Por una moda sin violencia simbólica hacia las mujeres

[MODA Y VIOLENCIA] La violencia simbólica que ejerce la industria de la moda sobre las mujeres está tan integrada en nuestro inconsciente que por más que hablemos de ella y la tengamos presente, un acto cotidiano como ordenar el clóset puede golpearnos la cara. El referente hegemónico que nos impone, junto a una anecdótica diversidad en las campañas y un tallaje que no alcanza para todas, golpean nuestra autoestima y nos hacen creer que nuestro cuerpos son los insuficientes y no la ropa. En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer analizamos, los avances y retrocesos de una industria que aún le cuesta mirar a la mujer como persona e insiste en tratarla como objeto.

Erradicar la violencia simbólica hacia las mujeres en la moda

No seamos injustas. Después de la cuarta ola feminista de 2018 se observaron vientos de cambio en la industria de la moda. Más marcas comenzaron a ampliar sus referentes y a crear -con disímiles resultados- ropa para todas. Además se comenzó a cuestionar el modelo de negocio patriarcal de las grandes marcas (en todas sus categorías), donde las mujeres tienen escasa representación en los puestos directivos y se le dio visibilidad a las trabajadoras de la confección, cuya vulnerabilidad y abusos eran ignorados sistemáticamente.

Sin embargo, llegó la pandemia y los avances se relativizaron. Notamos que muchas etiquetas se quedaron solo con el slogan publicitario y que sus cambios no pasaron de los cosmético.

Vimos como nuevamente la violencia hacia las trabajadoras de la confección se materializaba tanto en lo físico como lo económico, producto de empresarios sin escrúpulos ni ética (desde dueños de talleres hasta marcas internacionales que avalaron estas prácticas) que aprovecharon la incertidumbre de los confinamientos y la contracción económica para no pagar sueldos y volver a una precariedad laboral que nos recordó los tiempos pre Rana Plaza.

Por otra parte, el vestuario relajado de las cuarentenas nos hizo olvidar las presiones hacia nuestros cuerpos. No obstante, bastó comenzar el desconfinamiento para que el cuerpo de las mujeres volviera a ser un territorio en disputa, donde la moda mantuvo su discurso tradicional materializado en una diversidad excepcional y no norma, que continuó institucionalizando una violencia simbólica que cuesta reconocer y combatir.



En esa línea, se sumaron los intentos fallidos de ampliación de tallas y de marcas que incluso decidieron terminar sus colecciones más inclusivas (el caso de Old Navy es el más bullado en este sentido), así también el regreso del temido XXS, que resucitó el fantasma de cuerpos imposibles para la gran mayoría.

De pronto, la revolución de los cuerpos se tornó una travesía utópica. Pero hay esperanza... Así lo observamos, por ejemplo, en el inicio de la tramitación del proyecto de ley que  "Crea un sistema único de identificación de tallas de vestuario" (que esperamos avance!) y el regreso de las discusiones sobre el rol de la mujer en la moda a través de cuentas en redes sociales tan estimulantes como La curva de la moda.

Pero el camino sigue observándose sinuoso, más aún cuando nuestra cabeza está "programada" para normalizar los parámetros hegemónicos de la moda (esencialmente caucásicos y delgados) y ponerlos como los ideales para nuestros cuerpos.

En este sentido, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, no solo nos invita a trabajar por un mundo sin violencia hacia nosotras, sino también a aprender a identificarla, denunciarla y exigir su erradicación.



En mi libro "La revolución de los cuerpos" les entregué claves para ello, pero hoy les doy unas breves "recomendaciones inspiracionales" para que no posterguemos esta tarea:

1- Tu cuerpo tiene el derecho de cambiar por diversas circunstancias. Esos cambios deben reflejarse en tu ropa. Por eso, al ordenar tu clóset, no insistas en dejar prendas que sabes bajan tu autoestima y te recuerdan momentos de tu vida, que tienes claro no volverán (mantener un cuerpo de la adolescencia, por ejemplo, es imposible para casi todas las mujeres). Aprovecha las instancias de intercambio como las que propicia Ropantic para conseguir esas piezas que realmente te harán sentir tan linda como eres.

2- Fíjate en cómo tus marcas favoritas representan a la mujer.  Pregúntate si hay diversidad de mujeres en todas sus campañas y como esa diversidad se refleja en la ropa que ofrecen en tienda. Observa si insisten con la hipersexualización (sobre todo de niñas y adolescentes) o con vanagloriar, desde sus campañas, conductas que atentan contra la salud física y mental de las mujeres. Exígeles por redes sociales coherencia y consistencia. Si no te hacen caso, deja de comprar y busca alternativas.

3- Busca opciones de ropa heredable especialmente para ti en lo local. Si bien la moda chilena (y latina) no siempre se ha encargado de tener una amplitud de tallas por diversos factores, hay varias etiquetas que hacen a pedido. Tu ropa no estará disponible inmediatamente, pero la experiencia de tener una prenda con buen calce, que te potencia y tenga la posibilidad de ser heredada vale mucho más la pena, que las con vocación desechable, que te hacen gastar más dinero y incentivan a sentirte insuficiente debido a su mala factoría. La ropa es la mal hecha, no tu cuerpo.

4- Rodéate de personas que no tengan el cuerpo como tema de conversación. Aceptarse, en una sociedad como la que vivimos y con los diversos estímulos negativos que nos presionan y atormentan, puede ser una tarea compleja, que nunca se termina del todo. Por lo mismo, júntate con personas que te contengan y que no pongan el cuerpo como único asunto posible; haz "detox" de redes sociales que no te ayudan en este propósito. Porque hablar de estilos y moda es bello, lo horrible es focalizarse en los cuerpos de otras personas y juzgarlos. No lo hagas con otras, ni contigo. Ten un grupo de seguridad que te ayude -desde lo comunitario- a espantar los fantasmas. 

¿Qué otra recomendación sumarías? ¿En qué otros aspectos identificas la violencia simbólica de la moda?