(Por Sr. González) Desde niño me como las uñas. Se que es una costumbre muy mal vista y que trae un sinfín de problemas. Si bien hay épocas donde es mucho menos frecuente, en tiempo de estrés es una manía incontrolable. Es por eso que cuando el salón de belleza La Casanova me invitó a probar una alternativa con uñas acrílicas para solucionar mi problema, no dude en decir que sí. ¿Cómo me fue? Hoy te lo cuento.
He probado varias formas de dejar esta mala costumbre, desde ponerme ají o pasta de zapatos en la punta de los dedos hasta tratar de reemplazar la acción por mascar chicle, por ejemplo. Nada me ha dado mucho resultado. Así que cuando La Casanova me invitó a probar su servicio de uñas, al principio me pareció una pérdida de tiempo y se los comenté: “me como las uñas, así que no creo que luzca muy bien su trabajo en ellas”. Pero como respuesta recibí que era mejor aún. "Podemos hacerte uñas permanentes y así no podrás comértelas", comentaron. Y así fue como agendé inmediatamente.
El proceso hasta lograr mis "nuevas uñas" fue muy simple. Primero realizaron una excelente manicure para luego dar paso al modelado sobre las uñas. Todo hecho por Michelle, una chica muy agradable. Si bien pedí que se viesen naturales, existe la opción dejarse llevar experimentando con los largos y las infinitas opciones que existen para dibujarlas y diseñarlas.
Nunca pensé que las uñas acrílicas podían ser una alternativa/solución para el problema de comerse las uñas. Siempre lo vi como algo más de “fantasía”para personas sin este hábito. Sin embargo, luego de varias horas después del cambio, estoy súper contento con el resultado. Se ven como quería, naturales y un poco más largas, creando incluso el efecto de manos más estilizadas.
Y como las uñas acrílicas están adheridas a mis uñas reales, el hábito ya no tiene sentido porque se hace imposible morderlas por lo duro del plástico y eso gradualmente me ha ido desmotivando a hacerlo. Y además podría dañarme la dentadura, otro motivo para no hacerlo.
La Casanova es un salón de belleza, estilo boutique, ubicado cerca del metro Ñuñoa (línea 6), en un pasaje residencial, donde uno se sorprende por el silencio. “La peluquería es un proyecto que nace como una idea familiar, y desde su origen está pensada en entregar servicios y productos de calidad, en un lugar donde todo ha sido elegido cuidadosamente y donde cada rincón con su propia personalidad, te permita tener una experiencia que quieras compartir con todos”, nos cuentan.
Y la casa está remodelada y refaccionada con una cuidada decoración, donde cada ambiente invita a disfrutar de los servicios y una gran experiencia.
Mi experiencia con el servicio fue excelente, entregado por profesionales simpáticos y de agradable conversación. Y esto es algo que ellos recalcan:
“Ir a la peluquería es un momento de cuidado personal, de un tiempo que te dedicas a ti mismo o que le regalas a alguien que quieres. Por eso somos un proyecto pequeño, donde los esfuerzos no han sido puestos en rentabilizar cada rincón, ni tener un equipo gigante como una cadena de peluquerías donde todo se vuelve impersonal, sino que ha sido entendido como una boutique, donde vienes, te tomas un café, conversas con todos nosotros, te sientes acogido en una experiencia uno a uno, donde te dedicas tiempo, haces algún cambio pequeño o radical, que te potencia, saca lo mejor de ti y eso ayuda a sentirte mejor. Todo eso se complementa con estar en un lugar que parece sacado de otra época, en una atmósfera casi de cuento".
En cuanto a los servicios que entregan nos cuentan: “comenzamos solo con corte, masajes y coloración con colores tradicionales, pero luego pasamos a tener manicure y ahora estamos trabajando con colores de fantasía y trabajos menos convencionales".
Los precios pueden verlos en su agenda digital aquí
En resumen mi experiencia fue excelente y con un servicio súper acogedor y cómodo. Muy recomendable.
