[SOSTENIBILIDAD] Imagínense una habitación con mucha gente y un gran elefante blanco en ella, que a pesar de ser muy grande y vistoso, nadie pareciera ver. Por lo mismo la expresión en inglés "el elefante en la habitación" hace referencia a una verdad evidente, que es ignorada o pasa inadvertida. En el caso de la industria de la moda existen muchos "elefante en su habitación" que son "borrados" de la conversación de los tomadores de decisiones del sector debido a la incomodidad que produce ponerlas sobre la mesa. ¿Algunos ejemplos? Para mí los tres más evidentes son la sobreproducción, el decrecimiento y el uso de combustibles fósiles en toda la cadena productiva, sobre todo los que se transforman en textiles. Pero ¿por qué es importante identificarlos y ponerlos en foco? Hoy lo analizo.
Porque reconocer "los elefantes blancos de la habitación" permite poner el foco en aquellos aspectos que aunque tienen el rango de "tabú" pueden significar riesgos insalvables en el futuro, no solo desde la perspectiva de la cadena de valor (vivimos en un mundo finito en recursos y sometido a un estrés ecosistémico casi inabordable debido a la emergencia climática), sino también de la reputación de quienes son parte de ella (particularmente las marcas).
En el caso de la moda, el gran "elefante blanco" es la sobreproducción, que es la culpable no solo de la cultura del sobreconsumo, sino también del despilfarro de recursos y energía de todo el ciclo de vida de una prenda de vestir, desde que se extrae la materia prima que se convertirá en textil hasta el final de la vida, ya sea incinerada o botada en vertederos ilegales como los del norte de Chile.
No saber cuánta ropa se produce al año impide desarrollar políticas públicas y leyes, que entreguen un marco regulatorio eficiente y adecuado a la envergadura del reto, y promueve que se den continuos "palos de ciego" que terminan creando soluciones en modo maquillaje, sin comprender que el cambio debe ser de paradigma, tanto para las etiquetas como para la ciudadanía-consumidora.
Lo anterior, nos lleva al segundo elefante: el decrecimiento. Si nos "ahogamos" en ropa, ¿es necesario seguir produciendo nuevos productos a la misma velocidad? La respuesta lógica sería "no". Sin embargo, las consecuencias de ese "no" son tan inconmensurables, que en la industria prefieren negar el debate que abrirlo de manera sincera y honesta.
Disminuir la cantidad de prendas que salen al mercado tiene un impacto tan grande en los países del Sur Global que dependen de la exportación textil (hay que recordar que la industria de la moda es intensiva en mano de obra), así también en las fortunas de los principales conglomerados del sector, que pareciera mejor dejar la conversación para cuando no haya manera de rehuirla.
Por último, a pesar del reciente lanzamiento de la campaña para terminar los combustibles fósiles en la moda, el diálogo en torno a este tema -el tercer elefante- siempre concentra en la emisiones asociadas al tipo de energía que se utiliza para producir, intentando desviar la mirada de un aspecto fundamental: la mayor parte de nuestro clóset es de plástico = poliéster = derivado del petróleo = combustible fósil.
Abandonar el poliéster supone cambiar no solo la principal materia prima de la moda (se habla de casi 60%), sino también una matriz de costos que da pie a precios absurdos en la ropa. Además obliga a buscar materiales alternativos de menor impacto, que no siempre están a la mano de todas etiquetas.
En conclusión, desde mi perspectiva los elefantes de moda son las principales piedras de tope que impiden que podamos soñar con una industria más justa con el planeta y las personas. Así también, al invisibilizar estos temas se pierden oportunidades para imaginar, innovar y pensar fuera de la caja, algo extremadamente necesario en momentos que no se puede seguir haciendo las cosas como se venían haciendo.
Si la industria de la moda y sus principales actores no mira de frente a sus elefantes, la posibilidad de que su frágil sistema colapse se tornará tan real, que no habrá tiempo para actuar.
Los desafíos del presente, pero también los del futuro (cada vez más cercano) requieren de una osadía y arrojo mayor a la de cualquier héroe o heroína de acción. La industria de la moda necesita hoy personas valientes que no solo miren los elefantes, sino también los domestiquen, sino la posibilidad de sobrevivir (como industria) será nula. Así de duro.
