Hace un par de años, no era extraño encontrar en redes sociales y sitios web, una serie de consejos respecto a lo que "no había que usar" si se tenía tal o cual cuerpo o qué prendas eran las más adecuadas para vernos más delgadas. Si bien todxs quienes circulamos en el mundo de la moda alguna vez hemos escuchado o dado una recomendación de ese tipo, en 2020 la asesoría de imagen ha tomado otro cariz. Ello porque movimientos como el body positive, articulados desde un enfoque de género (y el feminismo), han obligado a repensar nuestra manera de vestir o lucir nuestro cuerpo acorde a la moda. Hoy analizo esos desafíos.
Una de las principales luchas del feminismo -además de la igualdad del derechos- es la soberanía del cuerpo de las mujeres. Ello supone tener la posibilidad de decidir sobre su destino en todo momento. Si bien, ese aspecto se centra particularmente en luchas políticas - valóricas como el derecho al aborto legal y seguro; hay otros aspectos menos controversiales, pero no por ello menos atingentes a su autonomía como vestirse sin complejos.
Lo anterior entendiendo el acto de vestir como una expresión de la identidad individual y/o colectiva, y una herramienta de empoderamiento o subyugación de las mujeres a lo largo de la historia.
En esta línea, las asesorías de moda han tenido un rol clave, ya que si bien su servicio personalizado está concentrado en elites y/o nichos, su "caja de resonancia" es masiva y transversal. Por lo mismo, siguen siendo el comodín de muchos medios de comunicación tradicional, sitios web y cuentas en redes sociales, que utilizan este oficio como una manera de guiar el "correcto" vestir de las mujeres según las pautas de una "diosa" poco sorora llamada "moda", que le encanta esconder "las imperfecciones" y aspira a una "mujer ideal" de medidas casi imposibles.
La evidencia está en nuestro inconsciente colectivo y se traduce en "reglas" tan prosaicas como el uso de las rayas horizontales, el largo de la falda, el uso de estampados, la tipología de pantalón y un interminable etcétera. Ok. No todas las prendas son para todas, pero esa decisión no debe basarse en reglas asociadas a una tipología inamovible de cuerpo, sino en el libre albedrío, que respeta la diversidad y se cimenta en la autoconfianza, no en lucrar con las inseguridades.
En ese sentido, la asesoría de moda en la segunda década del siglo XXI ha tomado un camino sin retorno, donde lo importante no es hacerle caso a la "regla", sino escucharnos a nosotras mismas. Con ello se cambia la conversación en torno a las carencias y se pone el acento en el bienestar, la autobiografía y todo aquello que nos impide sentirnos bellas, cómodas y seguras, dejando lo estético y transformándose en una metodología para reencontrarse / reencantarse / amarse desde el vestir.
Eso supone olvidar el ideal de la delgadez y focalizarse en cómo la diversidad de los cuerpos pueden expresarse en función de sus identidades, intereses, pasiones y/o gustos.
¿Cómo te sientes con tal o cual prenda? ¿te acomoda? ¿logras verte? ¿te permite expresarte y ser la mujer que quiere ser? Ese tipo de preguntas cambia el paradigma de la asesoría y traslada el foco en la persona y no en la ropa. Es decir, la ropa está al servicio de una persona que busca sacarse más partido y que ve en ella un vehículo para expresar su poder y confianza.
En Chile tenemos varios casos de asesoras de moda que apuntan a ese norte y otro tanto, que ha entendido que en este cambio todas ganamos.
¿Qué otros desafíos crees que enfrenta este sector?
La asesoría de moda en la lucha por la soberanía del cuerpo
Una de las principales luchas del feminismo -además de la igualdad del derechos- es la soberanía del cuerpo de las mujeres. Ello supone tener la posibilidad de decidir sobre su destino en todo momento. Si bien, ese aspecto se centra particularmente en luchas políticas - valóricas como el derecho al aborto legal y seguro; hay otros aspectos menos controversiales, pero no por ello menos atingentes a su autonomía como vestirse sin complejos.
Lo anterior entendiendo el acto de vestir como una expresión de la identidad individual y/o colectiva, y una herramienta de empoderamiento o subyugación de las mujeres a lo largo de la historia.
En esta línea, las asesorías de moda han tenido un rol clave, ya que si bien su servicio personalizado está concentrado en elites y/o nichos, su "caja de resonancia" es masiva y transversal. Por lo mismo, siguen siendo el comodín de muchos medios de comunicación tradicional, sitios web y cuentas en redes sociales, que utilizan este oficio como una manera de guiar el "correcto" vestir de las mujeres según las pautas de una "diosa" poco sorora llamada "moda", que le encanta esconder "las imperfecciones" y aspira a una "mujer ideal" de medidas casi imposibles.
La evidencia está en nuestro inconsciente colectivo y se traduce en "reglas" tan prosaicas como el uso de las rayas horizontales, el largo de la falda, el uso de estampados, la tipología de pantalón y un interminable etcétera. Ok. No todas las prendas son para todas, pero esa decisión no debe basarse en reglas asociadas a una tipología inamovible de cuerpo, sino en el libre albedrío, que respeta la diversidad y se cimenta en la autoconfianza, no en lucrar con las inseguridades.
En ese sentido, la asesoría de moda en la segunda década del siglo XXI ha tomado un camino sin retorno, donde lo importante no es hacerle caso a la "regla", sino escucharnos a nosotras mismas. Con ello se cambia la conversación en torno a las carencias y se pone el acento en el bienestar, la autobiografía y todo aquello que nos impide sentirnos bellas, cómodas y seguras, dejando lo estético y transformándose en una metodología para reencontrarse / reencantarse / amarse desde el vestir.
Eso supone olvidar el ideal de la delgadez y focalizarse en cómo la diversidad de los cuerpos pueden expresarse en función de sus identidades, intereses, pasiones y/o gustos.
Iniciativas como Tallas para Todes han promovido una mirada del cuerpo y de la moda que poco el foco en la belleza de la diversidad |
¿Cómo te sientes con tal o cual prenda? ¿te acomoda? ¿logras verte? ¿te permite expresarte y ser la mujer que quiere ser? Ese tipo de preguntas cambia el paradigma de la asesoría y traslada el foco en la persona y no en la ropa. Es decir, la ropa está al servicio de una persona que busca sacarse más partido y que ve en ella un vehículo para expresar su poder y confianza.
En Chile tenemos varios casos de asesoras de moda que apuntan a ese norte y otro tanto, que ha entendido que en este cambio todas ganamos.
¿Qué otros desafíos crees que enfrenta este sector?
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