Sin una guía de acción, originada desde el sector público o privado, ninguna industria puede crecer. Por lo mismo, la reciente publicación de la "Política de Fomento del Diseño 2017 - 2022"del Área de Diseño del Consejo de la Cultura y las Artes (CNCA), reviste tanto valor, no sólo para el desarrollo del diseño en sus múltiples facetas, sino también por las expectativas que genera respecto a la articulación de una industria de la moda local. Ello, porque en sus páginas no sólo realiza un diagnóstico de la situación del diseño en general, sino también se marcan los énfasis que guiarán las acciones del Estado en esta materia hasta el 2022. ¿Cómo podría beneficiarse la moda en este proceso? Hoy lo analizo.
La Política de Fomento del Diseño 2017 - 2022 surge fruto de un proceso participativo donde, tanto diseñadores como otros actores ligados al sector, dieron su visión de lo que ocurría en cada una de sus ramas.
En ese sentido, los ámbitos de acción, objetivos específicos, medidas e instituciones vinculadas, nacen de una investigación (se mencionan los estudios de Matriz Moda), reflexión y análisis que duró alrededor de dos años. Y que aún puede ser complementado, gracias a las herramientas digitales que ha dispuesto el CNCA para involucrar a la ciudadanía y actores que no lograron ser parte de este proceso.
¿Cuáles son los ámbitos que incluye? Fomento; Educación; Participación y acceso al arte y la cultura; Infraestructura; y Patrimonio. En cada uno de ellos se encuentran objetivos, medidas (ver págs 72 a 75) y las instituciones encargadas de guiarlas / ejecutarlas.
Si bien al leerlos se observan oportunidades tanto de posicionamiento del sector, conexión con las nuevas tecnologías, capacitación de sus actores, educación al ciudadano en el ámbito del diseño, promoción del usos de espacios culturales para el diseño, así también como de polos de diseño; hay 4 acciones que creo que resultan cruciales para la escena de la moda y se desprenden de esta política, ya que visibilizan el diseño como producto cultural que aporta tanto a la economía como la imagen país:
1- Relevar el valor social del diseño: ello supone reconocer el impacto del diseño en la sociedad como generador de identidades. En ese sentido la moda de autor puede aprovechar este aspecto para consolidar su relato y efectivamente conseguir un sello distintivo.
2- Democratización del diseño: es decir, transformar la moda de autor como una opción real de consumo, lo que supone hacerla visible al ciudadano no sólo llevándola a nuevos canales, sino también promoviendo el entendimiento de su cadena de valor y valorando cada uno de sus actores como esenciales. Acá resulta urgente mostrar a quienes desarrollan los oficios artesanales que nutren las propuestas, desterrando conductas ligadas a la apropiación cultural.
3- Relevar el rol patrimonial del diseño: se entiende al diseño como una expresión de la memoria e identidad de los territorios. Por lo mismo, se busca determinar las necesidades de esos territorios y cuáles son los objetos que representan esa identidad. En el caso de la moda de autor resulta interesante promover aquellas marcas o iniciativas que no sólo representan un visión individual, sino que se constituyen como expresión, cosmovisión y/o relato de ciertas comunidades.
4- Internacionalización: este aspecto es considerado en el ámbito de fomento, traduciéndolo como la necesidad de llevar al mundo productos que efectivamente logren una valoración internacional. En ese sentido se señala el interés que existe por las técnicas y oficios tras las creaciones, así también como de la materias primas locales. Esto supone un impulso a aquellas marcas que tengan estos características en sus colecciones.
Si bien la escena de la moda de autor ha avanzando de manera atomizada y no siempre con mucho éxito en estos puntos, tener una política pública que los presente como prioridad y que entregue líneas de acción para materializarlos facilita el camino, ya que deja de ser necesario "inventar la pólvora" y se concentran los esfuerzos en materias puntuales que permitan cumplir el "norte estratégico" trazado.
Desde esa perspectiva, no se puede esperar que sea sólo el Estado quien impulse las medidas presentadas, por lo mismo, la asociatividad se yergue como la mejor herramienta para lograr, que las instituciones tras esta política, puedan apoyar los proyectos de las marcas.
En este sentido, la Política de Fomento del Diseño instala como desafío para la moda contar con más interlocutores válidos de la escena, que posibiliten la articulación y coordinación con el sector público.