¿Dónde? Juan Díaz 56, Ñuñoa, Santiago (cerca de metro Nuñoa, línea 6)
Mi motivación
He probado varias formas de dejar esta mala costumbre, desde ponerme ají o pasta de zapatos en la punta de los dedos hasta tratar de reemplazar la acción por mascar chicle, por ejemplo. Nada me ha dado mucho resultado. Así que cuando La Casanova me invitó a probar su servicio de uñas, al principio me pareció una pérdida de tiempo y se los comenté: “me como las uñas, así que no creo que luzca muy bien su trabajo en ellas”. Pero como respuesta recibí que era mejor aún. "Podemos hacerte uñas permanentes y así no podrás comértelas", comentaron. Y así fue como agendé inmediatamente.
El cambio por uñas acrílicas
El proceso hasta lograr mis "nuevas uñas" fue muy simple. Primero realizaron una excelente manicure para luego dar paso al modelado sobre las uñas. Todo hecho por Michelle, una chica muy agradable. Si bien pedí que se viesen naturales, existe la opción dejarse llevar experimentando con los largos y las infinitas opciones que existen para dibujarlas y diseñarlas.
La experiencia
Nunca pensé que las uñas acrílicas podían ser una alternativa/solución para el problema de comerse las uñas. Siempre lo vi como algo más de “fantasía”para personas sin este hábito. Sin embargo, luego de varias horas después del cambio, estoy súper contento con el resultado. Se ven como quería, naturales y un poco más largas, creando incluso el efecto de manos más estilizadas.
Y como las uñas acrílicas están adheridas a mis uñas reales, el hábito ya no tiene sentido porque se hace imposible morderlas por lo duro del plástico y eso gradualmente me ha ido desmotivando a hacerlo. Y además podría dañarme la dentadura, otro motivo para no hacerlo.
El resultado |
La Casanova
La Casanova es un salón de belleza, estilo boutique, ubicado cerca del metro Ñuñoa (línea 6), en un pasaje residencial, donde uno se sorprende por el silencio. “La peluquería es un proyecto que nace como una idea familiar, y desde su origen está pensada en entregar servicios y productos de calidad, en un lugar donde todo ha sido elegido cuidadosamente y donde cada rincón con su propia personalidad, te permita tener una experiencia que quieras compartir con todos”, nos cuentan.
Y la casa está remodelada y refaccionada con una cuidada decoración, donde cada ambiente invita a disfrutar de los servicios y una gran experiencia.
La importancia de un servicio acogedor
Mi experiencia con el servicio fue excelente, entregado por profesionales simpáticos y de agradable conversación. Y esto es algo que ellos recalcan:
“Ir a la peluquería es un momento de cuidado personal, de un tiempo que te dedicas a ti mismo o que le regalas a alguien que quieres. Por eso somos un proyecto pequeño, donde los esfuerzos no han sido puestos en rentabilizar cada rincón, ni tener un equipo gigante como una cadena de peluquerías donde todo se vuelve impersonal, sino que ha sido entendido como una boutique, donde vienes, te tomas un café, conversas con todos nosotros, te sientes acogido en una experiencia uno a uno, donde te dedicas tiempo, haces algún cambio pequeño o radical, que te potencia, saca lo mejor de ti y eso ayuda a sentirte mejor. Todo eso se complementa con estar en un lugar que parece sacado de otra época, en una atmósfera casi de cuento".
En cuanto a los servicios que entregan nos cuentan: “comenzamos solo con corte, masajes y coloración con colores tradicionales, pero luego pasamos a tener manicure y ahora estamos trabajando con colores de fantasía y trabajos menos convencionales".
Los precios pueden verlos en su agenda digital aquí
En resumen mi experiencia fue excelente y con un servicio súper acogedor y cómodo. Muy recomendable.
¿Dónde? Juan Díaz 56, Ñuñoa, Santiago (cerca de metro Nuñoa, línea 6)
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