Nunca deja de sorprenderme la reacción que tienen muchas personas cuando les hablo de sostenibilidad y el impacto de la moda en el medio ambiente y las personas. Me miran un poco asustadas, algunas incluso con culpa, y luego me dicen: "pero comprar ropa de marcas más responsables o de etiquetas locales es muy caro, ¿cómo esperas que lo hagamos?". Y es ahí, cuando contra pregunto ¿y en qué momento el verbo "comprar" se convirtió en la respuesta a este problema? En las próximas líneas te darás cuenta que esa reacción, casi automática de muchxs de ustedes, es fruto de un modelo económico, que demanda un cambio cultural. Hoy te invito a cambiar el verbo al vestir para vivir mejor y más contentxs, a propósito de la charla que daré en el Fashion Online de la Cámara de Comercio de Santiago.
El sistema económico en el que vivimos nos ha convencido que el éxito se mide por lo que tenemos, no por lo que somos. Es decir, por las cosas que vamos acumulando y ostentando a nuestro paso. Sin embargo, el planeta nos ha demostrado que ese modo artificial de vincularnos con nuestro entorno, no solo está destruyendo el único lugar que tenemos para vivir (olvídate de Marte, no estarás vivx cuando haya una colonia ahí), sino también nos ha convertido en seres individualistas, competitivos e inseguros.
De hecho, la ropa se ha transformado también en un vehículo de poder y comunicación de ese "éxito" generando una cultura de consumismo impulsivo, que ha tenido consecuencias nefastas no sólo para el medio ambiente, sino también para las personas que son parte de su cadena de valor.
Lo peor de todo, es que por mucha ropa que tengamos, muchxs nos seguimos mirando al espejo con inseguridad e incluso desprecio.
Entonces ¿por qué seguimos en la misma senda? Porque es lo conocido, lo cómodo, lo fácil, lo que el sistema nos dijo que nos haría feliz y calmaría nuestra ansiedad, porque el vestuario se transformó en desechable, igualó su valor a una taza de café en una cadena multinacional.
Pero ¿cómo cambiamos el status quo? ¿qué hacemos para que nuestra vinculación con el vestir deje de ser la de meros consumidorxs y se transforme a una entre ciudadanxs conscientes, responsable y comprometidos?
Simple, dejemos de anteponer el verbo "comprar" cada de vez que hay que cambiar de conducta o estilo de vida. Empecemos a utilizar otros verbos que no impliquen desechar u olvidar lo que ya tenemos.
Partamos por el más simple: USAR. Comencemos a usar con intensidad y alegría lo que ya tenemos en el clóset. Ordenémoslo, inventemos combinaciones con lo disponible, apropiémonos de nuestra ropa, hagámosla realmente nuestra. Desafiemos al espejo.
Si hay algo que no nos convence o está roto y por eso no lo utilizamos entonces sumemos más verbos a la ecuación: REPARAR, RESTAURAR, EMBELLECER, CUSTOMIZAR y PERSONALIZAR pueden ser algunos de ellos. Lo puedes hacer tu mismx mirando un tutorial en Youtube o googleando a posibles redes de reparadorxs como los que ha ido levando la Fundación Reparalab. También puedes solicitar los servicios de creativxs que desde sus cuentas de Instagram están ofreciendo alternativas para darle nueva vida a nuestra ropa o calzado, gracias al uso de técnicas textiles y artísticas.
Otra vía la puedes encontrar en el verbo: REUSAR y/o SUPRARECICLAR, con los que puedes resignificar piezas de tu clóset que ya no te hacen sentido por cambios en tu cuerpo, estilo o gustos, y combinarlas para crear una prenda nueva, con otra historia. Si no te atreves a hacerlo puedes pedir ayuda a alguno de los talentos que son parte del directorio de Suprareciclaje.org.
Ahora bien, para que todas las transformaciones anteriores te duren y esa ropa la puedas usar mucho tiempo, tiene que incorporar el verbo "CUIDAR" y empezar a leer las etiquetas, a comprender que no todo necesitas lavarlo, ni menos con la frecuencia que muchas veces lo haces.
Por otra parte, si mientras ordenabas el clóset te diste cuenta que hay vestuario que no usarás, pero que está impecable, entonces incluye el verbo DONAR, REGALAR y/o INTERCAMBIAR. Puedes hacerlo en tiendas solidarias como las de Coaniquem o María Ayuda, o hacer una swap party o fiesta de intercambio con amigxs. Si por aforo no logras hacerlo físicamente, usa el Zoom o una videollamada por Whatsapp con algún picoteo y alguna cosita para tomar al lado. Aprovecha de contarle a tus amigxs la historia de esa prenda, pruébatela, baile y ríe. Te aseguro que lo pasarás increíble y en el intercambio no sólo tendrás ropa nueva, sino un montón de nuevas historias.
Finalmente, considera que si tu ansiedad por tener no disminuye, no importa que verbo uses, seguirás perpetuando a una industria de la moda que envenena la Tierra y tu cabeza. Por lo mismo, pega en la puerta interna de tu clóset el verbo que guiará tus acciones en adelante y que te obligará a hacerte preguntas antes de simplemente seguir como siempre: REDUCIR.
