"Impulsar un consumo más sustentable y responsable"motivó a Sofía Cubillos, Claudia Herreros, Carolina Jara y Arzú Núñez a crear la plataforma virtual de moda local, Jardín B, iniciativa que se fue gestando -sin quererlo- en sus tiempos universitario y que hoy se yergue como un pequeño oasis en el incierto presente. "Creemos en el poder de las redes y en este poco tiempo lo hemos visto con nuestros propios ojos, ha sido maravilloso ver cómo se enciende una pequeña luz en los ojos de los diseñadores cuando les hablamos de Jardín B y lo que soñamos construir", me explican. Hoy nos contarán más detalles de este inspirador proyecto.
Sofía, Claudia, Carolina y Arzú me explican que Jardín B no tiene una propuesta curatorial específica, sino que está abierto a cualquier estilo siempre que el diseño y la confección sea local. "Buscamos potenciar los diseños y marcas que incluyan dentro de su propuesta los valores de responsabilidad social y ambiental que nos identifican", insisten.
En esa línea, el único requisito para ser parte de su catálogo es diseñar y producir en Chile.
En el sitio web de Jardín B y en sus redes sociales, una frase queda pegada en la retina al leerla: "hasta que la moda local se vuelva costumbre". En el incierto contexto en que estamos viviendo, sus creadoras esperan que esa declaración se torne realidad por dos razones.
"La primera es porque en Chile hay un talento del que no tenemos conciencia. Cuando iniciamos, todos nos preguntaban si la oferta de diseñadores sería capaz de mantener la demanda, que habían muy pocos diseñadores, que los números no nos van a dar. Lo cierto es que en el camino hemos descubierto a más de 600 y cada día descubrimos alguno nuevo. Ya hemos tenido algunos meetings con algunos de ellos, imagínate lo que sería tenerlos juntos en un solo lugar, ¡sería maravilloso! Ese es nuestro sueño, hacer que se conozcan, que vean y vivan el talento que hay localmente.
La segunda, es que el mundo lo necesita. La industria de la moda impacta profundamente al planeta, no sólo es una de las industrias más contaminantes, también es una de las industrias que mantiene viva la esclavitud moderna, no sólo en los países asiáticos, también en Chile. Es algo de lo que se habla poco, pero que está presente.
Tenemos la convicción de que la moda puede cambiar el mundo, ¡para bien! Por eso, fomentar las marcas que lo hacen y que amamos es nuestro primer paso".
El principal desafío de Jardín B hoy, se resume en lograr una plataforma realmente atractiva, tanto para nuevos diseñadores que quieran sumarse como para potenciales clientes. "Especialmente en el contexto actual, sabemos que conseguirlo sería de gran ayuda para las marcas locales, quienes ven mermados sus canales físicos de venta. Contar con una mayor cantidad de diseños nos ayudará a atraer nuevos clientes y, nuevos clientes atraerán más diseñadores.
Para ello estamos enfocadas en darnos a conocer, inspirando con nuestro propósito a la mayor cantidad de diseñadores posibles y promoviéndolos en redes sociales", afirman.
"Soñamos con que las personas quieran usar diseño local como primera opción, de primera, segunda y tercera mano. Que logren ver, sentir y amar cada prenda que deciden tener en su clóset. Que logren ver quién está detrás, que el diseñador que descubrieron los inspire, los acompañe y simplemente, exista.
Queremos que los diseñadores y todos quienes trabajan con ellos, puedan vivir de lo que aman, sin miedo a llegar a fin de mes y que no les alcance. Queremos que sepan que los sueños se pueden hacer realidad. Que la competencia y la cooperación pueden y necesitan ir de la mano.
Soñamos con que cada país pueda tener su propio Jardín B, soñamos hacerlo una experiencia tecnológica escalable, al mismo tiempo que logremos generar una comunidad que tenga el mismo sueño: hacer que la moda local se vuelva costumbre".
¿Dónde sumarse? A través del formulario de inscripción en su sitio web.
La propuesta de Jardín B
Sofía, Claudia, Carolina y Arzú me explican que Jardín B no tiene una propuesta curatorial específica, sino que está abierto a cualquier estilo siempre que el diseño y la confección sea local. "Buscamos potenciar los diseños y marcas que incluyan dentro de su propuesta los valores de responsabilidad social y ambiental que nos identifican", insisten.
En esa línea, el único requisito para ser parte de su catálogo es diseñar y producir en Chile.
"Hasta que la moda local se vuelva costumbre": la aspiración de Jardín B
En el sitio web de Jardín B y en sus redes sociales, una frase queda pegada en la retina al leerla: "hasta que la moda local se vuelva costumbre". En el incierto contexto en que estamos viviendo, sus creadoras esperan que esa declaración se torne realidad por dos razones.
"La primera es porque en Chile hay un talento del que no tenemos conciencia. Cuando iniciamos, todos nos preguntaban si la oferta de diseñadores sería capaz de mantener la demanda, que habían muy pocos diseñadores, que los números no nos van a dar. Lo cierto es que en el camino hemos descubierto a más de 600 y cada día descubrimos alguno nuevo. Ya hemos tenido algunos meetings con algunos de ellos, imagínate lo que sería tenerlos juntos en un solo lugar, ¡sería maravilloso! Ese es nuestro sueño, hacer que se conozcan, que vean y vivan el talento que hay localmente.
La segunda, es que el mundo lo necesita. La industria de la moda impacta profundamente al planeta, no sólo es una de las industrias más contaminantes, también es una de las industrias que mantiene viva la esclavitud moderna, no sólo en los países asiáticos, también en Chile. Es algo de lo que se habla poco, pero que está presente.
Tenemos la convicción de que la moda puede cambiar el mundo, ¡para bien! Por eso, fomentar las marcas que lo hacen y que amamos es nuestro primer paso".
El principal desafío de Jardín B
El principal desafío de Jardín B hoy, se resume en lograr una plataforma realmente atractiva, tanto para nuevos diseñadores que quieran sumarse como para potenciales clientes. "Especialmente en el contexto actual, sabemos que conseguirlo sería de gran ayuda para las marcas locales, quienes ven mermados sus canales físicos de venta. Contar con una mayor cantidad de diseños nos ayudará a atraer nuevos clientes y, nuevos clientes atraerán más diseñadores.
Para ello estamos enfocadas en darnos a conocer, inspirando con nuestro propósito a la mayor cantidad de diseñadores posibles y promoviéndolos en redes sociales", afirman.
¿El futuro de Jardín B?
"Soñamos con que las personas quieran usar diseño local como primera opción, de primera, segunda y tercera mano. Que logren ver, sentir y amar cada prenda que deciden tener en su clóset. Que logren ver quién está detrás, que el diseñador que descubrieron los inspire, los acompañe y simplemente, exista.
Queremos que los diseñadores y todos quienes trabajan con ellos, puedan vivir de lo que aman, sin miedo a llegar a fin de mes y que no les alcance. Queremos que sepan que los sueños se pueden hacer realidad. Que la competencia y la cooperación pueden y necesitan ir de la mano.
Soñamos con que cada país pueda tener su propio Jardín B, soñamos hacerlo una experiencia tecnológica escalable, al mismo tiempo que logremos generar una comunidad que tenga el mismo sueño: hacer que la moda local se vuelva costumbre".
¿Dónde sumarse? A través del formulario de inscripción en su sitio web.
(Fotos gentileza de Jardín B)
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