A pesar de las contingencias político - económicas que afectan a Venezuela, la moda de ese lado de América sigue floreciendo en otros rincones, gracias al tesón de sus creativos. Es el caso de la marca homónima de la diseñadora, Laili Lau, que desde New York trabajó una colección que rescata parte de la filosofía japonesa para reivindicar lo imperfecto, incompleto y no permanente. Su propuesta Sabi, se transforma en un recorrido donde la incertidumbre da paso a la aceptación y la calma. Te invito a revisarla a través de su relato.
"La colección toma su nombre del concepto estético wabi-sabi, un planteamiento que resume tres verdades sobre la existencia humana: nada es permanente, nada está completo y nada es perfecto. Es ante todo, una propuesta optimista, ya que invita a descubrir la belleza donde creemos que no la hay y también a reconciliarnos con nuestra propia impermanencia. El wabi-sabi es la respuesta a la obsesión occidental por el perfeccionismo, es darse cuenta que la belleza, en todas sus formas, es finita porque todo lo es.
Wabi-sabi es el zen de las cosas, cosas que se asumen imperfectas, mudables e incompletas. Es también un estilo de vida, un llamado a abandonar los miedos al fracaso, a la incertidumbre y al paso del tiempo... un llamado a crear y a disfrutar la vida.
Para mí es sabiduría y serenidad, es la capacidad de ver belleza en todo lo que nos rodea y poder apreciar los errores naturales o peculiaridades como un aporte a la unicidad. Sabi es también un repaso por mis orígenes y comienzo. De hecho, quise que esta colección me recordara mucho a lo que había diseñado al principio, con muchos cortes y la holgura que siempre ha sido una constante en la marca, pero que en esta oportunidad se acentúa para obtener más movimiento y soltura.
El resultado, prendas que despiertan cierta melancolía y que dan la sensación de que han vivido y han ganado con el tiempo elegancia y simplicidad.
Sabi es, además, una muestra muy artesanal y llena de detalles, pero a su vez con mucha simpleza, colmada de colores, incluyendo tonos fuertes como el azul marino, que nunca antes había usado. Es más alegre y más llena de vida en comparación con Senderos, mi trabajo anterior. Creo que cada colección refleja mucho el mood personal en el que estoy en un momento específico y en este quise que fuera simplemente hermosa y sencilla, con muchos destellos de luz, gracias a las telas y
a las lentejuelas; mientras que la suavidad viene por los tonos que usé.
Entre los materiales que usé destacan el charmeuse de seda estampado, los algodones, los brocados, el chifón y los jerséis. En cuanto a la paleta de colores, Sabi va por los tonos ocres, beige, rosados y dorados, este último gracias a la influencia del kintsugi, técnica para reparar objetos, como las cerámicas y vasijas, donde se unen las fracturas con barniz o resina espolvoreada con oro. El hecho de reparar las cosas y reusarlas, les da otro significado y un valor agregado que las hace más especiales. No es fácil conseguirlo, pero es bellísimo.
Aceptar, de nuevo, la imperfección y la fragilidad humana abre paso a la resiliencia. Si bien en mi colección no hay remiendos, vale la metáfora de la exaltación de las cicatrices para sortear tiempos de dificultad, lo que resultó clave en mi proceso creativo y se manifiesta tanto en mis diseños como en la imagen.
Sabi es, en conjunto, movimiento, elegancia subestimada y singularidad", concluye Laili.
¿Dónde comprarla? En Revolviendo el Baúl en Panamá y en la tienda virtual de diseño venezolano, Pasblank.
Sabi: lo nuevo de Laili Lau
Wabi-sabi es el zen de las cosas, cosas que se asumen imperfectas, mudables e incompletas. Es también un estilo de vida, un llamado a abandonar los miedos al fracaso, a la incertidumbre y al paso del tiempo... un llamado a crear y a disfrutar la vida.
Para mí es sabiduría y serenidad, es la capacidad de ver belleza en todo lo que nos rodea y poder apreciar los errores naturales o peculiaridades como un aporte a la unicidad. Sabi es también un repaso por mis orígenes y comienzo. De hecho, quise que esta colección me recordara mucho a lo que había diseñado al principio, con muchos cortes y la holgura que siempre ha sido una constante en la marca, pero que en esta oportunidad se acentúa para obtener más movimiento y soltura.
El resultado, prendas que despiertan cierta melancolía y que dan la sensación de que han vivido y han ganado con el tiempo elegancia y simplicidad.
Sabi es, además, una muestra muy artesanal y llena de detalles, pero a su vez con mucha simpleza, colmada de colores, incluyendo tonos fuertes como el azul marino, que nunca antes había usado. Es más alegre y más llena de vida en comparación con Senderos, mi trabajo anterior. Creo que cada colección refleja mucho el mood personal en el que estoy en un momento específico y en este quise que fuera simplemente hermosa y sencilla, con muchos destellos de luz, gracias a las telas y
a las lentejuelas; mientras que la suavidad viene por los tonos que usé.
Entre los materiales que usé destacan el charmeuse de seda estampado, los algodones, los brocados, el chifón y los jerséis. En cuanto a la paleta de colores, Sabi va por los tonos ocres, beige, rosados y dorados, este último gracias a la influencia del kintsugi, técnica para reparar objetos, como las cerámicas y vasijas, donde se unen las fracturas con barniz o resina espolvoreada con oro. El hecho de reparar las cosas y reusarlas, les da otro significado y un valor agregado que las hace más especiales. No es fácil conseguirlo, pero es bellísimo.
Aceptar, de nuevo, la imperfección y la fragilidad humana abre paso a la resiliencia. Si bien en mi colección no hay remiendos, vale la metáfora de la exaltación de las cicatrices para sortear tiempos de dificultad, lo que resultó clave en mi proceso creativo y se manifiesta tanto en mis diseños como en la imagen.
Sabi es, en conjunto, movimiento, elegancia subestimada y singularidad", concluye Laili.
¿Dónde comprarla? En Revolviendo el Baúl en Panamá y en la tienda virtual de diseño venezolano, Pasblank.
Créditos producción
Foto: Rafael Franceschi / Modelo: Daniela Arnald / Maquillaje y estilismo: Andreina Cabrices @Freshbeauty / Accesorios: Federika Padula / Calzado: Andrea Gómez / Taller de Cerámica: @c_dospuntos @anothermuller @caraquenadechuao / Producción y video: Manaure Peñalver / Producción: Johana Morillo
Foto: Rafael Franceschi / Modelo: Daniela Arnald / Maquillaje y estilismo: Andreina Cabrices @Freshbeauty / Accesorios: Federika Padula / Calzado: Andrea Gómez / Taller de Cerámica: @c_dospuntos @anothermuller @caraquenadechuao / Producción y video: Manaure Peñalver / Producción: Johana Morillo
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