Con ese primer paso, las acciones destacadas podrán ver resultados que representarán no sólo a pequeños grupos, sino que serán un signo real de que la industria de la moda chilena no es una utopía, sino una realidad económica con carga cultural y patrimonial.
Política de Fomento del Diseño 2017 - 2022
La Política de Fomento del Diseño 2017 - 2022 surge fruto de un proceso participativo donde, tanto diseñadores como otros actores ligados al sector, dieron su visión de lo que ocurría en cada una de sus ramas.
En ese sentido, los ámbitos de acción, objetivos específicos, medidas e instituciones vinculadas, nacen de una investigación (se mencionan los estudios de Matriz Moda), reflexión y análisis que duró alrededor de dos años. Y que aún puede ser complementado, gracias a las herramientas digitales que ha dispuesto el CNCA para involucrar a la ciudadanía y actores que no lograron ser parte de este proceso.
¿Cuáles son los ámbitos que incluye? Fomento; Educación; Participación y acceso al arte y la cultura; Infraestructura; y Patrimonio. En cada uno de ellos se encuentran objetivos, medidas (ver págs 72 a 75) y las instituciones encargadas de guiarlas / ejecutarlas.
Si bien al leerlos se observan oportunidades tanto de posicionamiento del sector, conexión con las nuevas tecnologías, capacitación de sus actores, educación al ciudadano en el ámbito del diseño, promoción del usos de espacios culturales para el diseño, así también como de polos de diseño; hay 4 acciones que creo que resultan cruciales para la escena de la moda y se desprenden de esta política, ya que visibilizan el diseño como producto cultural que aporta tanto a la economía como la imagen país:
1- Relevar el valor social del diseño: ello supone reconocer el impacto del diseño en la sociedad como generador de identidades. En ese sentido la moda de autor puede aprovechar este aspecto para consolidar su relato y efectivamente conseguir un sello distintivo.
2- Democratización del diseño: es decir, transformar la moda de autor como una opción real de consumo, lo que supone hacerla visible al ciudadano no sólo llevándola a nuevos canales, sino también promoviendo el entendimiento de su cadena de valor y valorando cada uno de sus actores como esenciales. Acá resulta urgente mostrar a quienes desarrollan los oficios artesanales que nutren las propuestas, desterrando conductas ligadas a la apropiación cultural.
3- Relevar el rol patrimonial del diseño: se entiende al diseño como una expresión de la memoria e identidad de los territorios. Por lo mismo, se busca determinar las necesidades de esos territorios y cuáles son los objetos que representan esa identidad. En el caso de la moda de autor resulta interesante promover aquellas marcas o iniciativas que no sólo representan un visión individual, sino que se constituyen como expresión, cosmovisión y/o relato de ciertas comunidades.
4- Internacionalización: este aspecto es considerado en el ámbito de fomento, traduciéndolo como la necesidad de llevar al mundo productos que efectivamente logren una valoración internacional. En ese sentido se señala el interés que existe por las técnicas y oficios tras las creaciones, así también como de la materias primas locales. Esto supone un impulso a aquellas marcas que tengan estos características en sus colecciones.
Si bien la escena de la moda de autor ha avanzando de manera atomizada y no siempre con mucho éxito en estos puntos, tener una política pública que los presente como prioridad y que entregue líneas de acción para materializarlos facilita el camino, ya que deja de ser necesario "inventar la pólvora" y se concentran los esfuerzos en materias puntuales que permitan cumplir el "norte estratégico" trazado.
Foto: Taller de Lemu Handmade |
Desde esa perspectiva, no se puede esperar que sea sólo el Estado quien impulse las medidas presentadas, por lo mismo, la asociatividad se yergue como la mejor herramienta para lograr, que las instituciones tras esta política, puedan apoyar los proyectos de las marcas.
En este sentido, la Política de Fomento del Diseño instala como desafío para la moda contar con más interlocutores válidos de la escena, que posibiliten la articulación y coordinación con el sector público.
Con ese primer paso, las acciones destacadas podrán ver resultados que representarán no sólo a pequeños grupos, sino que serán un signo real de que la industria de la moda chilena no es una utopía, sino una realidad económica con carga cultural y patrimonial.
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