Moda latinoaméricana: entre el pudor y el poder de ser vistos

[MODA LATINA] Viajar por Latinoamérica es un placer para los sentidos, una prueba empírica de que tenemos todo (y más) para crear, desde nuestro paisajes bioculturales, humanos, estéticos, etc, referentes propios de moda, que pueden salir y triunfar en el mundo. Pero ¿qué nos detiene? ¿Por qué vestir desde América Latina se mira con la vista nublada (e incluso estereotipada) y el volumen bajo?. Hoy lo analizo.

De la timidez al impacto: el futuro de la moda latinoamericana

Estuve casi un mes recorriendo la zona histórica de México, lo que me permitió maravillarme con los colores, texturas e historias que fui encontrando en las ciudades y pueblos que visité. Esa sobreexposición de estímulos, me hizo pensar en la moda mexicana en particular, pero también en la moda latina en general y preguntarme por qué no somos potencia a nivel de industria, no solo desde la maquila, sino también desde lo creativo y nuestras múltiples estéticas.

Porque una cosa es indiscutible, lo tenemos todo (y más) para triunfar: materias primas propias, oficios tradicionales y ancestrales, talento tanto en lo conceptual como lo práctico, paisajes diversos y ricos en todos los planos, relatos pasados y presentes que constituyen futuro, junto un largo etc.

Sin embargo, nuestra moda no suena, "no se le aparece" al mainstream de la industria, camina en un silencio incómodo, cuando podría ser escuchada con entusiasmo, porque en esta región del mundo todavía tenemos espacios "vírgenes" y "frescos" de donde buscar inspiración, ser diferentes.

Pero no nos vemos, no de la manera que creo que deberíamos.

En ese sentido, mi primera impresión es que tenemos un "pudor profundo" hacia quienes somos, nuestras raíces, nuestras historias imperfectas e inestables, que coquetean permanentemente con la catástrofe y la precariedad. Ese "pudor" nos lleva a sentir una especie de nostalgia tipo "síndrome de Estocolmo" por el colonizador, ese ser del Norte Global que se ve "más inteligente, astuto y creativo". Porque sí, ese ser foráneo funciona en clave masculina imponiendo, hablando fuerte, dando cátedras. Mientras en América Latina, hablamos originalmente en código femenino, desde la naturaleza, sus ritmos fluctuantes, su biodiversidad ecosistémica en la que nada y nadie sobra.

Ese "pudor" nos nubla el juicio, nos hace ver pequeños, a minimizar nuestras ventajas competitivas y a ver las carencias por sobre la abundancia. Este aspecto se refleja luego en la falta de políticas de Estado, de infraestructura empresarial, de innovación e inversión.

Al mismo tiempo, ese "pudor" también contagia a la ciudadanía-consumidora local, que sueña con pieles blancas, ojos y pelos claros, así como todo lo que representa ese "éxito heredado", que nos dijeron que es el deber ser y que se refleja en nuestras formas y modos de vestir. Porque queremos mimetizarnos ante el norte, no lucir orgullosos nuestro(s) sur(es).



No obstante, la buena noticia es que en épocas de Inteligencia Artificial (IA), sobreinformación y microtendencias, el "pudor" está dando paso a una curiosidad tímida por mirarnos realmente en el espejo y querer reflejar el hermoso paisaje que nos rodea.

Ello está motivando no solo a propuestas jugadas desde lo latino(s), sino también a nuevas narrativas, donde el amor, la empatía y el desarrollo sostenible son las bases en las que Latinoamérica propone una nueva estética para la moda, una nueva manera de vestir y sentir la ropa.

Pero para lograr ser vistos es necesario la colaboración de los diferentes actores (público, privado, academia y ciudadanía), así como su voluntad política y material para crear un relato conjunto con un hilo conductor -pero lleno de matices. que permita poner los focos que nos harán brillar en la arena internacional, ser relevantes, pero sobre todo ofrecer un viento fresco a una industria que se mueve en un loop infinito, donde solo se escuchan las mismas voces de siempre.

¿Estamos dispuestos a abrazar este desafío colectivo?

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