar más colores), dedos descubiertos (boquita de pescado) o incluso las hebillas, y ahora tacos, los que ahora estamos variando aún más para tirarnos más a mar abierto este 2017 con la experimentación.
Lo que influye es lo que quiere la gente para su diario vivir. Nos dejamos llevar por los colores que nos ofrece el mercado nacional, que es bastante acotado, pero suficiente para ofrecer un abanico de más posibilidades si sabemos mezclarlas bien. No le tenemos miedo a los amarillos, floreados, texturizados y tampoco nos regimos 100% por temporadas. Creemos que nuestras clientas pueden ir animándose junto a nosotros a implementar mayor diversidad en su calzado habitual. Por eso somos artesanales".
"No me interesa en absoluto el concepto de 'moda', lo encuentro hermético, y me carga sentirme obligada a llevar una tendencia porque a otro país o gran empresa se le ocurrió. Para qué repetir las plataformas de madera o las 'panchitas', si hay cien billones haciendo lo mismo. Después la gente no valora si es una tendencia industrial o la identidad de una marca. Creo que al estar constantemente cambiando y creando, hemos logrado ir entendiendo muy de cerca a las mujeres chilenas. Nuestras clientas tienen varios zapatos nuestros. Nadie tiene uno, siempre encargan alguno a pedido, se familiarizan con el proceso. Con el tiempo aplican tecnicismos para encargar sus zapatos, y eso nos enriquece y nos permite pensar que podremos sostenernos más allá de los cambios de la moda, del sistema económico, político o social del país. Siendo una pequeña zapatería local con identidad propia. Porque es lo que queremos ser, una marca artesanal flexible y abierta. Y lo que realmente somos se irá viendo con el tiempo".
"El desafío diario es que las personas aprendan a no exigirte que seas un Falabella o funciones con las prácticas del retail. Que entiendan que nuestros procesos trabajan a otra escala, que lo vean, lo experimenten, que nos quieran por lo que somos desde ese lugar. Que disfruten compartir con nosotros la experiencia del zapato, que se empapen del cuero, el pegamento, los mesones de corte, el aparado, y vean nuestras manos en acción para lograr el producto que ellas desean o idearon junto a nosotros".
"Nosotros aportamos en proponer hacer todo por ti mismo, no seguir las prácticas de las escuelas que tenemos en Chile como el barrio Victoria o las fábricas que quebraron y dejar a muchos operarios o fabricantes desarticulados, sino repensar este esquema que tenemos como referente, para construir uno nuevo, desde nuestra propia visión. Formalizar los procesos, hacer de esto una forma de vida y una fuente de trabajo de calidad.
Disfrutar equivocarnos e indagar, desarrollar un modelo nuevo, encontrar infinitas posibilidades y no dejar de explorar, porque se pueden hacer infinidad de cosas, pero todos se quedan en hacer productos que peguen rápido y no que sean únicos, sino muy en serie, para que el negocio funcione, pero no todo es eso.
Nosotros no queremos posicionarnos como una marca que se basa en el diseño, porque son procesos que tarde o temprano encarecen el producto, creemos en un producto lúdico y a su vez asequible. Variable según tus propios requerimientos y grado de sofisticación.
Queremos ver nuestro escritorio lleno de mujeres pensando y soñando en lo mejor para sus pies, haciendo sus encargos especiales en función del espectro que nosotros podemos ofrecerles, siempre pensando que detrás de lo que llevan hay manos y personas que con mucho amor entregan lo que saben".
"La imagino más descentralizada y con más personas operando para mantener este concepto vivo, atendiendo a las personas como se merecen, logrando la verdadera democratización de lo hecho a mano. Porque creo que lo artesanal es aplicable al uso diario y no solo una pieza decorativa o de colección, histórica y que se guarda en la caja para sacarla una vez al año. Por eso me separo del diseño, para abrir camino, pero en conceptos, más que en una identidad meramente aplicada al producto. Al final está lleno de zapaterías, pero de identidad para hacer las cosas, no. Aquí amamos estar juntos y crear, luego el resto viene solo. La gente ve y aprecia eso".
La propuesta de Gandarva Zapatería
"La describimos como una zapatería artesanal con un concepto social por delante. No sólo un 'zapato bonito', sino esencialmente un concepto de trabajo, que como empresa -a nivel de equipo humano y comunicacional- se basa en fundamentos de transparencia, respeto, horizontalidad y trabajo en conjunto. Creemos en el precio justo del trabajo y en el valor del tiempo de las personas, por lo mismo trabajamos integrando taller y tienda. Para nosotros el proceso productivo es la mejor vitrina de nuestro trabajo. Si quieres un zapato, ven y camina por nuestro taller hasta llegar a él.
Tenemos toda una línea de accesorios que decoran el zapato, y es algo que aún queremos seguir desarrollando bien, tanto para segmentos específicos como las novias, como para niñas y guaguas (bautizos, matrimonios, celebraciones o salidas especiales), porque creemos que parte de esto es abrir caminos en la exploración del oficio, un poco de la mano con la tecnología, las comunicaciones y sobre todo el arte. Nos consideramos simples, pero versátiles. Abiertos a la experimentación.
