[ROPA USADA] Bolivia desde junio de 2006, a través del Decreto Supremo 28761, prohibió la importación de ropa usada. Sin embargo, a 16 años de la puesta en vigencia de esa normativa, sus resultados distan mucho de lo esperado: en 2021 ingresaron al menos 6.000 toneladas de prendas de vestir de contrabando en el país provocando el cierre de más de 110.000 empresas y emprendimientos. Lamentablemente Chile es uno de los cómplices de esta debacle. Pero ¿por qué la ropa usada está matando la industria de la moda boliviana? Hoy te doy algunas de las razones.
En junio de 2021, Franklin Zepeda de Ecofibra, nos contaba el lado b de la ropa usada que llega a Chile y que ha convertido a la comuna de Alto Hospicio en una zona de sacrificio. En ese contexto, enunciaba que parte de los fardos que pisan suelo nacional se envían como contrabando a Bolivia, donde la importación de ropa usada está prohibida. De hecho, una nota del diario Los Tiempos afirmaba que el 92 por ciento de las importaciones de indumentaria no registradas ingresaban por el espacio fronterizo de nuestro país.
Esta situación ha llevado a que el mercado boliviano se inunde de ropa a muy bajos precios, que compite de manera desleal con la industria local, que no puede lograr los costos a los que se vende el contrabando.
Para que se hagan una idea, en la ropa usada boliviana puedes encontrar prendas por casi $600 chilenos ($5 bolivianos), así también una chaqueta que en el mercado local constaría $23.500 app ($200 bolivianos) por $9.300 app ($80 bolivianos). Es decir, a menos de la mitad del valor real.
Pero ¿por qué ocurre esta situación si existe una legislación que prometía proteger la manufactura textil boliviana? Porque aunque el Decreto Supremo 28761 aseguraba que se reconvertiría a los importadores de ropa usada, en la práctica no hay ningún incentivo para abandonar esta actividad. Ello debido a la crisis económica que arrastra al país por años (obligando a muchas personas al trabajo informal como el de venta de este contrabando), y a una falta de fiscalización adecuada para abandonar este lucrativo negocio cuya facturación supera los 60 millones de dólares anuales.

Además la ropa no paga impuestos por venta, ni por internación, logrando un valor que lleva a que las personas la prefieran por sobre la confeccionada con mano de obra local.
Toda esta situación ha llevado a que no solo las empresas manufactureras de indumentaria cierren, sino también las textiles, provocando la destrucción de esta industria. A esto se suma la destrucción del empleo formal, ya que al ser industria intensivas en mano de obra, ha llegado a ser responsables del 16% del empleo de la población en el área urbana. Según la monografía de Norma Alcon y Freddy Espejo, sólo en La Paz hay más de 12 mil empresas o familias que se dedican a textiles y manufactura.
Si bien la Aduana Nacional boliviana ha prometido incrementar la fiscalización, el futuro no se ve auspicioso.
¿Conocías esta situación? ¿Qué lecciones crees que podemos sacar de esta experiencia?
La ropa usada que destruye la moda local boliviana
En junio de 2021, Franklin Zepeda de Ecofibra, nos contaba el lado b de la ropa usada que llega a Chile y que ha convertido a la comuna de Alto Hospicio en una zona de sacrificio. En ese contexto, enunciaba que parte de los fardos que pisan suelo nacional se envían como contrabando a Bolivia, donde la importación de ropa usada está prohibida. De hecho, una nota del diario Los Tiempos afirmaba que el 92 por ciento de las importaciones de indumentaria no registradas ingresaban por el espacio fronterizo de nuestro país.
Esta situación ha llevado a que el mercado boliviano se inunde de ropa a muy bajos precios, que compite de manera desleal con la industria local, que no puede lograr los costos a los que se vende el contrabando.
Para que se hagan una idea, en la ropa usada boliviana puedes encontrar prendas por casi $600 chilenos ($5 bolivianos), así también una chaqueta que en el mercado local constaría $23.500 app ($200 bolivianos) por $9.300 app ($80 bolivianos). Es decir, a menos de la mitad del valor real.
Pero ¿por qué ocurre esta situación si existe una legislación que prometía proteger la manufactura textil boliviana? Porque aunque el Decreto Supremo 28761 aseguraba que se reconvertiría a los importadores de ropa usada, en la práctica no hay ningún incentivo para abandonar esta actividad. Ello debido a la crisis económica que arrastra al país por años (obligando a muchas personas al trabajo informal como el de venta de este contrabando), y a una falta de fiscalización adecuada para abandonar este lucrativo negocio cuya facturación supera los 60 millones de dólares anuales.
Además la ropa no paga impuestos por venta, ni por internación, logrando un valor que lleva a que las personas la prefieran por sobre la confeccionada con mano de obra local.
Toda esta situación ha llevado a que no solo las empresas manufactureras de indumentaria cierren, sino también las textiles, provocando la destrucción de esta industria. A esto se suma la destrucción del empleo formal, ya que al ser industria intensivas en mano de obra, ha llegado a ser responsables del 16% del empleo de la población en el área urbana. Según la monografía de Norma Alcon y Freddy Espejo, sólo en La Paz hay más de 12 mil empresas o familias que se dedican a textiles y manufactura.
Si bien la Aduana Nacional boliviana ha prometido incrementar la fiscalización, el futuro no se ve auspicioso.
¿Conocías esta situación? ¿Qué lecciones crees que podemos sacar de esta experiencia?
(Foto: Wikimedia - Mercado 16 de julio en la ciudad de El Alto, Bolivia)
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