La ropa usada se ha convertido en la "puerta de entrada" hacia un consumo más consciente y responsable, ya que tiende a ser la alternativa que primero se le aparece a alguien que solía comprar impulsivamente vestuario. Sin embargo, "no todo lo que brilla es oro" y la huella ambiental y social que está dejando en el norte de Chile no solo tiene que hacernos reflexionar y actuar como ciudadanxs, sino también obliga a cambios legislativos urgentes. Así me quedó claro en el Corona Sessions que tuvimos con Juan Luis Silva de Rehab.cl junto a Franklin Zepeda de Ecofibra, empresa de reciclaje textil. Hoy revisamos el desolador panorama que nos narró en una apasionante conversación.
Ecofibra se está haciendo cargo del grave problema ambiental y social que se ha provocado en la Región de Tarapacá como consecuencia de la importación indiscriminada de ropa usada proveniente de Europa, Estado Unidos, Corea y Japón.
Para que se hagan una idea de la dimensión de esta debacle, al año se importan 55 mil toneladas de ropa de las cuales el 39 mil terminan en vertederos clandestinos o incineradas. Es decir, el 70% de la ropa usada que llega a Chile termina en la basura.
¿Por qué se da esta situación? Porque Chile -segundo importador de ropa usada del mundo junto a Canadá- importa usualmente "pacas", es decir, grandes fardos cuyo contenido no siempre es utilizable, ya que está en mal estado y termina convirtiéndose en desecho. Gran parte de esas prendas se venden también en Bolivia, nación cuya venta está regulada, sin embargo, su contrabando está destruyendo la industria textil local.
El atractivo del mercado boliviano y la casi nula regulación local hacia estas importaciones han provocado un exceso de oferta que tiene el desierto chileno cubierto de ropa, que no sólo se ha apilado como grandes montañas textiles, sino también amenaza la salud del medio ambiente y de la población que vive cerca de ellas.
Lo anterior se debe a que los desechos textiles no son aceptados en los rellenos sanitarios, porque no logran compactar el suelo, lo que lleva a que sean arrojados o quemadas clandestinamente en donde nadie los ve, ni reclama: el desierto.
Esa acumulación ilegal de vestuario no sólo puede provocar plaga de ratas o peligro de incendios -como el macroincendio de 2019 en Alto Hospicio- sino también contaminar el suelo y las napas subterráneas de agua, producto de los químicos que se le echan para "sanitizarla", que al contacto con la intemperie y el calor pueden convertirse en veneno.
A eso hay que sumar el daño al ecosistema y la biodiversidad, que se ve inundada por textiles, muchos de ellos sintéticos (= plásticos), cuyo ciclo de biodegración puede llegar de los 20 a 200 años.
A esa tremenda huella ambiental, se suma la huella social de las personas que tiene que convivir con las emisiones, y por ende, polución, provocada por la quema ilegal de estos residuos y de los químicos que emanan estas "montañas textiles", así también con el peligro sanitario que supone las ratas y la contaminación de las escasas fuentes de agua dulce de la zona.
Actualmente la Ley REP (Responsabilidad Extendida del Productor) no considera al textil, no obstante, Franklin nos contaba que ha participado de conversaciones en torno a la idea de sumar esta tipología de productos al cuerpo legal, dado el panorama antes mencionado. Su comentario me hizo pensar, inevitablemente, que en este caso se legisló con mirada centralista y no regional, ignorando las consecuencias de un negocio que no le está haciendo bien ni al país, ni al planeta.
Asimismo, nos demostró que la voracidad con la que consumimos ropa ha impulsado a diversos empresarixs -inescrupulosos y con cero compromiso con su entorno- a comprar indiscriminadamente fardos, sabiendo que solo venderán un 30%, ya que el restante no está en condiciones para ser usada por estar en malas condiciones o simplemente no son de las tallas promedio de la población nacional. Ese "saldo" o "daño colateral" del negocio, se ignora, dado que la ley no los responsabiliza por provocarlo.
A ello se suma, nuestra poca educación ciudadana respecto al impacto ambiental y social de nuestro vestir, que nos hacen alimentar "al chancho con más afrecho" del que puede y debe digerir para estar en equilibrio con su entorno.
Según Franklin la solución a esta hecatombe no la tiene Ecofibra, quien en este momento solo está conteniendo con gallardía parte de este desastre mediante el reciclaje y reutilización desde una lógica circular, sino la legislación y, por supuesto, la ciudadanía.
En cuanto a la legislación cree que es urgente colocar a los textiles en la Ley REP para regular el comercio de la "ropa basura" y obligar a quienes producen vestuario a mejorar su calidad y hacerse cargo del fin de vida de su producto.
A ello propone sumar una Ley de Responsabilidad Extendida del Consumidor (REC), que obligue a las personas a hacerse cargo de sus decisiones de compra de vestuario.
A todo ello, es fundamental agregarle educación ciudadana, que permita que la transición hacia un vestir consciente no sólo sea dominio de los "privilegiadxs o la elite", sino de todas las personas, ya que un mundo (moda) circular se construye colaborativa y asociativamente, sin que nadie sobre. Así también anteponiendo otros verbos, al "manoseado" verbo comprar.
