(Por Sr. González y Lontano) Hace unas semanas anunciábamos el Taller de Bordado de Alta Costura con Elisabeth Roulleau, profesora de Central Saint Martins College en Londres. Quisimos conocer de primera fuente esta gran experiencia de aprendizaje de moda, por lo que visitamos el Taller de Ignacio Lechuga, lugar del curso. Acá te contamos todo lo que vimos y experimentamos.
“Para mí es muy importante compartir estas técnicas porque se están perdiendo. Siempre pienso que algún día voy a morir y si muero con mi técnica y no la comparto con la gente, sería muy triste”, nos confiesa la profesora Roulleau.
Los cursos de bordado constan de 5 niveles, algunos intensivos y otros personalizados. Fue un verano, en Central Saint Martins, donde la diseñadora nacional Carolina Lemus realizó el nivel 1 con Roulleau. Fue allí donde le planteó la idea de traer sus clases a Latinoamérica. Y luego de una primera experiencia en marzo en Brasil, Carolina se alió con el diseñador Ignacio Lechuga para desarrollar el taller en Chile.
Carolina nos menciona que además de conocer un oficio riguroso en materiales y técnicas, la oportunidad de aprender de una persona oriunda de Francia -cuna de este arte- que ha trabajado en Dior y en Chanel, es única. Todo esto a un menor precio y complejidad que tomar el curso en el extranjero. Nos asegura que la experiencia no es solo realizar el curso, sino que aplicarlo a lo que cada alumna hace, manteniendo la técnica fidedigna, el uso de materiales nobles, etc.
La pedrería y otros materiales que se usan en el taller, se traen directamente de París. “Yo hago vestidos de novia y me toma cerca de 150 horas hacer un bordado de un talle. La dedicación es enorme y si uno no lo hace con buenos materiales, es tiempo perdido”, dice la diseñadora.
Y complementa que la profesora Roulleau enseña mucho más que simplemente la técnica. "Hay vivencias, hay maneras de hacer las cosas. Si no va acompañado de una visión, de una entrega o un valor que uno quiere exponer o mostrar al mundo, no sirve de nada”. Además comenta que el curso es bastante específico y requiere mucha concentración. “Es complejo aprender a usar el crochet y los movimientos son muy delicados, pero es una cosa de práctica y perseverancia”.
Una de las alumnas presentes, la diseñadora Daniela Jofré nos cuenta que ha sido una súper buena experiencia y muy práctica. "No estamos mirando como alguien hace las cosas, si no que estamos practicando y aprendiendo de nuestros mismos errores”. Menciona además que Roulleau es muy didáctica. “Ella es profesora, tiene las herramientas para enseñar y su personalidad es muy llevadera, muy simpática. Le puedes preguntar 100 veces lo mismos y ella te la va a responder con la misma energía las 100 veces, y eso genera buen ambiente entre todas”.
Lo primero que notamos al hablar con Elisabeth es su extrema cercanía. “(El curso) ha sido muy interesante, la gente está feliz de conocer esta técnica que es muy especial, porque es bordado de alta costura, que se hace en Francia”.
“Creo que nunca pensaron que era un curso tan específico. Tenemos que trabajar con las dos manos, es muy especial. El primer día algunas sintieron que quizás no podrían, pero yo les digo siempre que no se preocupen, que confíen en ellas, y de repente algo pasa y funciona. Es magia!. Mi placer es cuando veo la felicidad en los ojos de mis alumnas: lo conseguí!"
“Yo hago cursos intensivos, y lo mejor es que como estamos cinco días juntas, se comparten los momentos. Tengo la costumbre de pedir a mis alumnas que ayuden a las otras, porque no es una clase individual. Estamos todas en el mismo nivel y tenemos que ir mejorando todas, eso es muy importante para mí.
Cuando pasas 5 días así, se transforma en un momento para ti misma y lo recordarás siempre. Escuchamos música, a veces hablo francés porque no conozco la palabra en español o inglés, entonces escuchan mi acento, y es un momento muy fuerte y a mí me gusta ser cercana a mis alumnas. No soy la persona que viene de Francia, que hace su curso y se va. Yo doy todo lo que puedo dar, pero quiero que este momento sea un momento muy especial, es como una forma de terapia. A veces nadie habla porque están muy concentradas y eso significa que las alumnas ya están pensando en que van a hacer con esta técnica, así que es muy importante”
En resumen, toda una experiencia que no solo sirve para los que quieran aprender o avanzar en esta técnica específica, sino que también para conectarse con la esencia de un oficio.