¿Qué otros elefantes identificas en la habitación de la moda?
Visibilizar los elefante de la habitación de la moda
A pesar de que el sentido común señala que solo visibilizando la realidad con todos sus matices es posible identificar los puntos débiles y, desde ahí, buscar soluciones, en la industria de la moda se han hecho los locos con situaciones que de no ser abordadas ponen en riesgo la sostenibilidad general del sector.Porque reconocer "los elefantes blancos de la habitación" permite poner el foco en aquellos aspectos que aunque tienen el rango de "tabú" pueden significar riesgos insalvables en el futuro, no solo desde la perspectiva de la cadena de valor (vivimos en un mundo finito en recursos y sometido a un estrés ecosistémico casi inabordable debido a la emergencia climática), sino también de la reputación de quienes son parte de ella (particularmente las marcas).
En el caso de la moda, el gran "elefante blanco" es la sobreproducción, que es la culpable no solo de la cultura del sobreconsumo, sino también del despilfarro de recursos y energía de todo el ciclo de vida de una prenda de vestir, desde que se extrae la materia prima que se convertirá en textil hasta el final de la vida, ya sea incinerada o botada en vertederos ilegales como los del norte de Chile.
No saber cuánta ropa se produce al año impide desarrollar políticas públicas y leyes, que entreguen un marco regulatorio eficiente y adecuado a la envergadura del reto, y promueve que se den continuos "palos de ciego" que terminan creando soluciones en modo maquillaje, sin comprender que el cambio debe ser de paradigma, tanto para las etiquetas como para la ciudadanía-consumidora.
Lo anterior, nos lleva al segundo elefante: el decrecimiento. Si nos "ahogamos" en ropa, ¿es necesario seguir produciendo nuevos productos a la misma velocidad? La respuesta lógica sería "no". Sin embargo, las consecuencias de ese "no" son tan inconmensurables, que en la industria prefieren negar el debate que abrirlo de manera sincera y honesta.
Disminuir la cantidad de prendas que salen al mercado tiene un impacto tan grande en los países del Sur Global que dependen de la exportación textil (hay que recordar que la industria de la moda es intensiva en mano de obra), así también en las fortunas de los principales conglomerados del sector, que pareciera mejor dejar la conversación para cuando no haya manera de rehuirla.
Por último, a pesar del reciente lanzamiento de la campaña para terminar los combustibles fósiles en la moda, el diálogo en torno a este tema -el tercer elefante- siempre concentra en la emisiones asociadas al tipo de energía que se utiliza para producir, intentando desviar la mirada de un aspecto fundamental: la mayor parte de nuestro clóset es de plástico = poliéster = derivado del petróleo = combustible fósil.
Imágenes de la campaña We Wear Oil de @sophiakianni lanzada en @voguearabia.
Abandonar el poliéster supone cambiar no solo la principal materia prima de la moda (se habla de casi 60%), sino también una matriz de costos que da pie a precios absurdos en la ropa. Además obliga a buscar materiales alternativos de menor impacto, que no siempre están a la mano de todas etiquetas.
En conclusión, desde mi perspectiva los elefantes de moda son las principales piedras de tope que impiden que podamos soñar con una industria más justa con el planeta y las personas. Así también, al invisibilizar estos temas se pierden oportunidades para imaginar, innovar y pensar fuera de la caja, algo extremadamente necesario en momentos que no se puede seguir haciendo las cosas como se venían haciendo.
Si la industria de la moda y sus principales actores no mira de frente a sus elefantes, la posibilidad de que su frágil sistema colapse se tornará tan real, que no habrá tiempo para actuar.
Los desafíos del presente, pero también los del futuro (cada vez más cercano) requieren de una osadía y arrojo mayor a la de cualquier héroe o heroína de acción. La industria de la moda necesita hoy personas valientes que no solo miren los elefantes, sino también los domestiquen, sino la posibilidad de sobrevivir (como industria) será nula. Así de duro.
¿Qué otros elefantes identificas en la habitación de la moda?
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