¿Conocías el lado B de la ropa usada? ¿Qué otras soluciones propondrías ante este panorama?
Cuando la ropa usada se convierte en veneno
Ecofibra se está haciendo cargo del grave problema ambiental y social que se ha provocado en la Región de Tarapacá como consecuencia de la importación indiscriminada de ropa usada proveniente de Europa, Estado Unidos, Corea y Japón.
Para que se hagan una idea de la dimensión de esta debacle, al año se importan 55 mil toneladas de ropa de las cuales el 39 mil terminan en vertederos clandestinos o incineradas. Es decir, el 70% de la ropa usada que llega a Chile termina en la basura.
¿Por qué se da esta situación? Porque Chile -segundo importador de ropa usada del mundo junto a Canadá- importa usualmente "pacas", es decir, grandes fardos cuyo contenido no siempre es utilizable, ya que está en mal estado y termina convirtiéndose en desecho. Gran parte de esas prendas se venden también en Bolivia, nación cuya venta está regulada, sin embargo, su contrabando está destruyendo la industria textil local.
El atractivo del mercado boliviano y la casi nula regulación local hacia estas importaciones han provocado un exceso de oferta que tiene el desierto chileno cubierto de ropa, que no sólo se ha apilado como grandes montañas textiles, sino también amenaza la salud del medio ambiente y de la población que vive cerca de ellas.
Lo anterior se debe a que los desechos textiles no son aceptados en los rellenos sanitarios, porque no logran compactar el suelo, lo que lleva a que sean arrojados o quemadas clandestinamente en donde nadie los ve, ni reclama: el desierto.
Esa acumulación ilegal de vestuario no sólo puede provocar plaga de ratas o peligro de incendios -como el macroincendio de 2019 en Alto Hospicio- sino también contaminar el suelo y las napas subterráneas de agua, producto de los químicos que se le echan para "sanitizarla", que al contacto con la intemperie y el calor pueden convertirse en veneno.
A eso hay que sumar el daño al ecosistema y la biodiversidad, que se ve inundada por textiles, muchos de ellos sintéticos (= plásticos), cuyo ciclo de biodegración puede llegar de los 20 a 200 años.
A esa tremenda huella ambiental, se suma la huella social de las personas que tiene que convivir con las emisiones, y por ende, polución, provocada por la quema ilegal de estos residuos y de los químicos que emanan estas "montañas textiles", así también con el peligro sanitario que supone las ratas y la contaminación de las escasas fuentes de agua dulce de la zona.
Actualmente la Ley REP (Responsabilidad Extendida del Productor) no considera al textil, no obstante, Franklin nos contaba que ha participado de conversaciones en torno a la idea de sumar esta tipología de productos al cuerpo legal, dado el panorama antes mencionado. Su comentario me hizo pensar, inevitablemente, que en este caso se legisló con mirada centralista y no regional, ignorando las consecuencias de un negocio que no le está haciendo bien ni al país, ni al planeta.
Asimismo, nos demostró que la voracidad con la que consumimos ropa ha impulsado a diversos empresarixs -inescrupulosos y con cero compromiso con su entorno- a comprar indiscriminadamente fardos, sabiendo que solo venderán un 30%, ya que el restante no está en condiciones para ser usada por estar en malas condiciones o simplemente no son de las tallas promedio de la población nacional. Ese "saldo" o "daño colateral" del negocio, se ignora, dado que la ley no los responsabiliza por provocarlo.
A ello se suma, nuestra poca educación ciudadana respecto al impacto ambiental y social de nuestro vestir, que nos hacen alimentar "al chancho con más afrecho" del que puede y debe digerir para estar en equilibrio con su entorno.
¿Hay luz al final de las montañas de ropa?
Según Franklin la solución a esta hecatombe no la tiene Ecofibra, quien en este momento solo está conteniendo con gallardía parte de este desastre mediante el reciclaje y reutilización desde una lógica circular, sino la legislación y, por supuesto, la ciudadanía.
En cuanto a la legislación cree que es urgente colocar a los textiles en la Ley REP para regular el comercio de la "ropa basura" y obligar a quienes producen vestuario a mejorar su calidad y hacerse cargo del fin de vida de su producto.
A ello propone sumar una Ley de Responsabilidad Extendida del Consumidor (REC), que obligue a las personas a hacerse cargo de sus decisiones de compra de vestuario.
A todo ello, es fundamental agregarle educación ciudadana, que permita que la transición hacia un vestir consciente no sólo sea dominio de los "privilegiadxs o la elite", sino de todas las personas, ya que un mundo (moda) circular se construye colaborativa y asociativamente, sin que nadie sobre. Así también anteponiendo otros verbos, al "manoseado" verbo comprar.
¿Conocías el lado B de la ropa usada? ¿Qué otras soluciones propondrías ante este panorama?
(Fotos gentileza de Ecofibra)
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