La deuda de la moda con las mujeres

[8M] Me encantaría decirle que la industria de la moda nos ha escuchado y que se yergue como una defensora de nuestros derechos. Lo cierto es que a pesar de la cuarta ola feminista y la movilización social de los últimos años por la igualdad de género, la moda sigue mirándonos con desdén, invisibilizándonos en toda su cadena de valor y centrando nuestro rol en meras consumidoras, no ciudadanas. Hoy revisaremos la gran deuda de la moda con las mujeres y cómo podrían subsanarla, si toman como norte de acción el ODS 5 Igualdad de género de la Agenda 2030 de Naciones Unidas.

Los datos de la deuda de la moda con las mujeres

Las mujeres hemos contribuido a que la industria de la moda tenga un valor de mercado de 300.000 millones de dólares. De hecho, gastamos un 226 % más que los hombres en ropa, pero seguimos siendo marginadas. Los datos hablan de esa exclusión:

• No tomamos las decisiones: según un estudio del CFDA, Glamour y McKinsey & Company de 2018, solo el 14% de las 50 principales etiquetas de moda están dirigidas por mujeres.
  
  
• Se vulneran nuestros derechos humanos básicos: las mujeres que son parte de la cadena productiva de la moda, es decir, las mujeres que extraen las materias primas como el algodón; las que confeccionan nuestra ropa (el 80% de los trabajadores del sector) e incluso las que trabajan en los centros de distribución luchan aún por sueldos dignos y la sindicalización. Sin contar, que aquellas que hacen nuestra ropa siguen siendo acosadas sexualmente, violentadas y carecen de protección para defender sus derechos. 
  
  
• Seguimos sufriendo violencia simbólica: la moda todavía insiste en "vendernos" un referente de belleza hegemónico imposible, que ha llevado a que pasarelas que eran consideradas como "viento fresco" de la diversidad de los cuerpos -como New York Fashion Week- estén retrocediendo en sus indicadores, y que la delgadez extrema o las "heroin girl" vuelvan a ser "tendencia" sin mayores cuestionamientos. A ello se le agrega, la falta de tallas para todas y la negación -expresada en la falta de representación en campañas y redes sociales- de la existencia de mujeres que les "resultan incómodas" al sistema (las mujeres con discapacidad, las mujeres mayores, las mujeres trans, las mujeres de tallas grandes, las mujeres indígenas, etc).

En definitiva, parecía que avanzábamos, sin embargo la pandemia nos volvió a demostrar que la precariedad y vulnerabilidad que sufrimos, sin importar nuestra posición en la cadena de valor de la moda, se mantiene casi estática. Las marcas han hecho aspavientos de transformaciones, pero la realidad es que la mayoría de ellas solo han hecho genderwashing o lavado de género. 

La Agenda 2030 y sus ODS como faro de esperanza

El panorama no se ve auspicioso, no obstante existen "faros" que podrían conducirnos hacia un mejor futuro y como decía en mi columna en Woman Times, a una nueva narrativa de la moda. Uno de ellos es el que promueve la Agenda 2030 de las Naciones Unidas y particularmente el relacionado a su Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 5 "Igualdad de género", que impulsa la anhelada justicia de género.

Si bien no debería ser el único que tendría que integrarse a esta ecuación dado el carácter transversal e interdependientes de los objetivos, me parece que constituye un muy buen punto de partida no solo para subsanar las brechas, sino también para darnos el rol que merecemos en la industria: el de protagonistas.

Lo anterior, es evidente al revisar sus metas y comprobar que cinco de nueve (las metas 5.1, 5.2, 5.5, 5.a y 5.b) podrían ser integradas dentro de las políticas estratégicas de las marcas de moda para:

• "Poner fin a todas las formas de discriminación" hacia las trabajadoras de la confección
• "Eliminar todas las formas de violencia contra todas las mujeres y las niñas", que en el caso de la moda se expresa de forma física (los abusos que sufren sus trabajadoras más vulnerables) y simbólica (el daño hacia nuestra imagen y autoestima).
• "Asegurar la participación plena y efectiva de las mujeres y la igualdad de oportunidades de liderazgo" para que podemos acceder a los cargos de poder en la moda y comencemos a tomar las decisiones para construir una industria más diversa, justa e inclusiva.
• "Emprender reformas que otorguen a las mujeres igualdad de derechos a los recursos económicos", lo que supone hacerse cargo de pagar salarios dignos, que permitan a las mujeres que trabajan en su cadena productiva (y sus familias) vivir y no solo sobrevivir. Así también salir de la precariedad y vulnerabilidad que experimentan aquellas que trabajan haciendo nuestra ropa desde sus casas.
• "Aprobar y fortalecer políticas acertadas y leyes aplicables para promover la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas a todos los niveles", trabajando de manera colaborativa y en asociación con el Estado, los sindicatos nacionales e internacionales, así también con las organizaciones y movimientos que están velando por mejores condiciones para las mujeres más vulnerables de la cadena de valor de la moda.

Cada una de esas metas traen aparejado un compromiso cimentado en la acción, honestidad y transparencia, que obligan a la transformación del modelo de negocios de la moda, así también a la creación de indicadores que permitan medir y evaluar el avance.

👉 si quieres profundizar en este tema, te recomiendo leer el artículo "Fast Fashion for 2030: Using the Pattern of the Sustainable Development Goals (SDGs) to Cut a More Gender-Just Fashion Sector" de Ramona Vijeyarasa y Mark Liu

El 8M es el mejor momento para alzar la voz y demostrarle a la moda, que nos aburrimos de ser tratadas como objetos y que hoy somos "sujetas" que no cesaremos de exigir el respeto de nuestro derechos hasta que los consigamos. 

Por ti, por mi, por nosotras.