Te aseguro que si lo tienes como guía no sólo vivirás más livianx porque sabrás aprovechar con intensidad lo que ya tienes, sino también estarás más contentx porque tus preocupaciones y expectativas estarán en otra parte, nunca más en tu clóset.
¿Te animas a cambiar el verbo al vestir? ¿Qué otros verbos sumarías?
Cambiar el verbo al vestir: por ti, por mi, por todxs
El sistema económico en el que vivimos nos ha convencido que el éxito se mide por lo que tenemos, no por lo que somos. Es decir, por las cosas que vamos acumulando y ostentando a nuestro paso. Sin embargo, el planeta nos ha demostrado que ese modo artificial de vincularnos con nuestro entorno, no solo está destruyendo el único lugar que tenemos para vivir (olvídate de Marte, no estarás vivx cuando haya una colonia ahí), sino también nos ha convertido en seres individualistas, competitivos e inseguros.
De hecho, la ropa se ha transformado también en un vehículo de poder y comunicación de ese "éxito" generando una cultura de consumismo impulsivo, que ha tenido consecuencias nefastas no sólo para el medio ambiente, sino también para las personas que son parte de su cadena de valor.
Lo peor de todo, es que por mucha ropa que tengamos, muchxs nos seguimos mirando al espejo con inseguridad e incluso desprecio.
Entonces ¿por qué seguimos en la misma senda? Porque es lo conocido, lo cómodo, lo fácil, lo que el sistema nos dijo que nos haría feliz y calmaría nuestra ansiedad, porque el vestuario se transformó en desechable, igualó su valor a una taza de café en una cadena multinacional.
Pero ¿cómo cambiamos el status quo? ¿qué hacemos para que nuestra vinculación con el vestir deje de ser la de meros consumidorxs y se transforme a una entre ciudadanxs conscientes, responsable y comprometidos?
Simple, dejemos de anteponer el verbo "comprar" cada de vez que hay que cambiar de conducta o estilo de vida. Empecemos a utilizar otros verbos que no impliquen desechar u olvidar lo que ya tenemos.
Partamos por el más simple: USAR. Comencemos a usar con intensidad y alegría lo que ya tenemos en el clóset. Ordenémoslo, inventemos combinaciones con lo disponible, apropiémonos de nuestra ropa, hagámosla realmente nuestra. Desafiemos al espejo.
Si hay algo que no nos convence o está roto y por eso no lo utilizamos entonces sumemos más verbos a la ecuación: REPARAR, RESTAURAR, EMBELLECER, CUSTOMIZAR y PERSONALIZAR pueden ser algunos de ellos. Lo puedes hacer tu mismx mirando un tutorial en Youtube o googleando a posibles redes de reparadorxs como los que ha ido levando la Fundación Reparalab. También puedes solicitar los servicios de creativxs que desde sus cuentas de Instagram están ofreciendo alternativas para darle nueva vida a nuestra ropa o calzado, gracias al uso de técnicas textiles y artísticas.
Otra vía la puedes encontrar en el verbo: REUSAR y/o SUPRARECICLAR, con los que puedes resignificar piezas de tu clóset que ya no te hacen sentido por cambios en tu cuerpo, estilo o gustos, y combinarlas para crear una prenda nueva, con otra historia. Si no te atreves a hacerlo puedes pedir ayuda a alguno de los talentos que son parte del directorio de Suprareciclaje.org.
Ahora bien, para que todas las transformaciones anteriores te duren y esa ropa la puedas usar mucho tiempo, tiene que incorporar el verbo "CUIDAR" y empezar a leer las etiquetas, a comprender que no todo necesitas lavarlo, ni menos con la frecuencia que muchas veces lo haces.
Por otra parte, si mientras ordenabas el clóset te diste cuenta que hay vestuario que no usarás, pero que está impecable, entonces incluye el verbo DONAR, REGALAR y/o INTERCAMBIAR. Puedes hacerlo en tiendas solidarias como las de Coaniquem o María Ayuda, o hacer una swap party o fiesta de intercambio con amigxs. Si por aforo no logras hacerlo físicamente, usa el Zoom o una videollamada por Whatsapp con algún picoteo y alguna cosita para tomar al lado. Aprovecha de contarle a tus amigxs la historia de esa prenda, pruébatela, baile y ríe. Te aseguro que lo pasarás increíble y en el intercambio no sólo tendrás ropa nueva, sino un montón de nuevas historias.
Finalmente, considera que si tu ansiedad por tener no disminuye, no importa que verbo uses, seguirás perpetuando a una industria de la moda que envenena la Tierra y tu cabeza. Por lo mismo, pega en la puerta interna de tu clóset el verbo que guiará tus acciones en adelante y que te obligará a hacerte preguntas antes de simplemente seguir como siempre: REDUCIR.
Te aseguro que si lo tienes como guía no sólo vivirás más livianx porque sabrás aprovechar con intensidad lo que ya tienes, sino también estarás más contentx porque tus preocupaciones y expectativas estarán en otra parte, nunca más en tu clóset.
¿Te animas a cambiar el verbo al vestir? ¿Qué otros verbos sumarías?
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