"Nueva belleza": ¿Hasta cuándo es suficiente?

[BELLEZA] ¿Hasta cuándo es suficiente? Pareciera ser la pregunta que creíamos erradicada de nuestro vocabulario, pero que vuelve a salir a la palestra. Estamos en 2025, pero hoy las mujeres nos miramos al espejo con desconcierto, ya que por una parte nuestra cabeza nos dice que "estamos bien", que "nadie puede ser perfecta", pero por otra nuestro estómago se retuerce de manera nerviosa, porque nos damos cuenta que la racionalidad no alcanza. La industria de la belleza, secundada siempre en silencio por la de la moda, han vuelto ha exigirnos perfección. Este mandato social se esconde bajo una idea de "amor propio", "cuidado personal" e incluso "empoderamiento". Pero ¿hasta cuándo es suficiente? En las próximas líneas trato de dilucidarlo.

¿Por qué no tenemos una tregua? Llega la "nueva belleza"

Cuando escribí "La revolución de los cuerpos" en 2019 pensé que mi texto rápidamente se convertiría en historia, en un recuento de un pasado donde la violencia simbólica hacia las mujeres ejercida por la industria de la moda y la belleza, se erradicaría por la nueva conciencia social ante el tema (estábamos saliendo de una llamada "cuarta ola feminista"), así también por nuevos marcos legales que mantendría a raya a quienes sintieran nostalgia por ella.

Tras casi seis años de ese hito, me doy cuenta que tristeza que me equivoqué rotundamente. Hoy vivimos un retroceso. No solo impulsado por un contexto político que celebra la relación asimétrica entre hombres y mujeres, sino también por un retorno de los referentes hegemónicos de belleza disfrazados de "amor propio", "cuidado personal" e incluso "empoderamiento".

Antes de seguir algunas aclaraciones para evitar malos entendidos: me encantan las cremas, los spa y la autoindulgencia, amo la ropa linda y de buena calidad, me considero una gozadora consciente de su entorno y de si misma.

En esa misma línea, promuevo y celebro a las mujeres que quieren verse y sentirse bien, y que se miman y regalonean de diferentes formas (todas las que se les ocurran). Pero lo que no entiendo, no comparto, ni celebraré es la irrupción de una serie de tendencias y "nuevas necesidades" que está llevándonos a un nuevo espiral de violencia simbólica autoflagelada. Ejemplos: dormir con una serie de dispositivos y fajas (morning shed) que parecieran que estuviéramos a punto de pasar a otra vida al estilo de las momias egipcias del III milenio a.C, que tensan, contienen y contraer todo lo que "se supone" que no debería estar suelto.

En la decisión de usar un dispositivo así, habrá un mínimo número que lo hace por temas de salud (contener inflamación, disminuir el dolor u otros) y un gran porcentaje que lo suscribe solo porque siente que DEBE hacerlo, que lo que ve al espejo no es suficiente o, al menos, no lo suficientemente bien para los estándares de las redes sociales y sus referentes de belleza; que cree que ese tipo de tratamiento le dará más oportunidades en la vida, una mejor posición y valorización social. 



A esto se suma como se han vuelto a colar en nuestra retina imágenes de cuerpos que buscan ser la hegemonía de "lo correcto", "lo bello", "lo permitido" y han vuelto a recluir a "la excepción que justifica la regla" a todo el resto, no importa su tamaño, color, contextura. Hemos vuelto a la época de "patrones serializados" que han impulsado el crecimiento de medicamentos como el Ozempic y las cirugías plásticas. Sí, porque ser delgada no es suficiente, siempre falta algo más...

Entonces ¿cuándo es suficiente? ¿Cuándo podremos respirar sin apretar el estómago? ¿Cuándo nos podremos reír de nosotras mismas no como consuelo, sino por la certeza de que la perfección en los cuerpos es tan relativa como la belleza? ¿Cuándo podremos tirar la toalla y simplemente ser, sin mandatos propios o ajenos?

Les confieso: estoy triste y desencajada. Me rindo. Para mí, ya fue suficiente.