A pesar de que estamos casi terminando la segunda década del siglo XXI, todavía siento el prejuicio de algunos, al escuchar la unión de "moda + identidad local". A mi parecer, es tal nuestra necesidad por encajar en el entramado global de la industria, que algunos piensan que sumarle factores propios, le baja el pelo y la lleva a una periferia poco apetecida. Craso error. Hoy reflexionaré sobre cómo crear moda con identidad local más allá del cliché, triunfando en el intento (las marcas de portada son un buen ejemplo de ello).
Seamos claros, la identidad local no se construye de imágenes de museo o, al menos, no está circunscrita solo a un pasado. Pensar de esa manera limita la creatividad y nos minimiza como país, nos transforma en seres sin presente, ni futuro.
En este tiempo, me he dado cuenta que varios rehuyen la "identidad local" no por su significado más complejo, sino porque la expresión, en varios casos, se ha convertido en un slogan de marketing sin fondo, en bluf para cautivar a las masas, pero no en un proceso creativo que realmente aporte a la cadena de valor.
Pero más allá de lo anterior, la evidencia de mercado es clara. Cada día se hacen toneladas de ropa que no poseen mayor diferenciador que las tendencias. Si bien existe un público que no le importa aquello, ha comenzado a surgir otro que si lo incomoda este aspecto.
Si bien en términos nacionales ese consumidor es de nicho, en ámbitos globales ese nicho es cercano a la masividad en un contexto como el chileno (recuerden que tenemos 17 millones de habitantes app en total, menos que el puro DF en México).
En esta línea, crear con identidad local se transforma en una oportunidad de negocio y en una excelente manera de crear una imagen país en torno a esta industria.
Pero ¿cómo no caer en el cliché y/o los lugares comunes?
Lo primero es siendo honesto. Para ello hay que entender que la identidad local no puede ser solo una declaración, ni un agregado totalmente reemplazable e irrelevante, sino que debe considerarse como parte constitutiva de la propuesta, ya que sin él se pierde sentido y foco.
Para eso hay que determinar por qué se opta por esta apuesta creativa. Si la respuesta es solo por marketing, mejor seguir por otros caminos. Ahora si realmente se cree en este diferenciador, las sendas que se pueden seguir son múltiples. Acá unos ejemplos:
- Reivindicar la mano de obra local: la utilización de artesanos especializados es una excelente manera de hacer moda con identidad local, ya que su oficio le entrega a la propuesta un sello único, relacionado con el "saber hacer", además del cuidado y preocupación por el detalle.
- Utilización de materiales locales: el uso de materias primas con "denominación de origen", le confieren al diseño un valor difícil de igualar en términos estructurales, más aún cuando se reinterpreta en códigos de la industria.
- Rescate de técnicas artesanas y ancestrales: su uso y/o resignificación aporta no solo a la estética del diseño, sino también a la manera que es percibido por el consumidor debido a la maravilla de un saber no masificado, único y lleno de cargas simbólicas y cosmovisiones.
- Inspiración en el entorno: este aspecto es el más mal entendido y el que genera mayor confusión, ya que muchos creen que la identidad local es hacer "copy-paste" o peor aún, apropiarse de la cultura de los pueblos ancestrales, sin incluirlos en el proceso, como si la identidad local no tuviera matices ni supusiera una revalorización / resignificación de aspectos, que pueden ser del pasado, pero también del presente (urbano) y futuro (incierto).
Para mí crear desde este prisma es el más difícil, porque supone a su vez desarrollar un relato consistente, no rebuscado y que sea coherente con la propuesta. Muchos lo intentan, pero pocos lo logran.
Pero más allá de la ruta que se tome para llegar a crear con identidad local es importante comprender, que aquellos que lo hacen y lo proclaman, están contribuyendo a crear la tan esquiva imagen interior y exterior de la moda chilena.
