No. Así de rápida y sin filtros es la respuesta. Porque más allá de que la completitud es una cualidad casi utópica en cualquier orden de cosas, lo concreto es que la sostenibilidad es una condición o característica esencial de las marcas de moda que quieran sobrevivir en el siglo XXI, que está en constante movimiento y transformación. No sólo debido a los volubles (o si quieren pueden usar la palabra trendy "líquidos") contextos derivados de las múltiples crisis que vivimos (ambiental, sanitaria, social, económica...), sino también porque la ciencia y tecnología nos van mostrando que los impactos que antes nos parecían "inocuos", realmente no lo son, lo que vuelve a alejar ese gran "Everest" en movimiento. Pero si no se puede llegar nunca a la cima, ¿cómo se puede avanzar sin dejar de respirar en el intento? Hoy te entrego algunas pistas.
A pesar de que nunca he incursionado en el senderismo o trekking, tengo amigxs que si no lo han hecho y me han contado lo que supone aventurarse en una montaña, sobre todo aquellas de gran altura. Si bien esta actividad es utilizada en múltiples ocasiones como metáfora de los grandes desafíos en el ámbito empresarial (hay gente que se ha vuelto charlista profesional gracias a ella), resulta muy conveniente para traducir en simple la dificultad que supone para cualquier marca de moda lograr la sostenibilidad en un porcentaje alto.
Lo anterior se debe a que la sostenibilidad, cuan Everest del realismo mágico (y no tan mágico si ven el video de arriba), no se mantiene ni en la misma posición, ni con la misma altura debido a la investigación y desarrollo en este ámbito, que abre permanentemente nuevos horizontes y desafíos a conseguir, pero también como consecuencia de la evolución de las expectativas y calidad de vida de las personas que son parte de su cadena de valor.
Esa dificultad puede desmotivar a cualquiera que aspire a llegar incluso a su "primer campamento". Sin embargo, lo interesante de esta "gran cima", que al igual que la de los Himalayas, no sólo requiere una planificación estratégica para trazar la ruta y mesurar las complejidades de la aventura, sino también obliga a un aprendizaje constante para estar al día de los nuevos descubrimientos y maneras de medir el impacto; los próximos hallazgos, y la última medición de "cota".
En esa línea, caminar hacia la sostenibilidad tiene un dejo de "épica" que resulta emocionante y atractivo, porque nos obliga a pensar de manera grupal, ya que la travesía en solitario no solo resulta incierta, sino también ineficiente y vacua. Por lo mismo, la sostenibilidad obliga a crear alianzas, a trabajar colaborativamente con "pares" (otras marcas de moda), así también como el sector público, privado y academia para buscar en conjuntos soluciones, investigar, innovar y desarrollar un know how sumado a buenas prácticas que hagan más ligera la ruta.

Para que esas asociaciones tengan buenos resultados, se necesita además transparencia, ser honesto con lo que se tiene, lo que se ha avanzado y lo que se aspira a llegar, trazando indicadores cuantificables y comprobables, que permitan saber cuánto "abrigo, alimento y/o oxígeno", se necesita y para qué momento.
Asimismo, la sostenibilidad obliga a "salir de la caja", a pensar de manera disruptiva, a dejar de traducir todas las acciones a los verbos "comprar y vender", y a imaginar nuevos paradigmas, que den pie a nuevos modelos de negocio, es decir, a nuevas sendas que nos aproximen con mayor facilidad y certeza a ese pico de majestuosa belleza.
Esta aventura no es solo de quienes hacen la moda, sino también de quienes la visten, ya que sin su apoyo, compromiso y aliento, ni siquiera es posible pensar tomar la mochila para iniciar la marcha.
La moda será sostenible o no será, gracias al compromiso de todxs.
Escalando el "Everest" de la sostenibilidad
A pesar de que nunca he incursionado en el senderismo o trekking, tengo amigxs que si no lo han hecho y me han contado lo que supone aventurarse en una montaña, sobre todo aquellas de gran altura. Si bien esta actividad es utilizada en múltiples ocasiones como metáfora de los grandes desafíos en el ámbito empresarial (hay gente que se ha vuelto charlista profesional gracias a ella), resulta muy conveniente para traducir en simple la dificultad que supone para cualquier marca de moda lograr la sostenibilidad en un porcentaje alto.
Lo anterior se debe a que la sostenibilidad, cuan Everest del realismo mágico (y no tan mágico si ven el video de arriba), no se mantiene ni en la misma posición, ni con la misma altura debido a la investigación y desarrollo en este ámbito, que abre permanentemente nuevos horizontes y desafíos a conseguir, pero también como consecuencia de la evolución de las expectativas y calidad de vida de las personas que son parte de su cadena de valor.
Esa dificultad puede desmotivar a cualquiera que aspire a llegar incluso a su "primer campamento". Sin embargo, lo interesante de esta "gran cima", que al igual que la de los Himalayas, no sólo requiere una planificación estratégica para trazar la ruta y mesurar las complejidades de la aventura, sino también obliga a un aprendizaje constante para estar al día de los nuevos descubrimientos y maneras de medir el impacto; los próximos hallazgos, y la última medición de "cota".
En esa línea, caminar hacia la sostenibilidad tiene un dejo de "épica" que resulta emocionante y atractivo, porque nos obliga a pensar de manera grupal, ya que la travesía en solitario no solo resulta incierta, sino también ineficiente y vacua. Por lo mismo, la sostenibilidad obliga a crear alianzas, a trabajar colaborativamente con "pares" (otras marcas de moda), así también como el sector público, privado y academia para buscar en conjuntos soluciones, investigar, innovar y desarrollar un know how sumado a buenas prácticas que hagan más ligera la ruta.

Mujeres vistiendo la marca Patagonia, una de las pioneras y líderes en temas de sostenibilidad en la moda
Para que esas asociaciones tengan buenos resultados, se necesita además transparencia, ser honesto con lo que se tiene, lo que se ha avanzado y lo que se aspira a llegar, trazando indicadores cuantificables y comprobables, que permitan saber cuánto "abrigo, alimento y/o oxígeno", se necesita y para qué momento.
Asimismo, la sostenibilidad obliga a "salir de la caja", a pensar de manera disruptiva, a dejar de traducir todas las acciones a los verbos "comprar y vender", y a imaginar nuevos paradigmas, que den pie a nuevos modelos de negocio, es decir, a nuevas sendas que nos aproximen con mayor facilidad y certeza a ese pico de majestuosa belleza.
Esta aventura no es solo de quienes hacen la moda, sino también de quienes la visten, ya que sin su apoyo, compromiso y aliento, ni siquiera es posible pensar tomar la mochila para iniciar la marcha.
La moda será sostenible o no será, gracias al compromiso de todxs.
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