La oscuridad y la sombra nos impide ver las injusticias. Eso nos quedó más que claro un 23 de abril de 2013, cuando más de 1100 personas murieron en el derrumbe del complejo Rana Plaza en Bangladesh haciendo nuestra ropa. En esa oportunidad no pudimos ver su grito de auxilio antes de la catástrofe, ni pudimos ayudarlas, pero hoy eso está cambiando gracias al movimiento Fashion Revolution que nos invita preguntarle a las marcas ¿Quién hizo mi ropa?. Pero, ¿por qué es importante que tanto las grandes etiquetas como las pequeñas respondan esta pregunta? Las marcas de moda de autor chilena Tada, Eme de Marias, Arte Origen y Makmia de la agrupación Diseñadores por Chile, lo develan.
Para Macarena Ibarra, la creadora de Makmia, responder a la pregunta Quién hace mi ropa es importante porque es la mejor manera de transparentar que el proceso de creación de las prendas es justo y apunta al bien común.
Así también lo cree María Paz Bravo de Eme de Marias, quien considera que ante los abusos y explotación a lxs trabajadorxs del área textil, marcas como la de ella deben acercar al cliente a una experiencia satisfactoria, no solo desde el punto de vista del producto, sino también de cómo fue hecho en el más amplio sentido. "Eso significa que conocer quien hace tu ropa te cierra el conjunto y te hace valorar esa pieza para siempre", insiste.
Complementario a lo anterior, Daniela Acuña de Arte Origen sostiene que para ella y su plataforma es muy importante dar visibilidad a las tejedoras del lago Ranco, porque en ellas está la sabiduría del tejido. "Son la identidad, ellas son el territorio para vislumbrar la artesanía como una industria creativa desde una mirada sistémica", expresa. De hecho, en cada diseño y colección cuenta la historia de cada hilandera, teñidora y tejedora implicada.
En una línea similar, Barbara Cantó de Tada, que cerró sus tiendas físicas y se volcó 100% al canal digital, opina que visibilizar es un acto de resiliencia, más aún en el caso de los zapatos, en cuya fabricación y venta intervienen alrededor de 15 persona. Desde su punto de vista, al transparentar ese proceso, se logra valorar el producto final y se deja de cuestionar su precio. Todo ello en el entendido que la zapatería hace rato dejó de ser un trabajo de un solo individuo con unas pocas herramientas, y hoy supone articulación de procesos liderados por un expertx en área específicas. "Me gusta hacer la analogía de que la zapatería es como una posta, el trabajo de uno, depende del trabajo de otro y no hay resultado final si es que uno de esos maestro no está articulado", afirma.
María Paz de Eme de Marias explica que para responder, durante todo el año, a la pregunta sobre "Quién hace su ropa" se ha focalizado a mostrar, en sus plataforma de venta, pequeñas cápsulas de los procesos. Ello supone exhibir el taller (lugar físico), la elección de telas, el procesos del diseño, armado (corte, uniones, pruebas de hilvanado, costuras en la máquina de coser, planchado, terminaciones a mano, etc) y finalmente el producto terminado. "Compartir esas instancias acerca muchísimo a las clientas", enfatiza.
Por su parte, Macarena Ibarra de Makmia, busca mantener el espíritu de Fashion Revolution los 365 días cuestionándose, en cada etapa del proceso, si contribuye a un mejor planeta y tratando de avanzar en lo sustentable cada día un poco más.
Así también lo hace Daniela Acuña de Arte Origen, quien piensa que es un gran reto crear una cadena de valor para que todos tengan un beneficio verdadero. "Alcanzar un interés económico sin dejar de lado el crecimiento personal de nuestras tejedoras y del cliente. No descuidar jamás la creatividad para generar nuevas y atractivas formas de venta, ofrecer herramientas de crecimiento a la artesana, entre tantas otras cosas más, que seguro, exigirá mucha perseverancia y voluntad para poder a lo largo de los años visibilizar los resultados de toda esta grandiosa experiencia", reflexiona.
Finalmente, Barbara Cantó de Tada confiesa que dadas las dificultades que ha afrontado el sector del calzado en el último tiempo, fabricar un zapato se convierte en un acto de amor. "El amor es un desafío que involucra una mejora constante, si algo no resulta, hay que ver otra forma, cambiar el hábito es lo más difícil, el cambio de mirada. Mostrar lo que hacemos sin filtro, desde el taller, las manos, las pocas máquinas que usamos, el trabajo rudimentario y la excelencia artesanal, tiene un valor no solo desde lo visual, sino también desde visibilizar lo que pensamos y desde donde actuamos. Nosotros como empresa, queremos cuidar que esta llama de amor hacia este oficio y en especial a nuestro tipo de construcción Ideal o Stichdown, no se extinga", concluye.
