[ACCESORIOS CHILENOS] Un hecho fortuito como hacer la réplica de un aro roto comprado por Daniela Horiuti en Brasil, llevó al arquitecto Matías Garín a explorar un mundo impensado hasta la fecha: el de los accesorios de moda. Tras algunas pruebas logró fabricar unos aros exactamente iguales, lo que supuso un punto de quiebre profesional. "Me di cuenta de que existía un pequeño espacio de gran potencial artístico en el cual podía expresar mi creatividad", afirma. Ese hecho lo impulsó a crear su marca de accesorios de acrílico, Corazón de Melón, que hoy nos presenta en primera persona.
Matías comenta que la propuesta de Corazón de Melón ha ido evolucionando con el tiempo y es fruto de los desafíos que ha supuesto incursionar en este rubro no siendo joyero y con un material como el acrílico. "Se podría decir que son objetos de diseño más que de joyería, son de gran colorido, muy livianos y poseen estilos que van entre el pop y el futurismo. A veces tiendo a pensar que son interpretaciones de juguete de los accesorios reales, como maquetas de algo que en un futuro van a ser usados en materialidades del futuro y con tecnologías del futuro", complementa.
Desde esa perspectiva sostiene que sus accesorios son abstracciones muy simples de ideas que pertenecen a todo el mundo, pero que en su diseño, geometría y fabricación son de mayor complejidad, ideas, símbolos, lenguaje, comunicación. "Intento diseñar objetos que comunican", afirma.
En esa línea su proceso creativo está influido por todo. No obstante hay tres pilares que lo sostienen: la geometría, el color y la comunicación. "La geometría siempre ha sido una ciencia que me ha apasionado y el material con el que trabajo sumado a las herramientas digitales con las que diseño me dan la posibilidad de viajar a través de ella a mis anchas. Esto sumado al uso del color en sus proporciones, complementariedades y simbolismo más una idea como eje, crean el marco creativo perfecto que necesito para diseñar y no dejarme absorber por todas las influencias", añade.
Para sortear el desafío de la sostenibilidad en Corazón de Melón el foco está puesto desarrollar accesorios como objetos de diseño coleccionables, que no tengan un fácil reemplazo. En esa línea busca motivar a las personas a que los conserven y cuiden desde una mirada del consumo más consciente.
Por otra parte, dona los retazos y sobrantes de acrílico para la fabricación de mosaicos evitando que los descartes vayan a la basura. Además, desde la perspectiva de la distribución, intenta usar bicicletas por sobre auto. De hecho, se encargo de hacerlo de forma gratuita en Ñuñoa y Providencia.
Matías sueña con un futuro exportando los diseños de Corazón de Melón a Japón. "Para mi es una idea recurrente que me motiva a seguir haciéndolo, quizás es porque veo a ese país como un símbolo de futuro, son una cultura que respeto mucho y para mí son la mezcla perfecta entre pasado y futuro. Por otro lado, Corazón de Melón me abrió las puertas creativas de una metodología y proceso aplicable a otras áreas del diseño, las que estoy explorando y de las cuales espero tener noticias pronto", concluye.
¿Dónde comprarla? En su cuenta en Instagram o en las tiendas La Sucursal en cerro Alegre, Valparaíso y La Galería en Punta Arenas.
La propuesta de Corazón de Melón
Matías comenta que la propuesta de Corazón de Melón ha ido evolucionando con el tiempo y es fruto de los desafíos que ha supuesto incursionar en este rubro no siendo joyero y con un material como el acrílico. "Se podría decir que son objetos de diseño más que de joyería, son de gran colorido, muy livianos y poseen estilos que van entre el pop y el futurismo. A veces tiendo a pensar que son interpretaciones de juguete de los accesorios reales, como maquetas de algo que en un futuro van a ser usados en materialidades del futuro y con tecnologías del futuro", complementa.
Desde esa perspectiva sostiene que sus accesorios son abstracciones muy simples de ideas que pertenecen a todo el mundo, pero que en su diseño, geometría y fabricación son de mayor complejidad, ideas, símbolos, lenguaje, comunicación. "Intento diseñar objetos que comunican", afirma.
En esa línea su proceso creativo está influido por todo. No obstante hay tres pilares que lo sostienen: la geometría, el color y la comunicación. "La geometría siempre ha sido una ciencia que me ha apasionado y el material con el que trabajo sumado a las herramientas digitales con las que diseño me dan la posibilidad de viajar a través de ella a mis anchas. Esto sumado al uso del color en sus proporciones, complementariedades y simbolismo más una idea como eje, crean el marco creativo perfecto que necesito para diseñar y no dejarme absorber por todas las influencias", añade.
El desafío de la sostenibilidad para Corazón de Melón
Para sortear el desafío de la sostenibilidad en Corazón de Melón el foco está puesto desarrollar accesorios como objetos de diseño coleccionables, que no tengan un fácil reemplazo. En esa línea busca motivar a las personas a que los conserven y cuiden desde una mirada del consumo más consciente.
Por otra parte, dona los retazos y sobrantes de acrílico para la fabricación de mosaicos evitando que los descartes vayan a la basura. Además, desde la perspectiva de la distribución, intenta usar bicicletas por sobre auto. De hecho, se encargo de hacerlo de forma gratuita en Ñuñoa y Providencia.
El futuro de Corazón de Melón
Matías sueña con un futuro exportando los diseños de Corazón de Melón a Japón. "Para mi es una idea recurrente que me motiva a seguir haciéndolo, quizás es porque veo a ese país como un símbolo de futuro, son una cultura que respeto mucho y para mí son la mezcla perfecta entre pasado y futuro. Por otro lado, Corazón de Melón me abrió las puertas creativas de una metodología y proceso aplicable a otras áreas del diseño, las que estoy explorando y de las cuales espero tener noticias pronto", concluye.
¿Dónde comprarla? En su cuenta en Instagram o en las tiendas La Sucursal en cerro Alegre, Valparaíso y La Galería en Punta Arenas.
(Fotos gentileza de Corazón de Melón)
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