Moda con identidad para el mundo
Seamos claros, la identidad local no se construye de imágenes de museo o, al menos, no está circunscrita solo a un pasado. Pensar de esa manera limita la creatividad y nos minimiza como país, nos transforma en seres sin presente, ni futuro.
En este tiempo, me he dado cuenta que varios rehuyen la "identidad local" no por su significado más complejo, sino porque la expresión, en varios casos, se ha convertido en un slogan de marketing sin fondo, en bluf para cautivar a las masas, pero no en un proceso creativo que realmente aporte a la cadena de valor.
Pero más allá de lo anterior, la evidencia de mercado es clara. Cada día se hacen toneladas de ropa que no poseen mayor diferenciador que las tendencias. Si bien existe un público que no le importa aquello, ha comenzado a surgir otro que si lo incomoda este aspecto.
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Amaltea habla de sus creaciones desde una identidad múltiple logrando crear con identidad sin caer en los lugares comunes |
Si bien en términos nacionales ese consumidor es de nicho, en ámbitos globales ese nicho es cercano a la masividad en un contexto como el chileno (recuerden que tenemos 17 millones de habitantes app en total, menos que el puro DF en México).
En esta línea, crear con identidad local se transforma en una oportunidad de negocio y en una excelente manera de crear una imagen país en torno a esta industria.
Pero ¿cómo no caer en el cliché y/o los lugares comunes?
Lo primero es siendo honesto. Para ello hay que entender que la identidad local no puede ser solo una declaración, ni un agregado totalmente reemplazable e irrelevante, sino que debe considerarse como parte constitutiva de la propuesta, ya que sin él se pierde sentido y foco.
Para eso hay que determinar por qué se opta por esta apuesta creativa. Si la respuesta es solo por marketing, mejor seguir por otros caminos. Ahora si realmente se cree en este diferenciador, las sendas que se pueden seguir son múltiples. Acá unos ejemplos:
- Reivindicar la mano de obra local: la utilización de artesanos especializados es una excelente manera de hacer moda con identidad local, ya que su oficio le entrega a la propuesta un sello único, relacionado con el "saber hacer", además del cuidado y preocupación por el detalle.
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El calzado de autor se ha encargado de destacar la mano de obra local como un diferneciador de la oferta masiva. En la foto la marca Padre Nuestro perteneciente al colectivo Calzado Oficio |
- Utilización de materiales locales: el uso de materias primas con "denominación de origen", le confieren al diseño un valor difícil de igualar en términos estructurales, más aún cuando se reinterpreta en códigos de la industria.
- Rescate de técnicas artesanas y ancestrales: su uso y/o resignificación aporta no solo a la estética del diseño, sino también a la manera que es percibido por el consumidor debido a la maravilla de un saber no masificado, único y lleno de cargas simbólicas y cosmovisiones.
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Galga rescata la herencia textil nacional en sus creaciones |
- Inspiración en el entorno: este aspecto es el más mal entendido y el que genera mayor confusión, ya que muchos creen que la identidad local es hacer "copy-paste" o peor aún, apropiarse de la cultura de los pueblos ancestrales, sin incluirlos en el proceso, como si la identidad local no tuviera matices ni supusiera una revalorización / resignificación de aspectos, que pueden ser del pasado, pero también del presente (urbano) y futuro (incierto).
Para mí crear desde este prisma es el más difícil, porque supone a su vez desarrollar un relato consistente, no rebuscado y que sea coherente con la propuesta. Muchos lo intentan, pero pocos lo logran.
Pero más allá de la ruta que se tome para llegar a crear con identidad local es importante comprender, que aquellos que lo hacen y lo proclaman, están contribuyendo a crear la tan esquiva imagen interior y exterior de la moda chilena.
(En foto principal aparecen las marcas -iz a de- Midori, Galga, Amaltea, Berlina Cárdenas y Grandon. En el fondo se ven las creaciones de Patricia Salgado y Maniobra)
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