¿Sabes quién hizo tu ropa? ¿Se lo preguntaste?
Por qué es importante visibilizar quién hace nuestra ropa
Para Macarena Ibarra, la creadora de Makmia, responder a la pregunta Quién hace mi ropa es importante porque es la mejor manera de transparentar que el proceso de creación de las prendas es justo y apunta al bien común.
Así también lo cree María Paz Bravo de Eme de Marias, quien considera que ante los abusos y explotación a lxs trabajadorxs del área textil, marcas como la de ella deben acercar al cliente a una experiencia satisfactoria, no solo desde el punto de vista del producto, sino también de cómo fue hecho en el más amplio sentido. "Eso significa que conocer quien hace tu ropa te cierra el conjunto y te hace valorar esa pieza para siempre", insiste.
Complementario a lo anterior, Daniela Acuña de Arte Origen sostiene que para ella y su plataforma es muy importante dar visibilidad a las tejedoras del lago Ranco, porque en ellas está la sabiduría del tejido. "Son la identidad, ellas son el territorio para vislumbrar la artesanía como una industria creativa desde una mirada sistémica", expresa. De hecho, en cada diseño y colección cuenta la historia de cada hilandera, teñidora y tejedora implicada.
En una línea similar, Barbara Cantó de Tada, que cerró sus tiendas físicas y se volcó 100% al canal digital, opina que visibilizar es un acto de resiliencia, más aún en el caso de los zapatos, en cuya fabricación y venta intervienen alrededor de 15 persona. Desde su punto de vista, al transparentar ese proceso, se logra valorar el producto final y se deja de cuestionar su precio. Todo ello en el entendido que la zapatería hace rato dejó de ser un trabajo de un solo individuo con unas pocas herramientas, y hoy supone articulación de procesos liderados por un expertx en área específicas. "Me gusta hacer la analogía de que la zapatería es como una posta, el trabajo de uno, depende del trabajo de otro y no hay resultado final si es que uno de esos maestro no está articulado", afirma.
Cómo responden "quién hizo mi ropa" durante el resto del año
María Paz de Eme de Marias explica que para responder, durante todo el año, a la pregunta sobre "Quién hace su ropa" se ha focalizado a mostrar, en sus plataforma de venta, pequeñas cápsulas de los procesos. Ello supone exhibir el taller (lugar físico), la elección de telas, el procesos del diseño, armado (corte, uniones, pruebas de hilvanado, costuras en la máquina de coser, planchado, terminaciones a mano, etc) y finalmente el producto terminado. "Compartir esas instancias acerca muchísimo a las clientas", enfatiza.
Por su parte, Macarena Ibarra de Makmia, busca mantener el espíritu de Fashion Revolution los 365 días cuestionándose, en cada etapa del proceso, si contribuye a un mejor planeta y tratando de avanzar en lo sustentable cada día un poco más.
Así también lo hace Daniela Acuña de Arte Origen, quien piensa que es un gran reto crear una cadena de valor para que todos tengan un beneficio verdadero. "Alcanzar un interés económico sin dejar de lado el crecimiento personal de nuestras tejedoras y del cliente. No descuidar jamás la creatividad para generar nuevas y atractivas formas de venta, ofrecer herramientas de crecimiento a la artesana, entre tantas otras cosas más, que seguro, exigirá mucha perseverancia y voluntad para poder a lo largo de los años visibilizar los resultados de toda esta grandiosa experiencia", reflexiona.
Finalmente, Barbara Cantó de Tada confiesa que dadas las dificultades que ha afrontado el sector del calzado en el último tiempo, fabricar un zapato se convierte en un acto de amor. "El amor es un desafío que involucra una mejora constante, si algo no resulta, hay que ver otra forma, cambiar el hábito es lo más difícil, el cambio de mirada. Mostrar lo que hacemos sin filtro, desde el taller, las manos, las pocas máquinas que usamos, el trabajo rudimentario y la excelencia artesanal, tiene un valor no solo desde lo visual, sino también desde visibilizar lo que pensamos y desde donde actuamos. Nosotros como empresa, queremos cuidar que esta llama de amor hacia este oficio y en especial a nuestro tipo de construcción Ideal o Stichdown, no se extinga", concluye.
¿Sabes quién hizo tu ropa? ¿Se lo preguntaste?
(Fotos gentileza de Makmia, Eme de Marías, Arte Origen y Tada / Foto principal: Arte Origen)
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