Además, como nos dice Carolina, lo bueno de compartir estas técnicas es que el nicho crece. "Es una industria que hay que fomentar, hay que apoyarse, es beneficio para todos”, concluye.
El curso de bordado de alta costura
“Para mí es muy importante compartir estas técnicas porque se están perdiendo. Siempre pienso que algún día voy a morir y si muero con mi técnica y no la comparto con la gente, sería muy triste”, nos confiesa la profesora Roulleau.
Los cursos de bordado constan de 5 niveles, algunos intensivos y otros personalizados. Fue un verano, en Central Saint Martins, donde la diseñadora nacional Carolina Lemus realizó el nivel 1 con Roulleau. Fue allí donde le planteó la idea de traer sus clases a Latinoamérica. Y luego de una primera experiencia en marzo en Brasil, Carolina se alió con el diseñador Ignacio Lechuga para desarrollar el taller en Chile.
La experiencia del curso
Carolina nos menciona que además de conocer un oficio riguroso en materiales y técnicas, la oportunidad de aprender de una persona oriunda de Francia -cuna de este arte- que ha trabajado en Dior y en Chanel, es única. Todo esto a un menor precio y complejidad que tomar el curso en el extranjero. Nos asegura que la experiencia no es solo realizar el curso, sino que aplicarlo a lo que cada alumna hace, manteniendo la técnica fidedigna, el uso de materiales nobles, etc.
La pedrería y otros materiales que se usan en el taller, se traen directamente de París. “Yo hago vestidos de novia y me toma cerca de 150 horas hacer un bordado de un talle. La dedicación es enorme y si uno no lo hace con buenos materiales, es tiempo perdido”, dice la diseñadora.
Y complementa que la profesora Roulleau enseña mucho más que simplemente la técnica. "Hay vivencias, hay maneras de hacer las cosas. Si no va acompañado de una visión, de una entrega o un valor que uno quiere exponer o mostrar al mundo, no sirve de nada”. Además comenta que el curso es bastante específico y requiere mucha concentración. “Es complejo aprender a usar el crochet y los movimientos son muy delicados, pero es una cosa de práctica y perseverancia”.
Una de las alumnas presentes, la diseñadora Daniela Jofré nos cuenta que ha sido una súper buena experiencia y muy práctica. "No estamos mirando como alguien hace las cosas, si no que estamos practicando y aprendiendo de nuestros mismos errores”. Menciona además que Roulleau es muy didáctica. “Ella es profesora, tiene las herramientas para enseñar y su personalidad es muy llevadera, muy simpática. Le puedes preguntar 100 veces lo mismos y ella te la va a responder con la misma energía las 100 veces, y eso genera buen ambiente entre todas”.
La mirada de la profesora Roulleau
Lo primero que notamos al hablar con Elisabeth es su extrema cercanía. “(El curso) ha sido muy interesante, la gente está feliz de conocer esta técnica que es muy especial, porque es bordado de alta costura, que se hace en Francia”.
“Creo que nunca pensaron que era un curso tan específico. Tenemos que trabajar con las dos manos, es muy especial. El primer día algunas sintieron que quizás no podrían, pero yo les digo siempre que no se preocupen, que confíen en ellas, y de repente algo pasa y funciona. Es magia!. Mi placer es cuando veo la felicidad en los ojos de mis alumnas: lo conseguí!"
“Yo hago cursos intensivos, y lo mejor es que como estamos cinco días juntas, se comparten los momentos. Tengo la costumbre de pedir a mis alumnas que ayuden a las otras, porque no es una clase individual. Estamos todas en el mismo nivel y tenemos que ir mejorando todas, eso es muy importante para mí.
Cuando pasas 5 días así, se transforma en un momento para ti misma y lo recordarás siempre. Escuchamos música, a veces hablo francés porque no conozco la palabra en español o inglés, entonces escuchan mi acento, y es un momento muy fuerte y a mí me gusta ser cercana a mis alumnas. No soy la persona que viene de Francia, que hace su curso y se va. Yo doy todo lo que puedo dar, pero quiero que este momento sea un momento muy especial, es como una forma de terapia. A veces nadie habla porque están muy concentradas y eso significa que las alumnas ya están pensando en que van a hacer con esta técnica, así que es muy importante”
En resumen, toda una experiencia que no solo sirve para los que quieran aprender o avanzar en esta técnica específica, sino que también para conectarse con la esencia de un oficio.
Además, como nos dice Carolina, lo bueno de compartir estas técnicas es que el nicho crece. "Es una industria que hay que fomentar, hay que apoyarse, es beneficio para todos”, concluye.
COMMENTS