Tu creación es mi creación
Aunque suene a película de terror, la moda opera con esa lógica. Cuando yo compro un vestido diseñado por "X", su creación pasa a ser mía y tengo el derecho de hacer con ella lo que me plazca. Esa es la teoría base. No obstante, para quienes apreciamos y entendemos que tras ese trabajo hay un concepto, un relato, que dio vida a un proceso creativo de mucho esfuerzo y dedicación; ese tipo de supuestos ni siquiera se nos pasan por la cabeza.
Si el vestido que compramos nos queda mal después de su compra y no tenemos la posibilidad de que el mismo diseñador lo arregle, le pedimos a alguien experto que nos ayude a devolverle el calce. Ahora, si no logramos encontrar a alguien que nos de la confianza para tomar ese riesgo -no hay nadie que conozco más el acabado de un vestido que su propio creador-, no improvisamos y optamos por esperar hasta volver al origen: el diseñador.
En el caso de la noche inaugural del Festival de Viña del Mar, Carolina de Moras y su equipo asesor, escogió "el elegido" entre diversas posibilidades. No había una opción, sino muchas. Por lo tanto, si la primera elección no quedaba bien, existía una segunda, tercera, cuarta, etc, que si podía dar con el calce. Sin embargo, al parecer se encapricharon con el vestido creado por Karyn Coo y frente a los cambios en la fisonomía de la animadora, que ya no le permitían tener le mismo calce que en su prueba, decidieron modificarlo sin respetar la línea del diseño. Asumo que la presión del momento, el apuro y unas mal entendidas "buenas intenciones" jugaron en contra.
El problema de esta decisión no sólo fue que Carolina de Moras no pudo deslumbrar en la noche de "su estreno en sociedad", concentrando toda la atención en el extraño calce de su vestido, sino también echó por tierra el trabajo realizado por Karyn y la responsabilizó a ella -cuan chivo expiatorio- del error. Fue tal la avalancha de críticas, que tuvo que salir a defenderse vía Instagram para clarificar lo ocurrido.
Ahora bien, si el vestido fuera de una gran Casa de Moda (léase Chanel, Valentino, Dior, Alexander McQueen, etc), no comprado en una boutique, sino importado directo de la matriz, ¿habrían sido capaces de intervenirlo? Lo dudo, porque las marcas de lujo saben lo que se juegan en este tipo de vitrinas -lo hemos visto en las alfombras rojas internacionales- y le siguen la pista a las creaciones que visten famosos (a mi me llegan todos los días correos sobre el vestido de la marca X, que usó tal actriz o cantante). Además existe "un pacto" de que si requieren modificaciones, son ellos los que se encargan de hacerlas. De hecho, los vestidos de alta costura se entregan en un showroom donde hay una costurera senior, que viaja especialmente, para realizar los ajuste que sean necesarios. De no respetar este "contrato", las penas del infierno-fashion pueden caer sobre el rebelde (yo no haría enojar gratuitamente a Karl, por ejemplo).
Ello me lleva a preguntarme, ¿por qué no eligieron otro y le pidieron a Karyn que modificara el vestido? (está en Viña participando como panelista de un programa del mismo canal) Ella participó en un concurso de desafíos como Project Runway Latinoamérica, así que puede manejar ese tipo de estrés. Ganó el programa, que mayor prueba de eso. ¿Cómo luego de modificar el vestido y comprobar que su calce provocaba todo tipo de "ruido" se optó por salir con él y no se eligió otro? Probablemente quien tomó la decisión pensó que no era "para tanto" y que "nadie se daría cuenta" (olvidando el HD claramente). Además, era diseño chileno... qué podría pasar...
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El calce de un vestido diseño por Karyn en un estilo "parecido" al verde de la obertura |
Para mi la mayor lección para la moda de autor es clara: mientras no se trabaje con una cláusula implícita de respeto por el trabajo del otro (código ético que ni siquiera debiera cuestionarse es un escena tan chica), no se pueden "soltar" los vestidos para este tipo de eventos, sin tener la certeza de que serán utilizados tal cual como se pactó. Es lo mismo que un traje de novia. Se prueba casi el día antes de la ceremonia para evitar cualquier inconveniente. En este caso, si no hay claridad del uso que se le dará hay que tratar de establecer un "marco de acción" que minimice las incertidumbres y que permita mantener el respeto en el diseño ajeno.
Todo esto en el entendido de que la persona que adquiere el vestido del diseñador para un evento de este tipo, no está entendiendo el trabajo detrás de la creación, ni comprende los alcances de "una intervención" poco experta. En ese tipo de situaciones, soy partidaria de transparentar todo y comunicar en detalle a ese otro, el valor simbólico de la prenda. Enseñarle, que no es cualquier objeto, sino el fruto de un proceso creativo, donde él también fue parte y no respetarlo es faltarse el respeto a si mismo. Además, las críticas injustas hacia un diseñador, contribuyen a consolidar los prejuicios hacia la moda local e invisibilizan el talento.
Quizás, si esas variables hubieran sido puestas sobre la mesa -pueden ser obvias, pero el sentido común es el menos común de los sentidos- nada de lo que motivó esta reflexión habría ocurrido.
¿Qué otras lecciones crees que dejan este episodio?
(Foto obertura gentileza de Chilevisión)
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