Para mí el feminismo es la lucha por los derechos humanos de las mujeres, que en la segunda década del siglo XXI, todavía son relativizados y ninguneados. En este contexto, la indumentaria puede ser una excelente herramienta de protesta, resistencia o reafirmación. Desde los trajes sastre hasta el vestido, hoy se resignifican para el contribuir al empoderamiento femenino. La moda de autor también se suma a este movimiento. Acá te lo muestro.
Ser mujer es una tarea infinita donde la sociedad de raíz machista nos obliga a demostrar nuestro valor en cada ámbito que nos movemos: madres, amigas, parejas, profesionales, etc. Esta tediosa sensación de"prueba" permanente está quedando cada vez más en evidencia, debido a los últimos sucesos ocurridos en el mundo, que nos han obligado a levantar la voz, salir a la calle y unirnos aunque sea a través de hashtags.
En este contexto, la ropa se convierte en nuestra aliada, que nos entrega poder, seguridad e incluso nos permite reírnos de quienes insisten en vivir del pasado apropiándonos de sus códigos visuales y resignificándolos a nuestro antojo.
Si bien estamos en la segunda década del siglo XXI vivimos un "renacer" de las corrientes más retrógradas del machismo decimonónico que no sólo nos están obligando salir a la calle a marchar, sino también a hacer de la moda nuestra bandera de lucha.
A muchos hombres les encanta ningunear el interés que tenemos por vernos bien, sin comprender que tras el acto de vestirse, no hay inocencia, ni menos una mirada naif.
En el caso de la moda de autor nacional, encontramos marcas que con intención o no, están aportando en este proceso, ya sea desarrollando nuevas versiones de clásicos masculinos; diseñando prendas no género que rompen las distancias entre hombre y mujeres; o entregándonos productos donde el mensaje es el arma para romper los prejuicios.
Un ejemplo en el ámbito de la sastrería es la recién estrenada colección "Dan y Dy" de Ignacio Lchuga, quien en Pasarela Valparaíso 2017, nos demostró que las mujeres no necesitamos masculinizarnos o tranformarnos en Annie Hall para convertir el traje de sastre en una herramienta de poder seductor.
En cuanto al unisex o "no género" encontramos a la marca eco Munay de las hermanas Loreto y Pía Leiva, que desde el minimalismo atemporal, crea prendas funcionales, cómodas, oversize y de cortes no tradicionales. Acá el empoderamiento podría asociarse a la posibilidad de que hombres y mujeres pueden vestir similar, sin convertir la ropa en un elemento de exclusión o sexualización.
Si bien lo anterior puede contener un mensaje más implícito e indirecto, existen etiquetas que no se van con rodeos y que desde la trinchera más directa y "combativa" desarrollan propuestas con mensajes alusivos a la concientización femenina. En esa vereda encontramos a Miguras de Michelle Miguras y Lucas Sanhueza, que han diseñado poleras con el lema "Ni una menos", así también como unas para la tienda de diseño Momo (foto principal).
¿Qué otras marcas de moda local crees que contribuyen al empoderamiento femenino? ¿directa o indirectamente?
Moda para empoderar a la mujer
Ser mujer es una tarea infinita donde la sociedad de raíz machista nos obliga a demostrar nuestro valor en cada ámbito que nos movemos: madres, amigas, parejas, profesionales, etc. Esta tediosa sensación de"prueba" permanente está quedando cada vez más en evidencia, debido a los últimos sucesos ocurridos en el mundo, que nos han obligado a levantar la voz, salir a la calle y unirnos aunque sea a través de hashtags.
En este contexto, la ropa se convierte en nuestra aliada, que nos entrega poder, seguridad e incluso nos permite reírnos de quienes insisten en vivir del pasado apropiándonos de sus códigos visuales y resignificándolos a nuestro antojo.
Si bien estamos en la segunda década del siglo XXI vivimos un "renacer" de las corrientes más retrógradas del machismo decimonónico que no sólo nos están obligando salir a la calle a marchar, sino también a hacer de la moda nuestra bandera de lucha.
A muchos hombres les encanta ningunear el interés que tenemos por vernos bien, sin comprender que tras el acto de vestirse, no hay inocencia, ni menos una mirada naif.
En el caso de la moda de autor nacional, encontramos marcas que con intención o no, están aportando en este proceso, ya sea desarrollando nuevas versiones de clásicos masculinos; diseñando prendas no género que rompen las distancias entre hombre y mujeres; o entregándonos productos donde el mensaje es el arma para romper los prejuicios.
Un ejemplo en el ámbito de la sastrería es la recién estrenada colección "Dan y Dy" de Ignacio Lchuga, quien en Pasarela Valparaíso 2017, nos demostró que las mujeres no necesitamos masculinizarnos o tranformarnos en Annie Hall para convertir el traje de sastre en una herramienta de poder seductor.
En cuanto al unisex o "no género" encontramos a la marca eco Munay de las hermanas Loreto y Pía Leiva, que desde el minimalismo atemporal, crea prendas funcionales, cómodas, oversize y de cortes no tradicionales. Acá el empoderamiento podría asociarse a la posibilidad de que hombres y mujeres pueden vestir similar, sin convertir la ropa en un elemento de exclusión o sexualización.
Si bien lo anterior puede contener un mensaje más implícito e indirecto, existen etiquetas que no se van con rodeos y que desde la trinchera más directa y "combativa" desarrollan propuestas con mensajes alusivos a la concientización femenina. En esa vereda encontramos a Miguras de Michelle Miguras y Lucas Sanhueza, que han diseñado poleras con el lema "Ni una menos", así también como unas para la tienda de diseño Momo (foto principal).
¿Qué otras marcas de moda local crees que contribuyen al empoderamiento femenino? ¿directa o indirectamente?
(Foto principal Miguras por Momo)
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