Pensamos no en todos, pero en muchos, por eso ahora comenzaremos una propuesta de calzado femenino para mujeres que calzan 42 y 43, ya que con números pequeños ya comenzamos a trabajar hace tiempo, y nos ilumina ver cómo una mujer que nunca pudo encontrar zapatos, ahora se siente cómoda y femenina con colores y formas que la identifican en su diario vivir. Y así vamos sumando, igual con guaguitas, hombres y niños. Gandarva es un emprendimiento familiar. Aquí vienen mucho en familia, y nos dicen 'mi hijo quiere zapatos', 'mi marido quiere zapatos'; 'mi mamá', para un regalo, para un bebé que recién nació, etc".
Los factores que influyen en el desarrollo de colecciones de Gandarva Zapatería
"No trabajamos por colección, trabajamos por modelos base que adaptamos según lo que se nos va ocurriendo. Ejemplo ello es nuestra clásica ballerina de una pieza. Hemos derivado en ballerinas con accesorios (al menos 8 tipos de accesorios), modelos con más piezas (posibilidad de combinar más colores), dedos descubiertos (boquita de pescado) o incluso las hebillas, y ahora tacos, los que ahora estamos variando aún más para tirarnos más a mar abierto este 2017 con la experimentación.
Lo que influye es lo que quiere la gente para su diario vivir. Nos dejamos llevar por los colores que nos ofrece el mercado nacional, que es bastante acotado, pero suficiente para ofrecer un abanico de más posibilidades si sabemos mezclarlas bien. No le tenemos miedo a los amarillos, floreados, texturizados y tampoco nos regimos 100% por temporadas. Creemos que nuestras clientas pueden ir animándose junto a nosotros a implementar mayor diversidad en su calzado habitual. Por eso somos artesanales".
Crear moda con identidad local para Gandarva Zapatería
"No me interesa en absoluto el concepto de 'moda', lo encuentro hermético, y me carga sentirme obligada a llevar una tendencia porque a otro país o gran empresa se le ocurrió. Para qué repetir las plataformas de madera o las 'panchitas', si hay cien billones haciendo lo mismo. Después la gente no valora si es una tendencia industrial o la identidad de una marca. Creo que al estar constantemente cambiando y creando, hemos logrado ir entendiendo muy de cerca a las mujeres chilenas. Nuestras clientas tienen varios zapatos nuestros. Nadie tiene uno, siempre encargan alguno a pedido, se familiarizan con el proceso. Con el tiempo aplican tecnicismos para encargar sus zapatos, y eso nos enriquece y nos permite pensar que podremos sostenernos más allá de los cambios de la moda, del sistema económico, político o social del país. Siendo una pequeña zapatería local con identidad propia. Porque es lo que queremos ser, una marca artesanal flexible y abierta. Y lo que realmente somos se irá viendo con el tiempo".
El mayor desafío que enfrenta Gandarva Zapatería
"El desafío diario es que las personas aprendan a no exigirte que seas un Falabella o funciones con las prácticas del retail. Que entiendan que nuestros procesos trabajan a otra escala, que lo vean, lo experimenten, que nos quieran por lo que somos desde ese lugar. Que disfruten compartir con nosotros la experiencia del zapato, que se empapen del cuero, el pegamento, los mesones de corte, el aparado, y vean nuestras manos en acción para lograr el producto que ellas desean o idearon junto a nosotros".
Lo que se requiere para consolidar la escena del zapato de autor nacional según Gandarva
"Nosotros aportamos en proponer hacer todo por ti mismo, no seguir las prácticas de las escuelas que tenemos en Chile como el barrio Victoria o las fábricas que quebraron y dejar a muchos operarios o fabricantes desarticulados, sino repensar este esquema que tenemos como referente, para construir uno nuevo, desde nuestra propia visión. Formalizar los procesos, hacer de esto una forma de vida y una fuente de trabajo de calidad.
Disfrutar equivocarnos e indagar, desarrollar un modelo nuevo, encontrar infinitas posibilidades y no dejar de explorar, porque se pueden hacer infinidad de cosas, pero todos se quedan en hacer productos que peguen rápido y no que sean únicos, sino muy en serie, para que el negocio funcione, pero no todo es eso.
Nosotros no queremos posicionarnos como una marca que se basa en el diseño, porque son procesos que tarde o temprano encarecen el producto, creemos en un producto lúdico y a su vez asequible. Variable según tus propios requerimientos y grado de sofisticación.
Queremos ver nuestro escritorio lleno de mujeres pensando y soñando en lo mejor para sus pies, haciendo sus encargos especiales en función del espectro que nosotros podemos ofrecerles, siempre pensando que detrás de lo que llevan hay manos y personas que con mucho amor entregan lo que saben".
El futuro de Gandarva Zapatería
"La imagino más descentralizada y con más personas operando para mantener este concepto vivo, atendiendo a las personas como se merecen, logrando la verdadera democratización de lo hecho a mano. Porque creo que lo artesanal es aplicable al uso diario y no solo una pieza decorativa o de colección, histórica y que se guarda en la caja para sacarla una vez al año. Por eso me separo del diseño, para abrir camino, pero en conceptos, más que en una identidad meramente aplicada al producto. Al final está lleno de zapaterías, pero de identidad para hacer las cosas, no. Aquí amamos estar juntos y crear, luego el resto viene solo. La gente ve y aprecia eso".
(Fotos gentileza de Gandarva Zapatería)
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