[ESPECIAL 8M] ¿Sabemos dónde están presentes las mujeres en la cadena de valor de la moda? Probablemente muchxs de ustedes lo intuyan, pero no sepan del todo la respuesta. Por lo mismo y aprovechando la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, durante esta semana en QT, revisaremos el rol de las mujeres en la moda, así también los tremendos desafíos en torno a la igualdad de derechos, que todavía están presentes. Partiremos hoy con las mujeres en la extracción de materias primas, particularmente con aquellas que participan de la agricultura del algodón, que es la fibra natural más usada por la moda.
La iniciativa Better Cotton o Mejor Algodón lleva años trabajando por una industria del algodón más limpia y digna para quienes participan en ella. En esa línea, la igualdad de género se transforma en un eje fundamental, ya que si bien muchas mujeres asumen funciones esenciales y exigentes como sembrar, desyerbar, aplicar fertilizantes y recolectar, su labor tiende a ser invisibilizada y no reconocida, lo que contribuye a la discriminación y los abusos.
Asimismo, impide su representación en la toma de decisiones y la posibilidad de acceder, desde la negociación colectiva, a mejores salarios y condiciones más seguras de trabajo (Ej: no estar expuestas a químicos nocivos para su salud).
Mejorar las condiciones de las mujeres del algodón no solo es beneficioso para ellas, sino para el sector en general. Así lo cree también Better Cotton que cita un estudio realizado en Maharashtra, India en 2018-2019 en que se mencionaba que "solo el 33% de las mujeres cultivadoras de algodón encuestadas habían recibido capacitación en los últimos dos años. Sin embargo, cuando se les brindó capacitación, hubo un aumento del 30 al 40% en la adopción de mejores prácticas agrícolas".
Por otra parte, las mujeres no solo trabajan alrededor de 6 horas en los cultivos, sino también viven una doble jornada asociada al trabajo doméstico que deben realizar al volver a sus hogares, lo que supone jornadas extenuantes de muy poco descanso.
Además muchas niñas (y niños), fruto de la presión de sus familias, terminan trabajando en las plantaciones de algodón abandonando sus estudios y, por ende, la posibilidades de optar a un mejor futuro.
🔊Todo lo anterior obliga a desarrollar estrategias que incluyan el enfoque de género como la única vía para comprender los dificultades y desafíos que enfrentan las mujeres del algodón como resultado de factores culturales y sociales, donde el patriarcado se transforma en el principal obstáculo para el cambio.
En 2018, la Organización Internacional del Trabajo (ILO por sus siglas en inglés) lanzó la iniciativa "Promoción de los principios y derechos fundamentales en el trabajo en la cadena de suministro del algodón" apoyada por Inditex como una manera de proteger los derechos de lxs trabajadorxs que laboran en la extracción de las materias primas.
No obstante, este esfuerzo solo constituye un mínimo paso para un problema estructural que nace, como dice Maxine Bedat en su libro Unraveled, de la historia de esta fibra natural, cuyo éxito para sus propietarios, financistas y clientes se debió a la manera como comenzaron a explotarla: la exclavitud (situación que hoy también es denunciada por la prensa y ONGs).
"Las plantaciones de algodón estadounidenses también establecieron las primeras formas de gestión formal del lugar de trabajo, con consecuencias inquietantes para los trabajadores modernos", afirma.
Pero a pesar del poco auspicioso escenario descrito, en distintos puntos del globo, las mujeres están liderando las buenas prácticas en torno al cultivo del algodón orgánico, así también lo relativo a la agricultura regenerativa.
De hecho, su importancia es fundamental en países como India donde constituyen el 75% de la mano de obra del sector agrícola, por lo que sus acciones pueden permear el sistema completo y aportar al cambio social y a la resiliencia climática.
Según el Institute for Sustainable Communities, "las mujeres también hacen contribuciones significativas a la producción agrícola, la seguridad alimentaria y la nutrición, la gestión de la tierra y los recursos naturales". Además, de ser la responsables de recolectar y administrar el agua, lo que les supone en zonas rurales pasar de 3 a 4 horas en esa tarea.
En esa línea, esa organización ha estado capacitando a las agricultoras rurales para crear conciencia sobre mejores prácticas agronómicas ligadas, por ejemplo, al uso de fertilizantes y pesticidas orgánicos junto con la gestión del agua tanto en los cultivos del algodón como sus aldeas.
Todo ello demuestra que empoderar a las agricultoras es puro beneficio neto, tanto para ellas, su entorno (familiar, comunitario y ambiental) y la productividad del sector.
Las mujeres de la agricultura del algodón
La iniciativa Better Cotton o Mejor Algodón lleva años trabajando por una industria del algodón más limpia y digna para quienes participan en ella. En esa línea, la igualdad de género se transforma en un eje fundamental, ya que si bien muchas mujeres asumen funciones esenciales y exigentes como sembrar, desyerbar, aplicar fertilizantes y recolectar, su labor tiende a ser invisibilizada y no reconocida, lo que contribuye a la discriminación y los abusos.
Asimismo, impide su representación en la toma de decisiones y la posibilidad de acceder, desde la negociación colectiva, a mejores salarios y condiciones más seguras de trabajo (Ej: no estar expuestas a químicos nocivos para su salud).
Mejorar las condiciones de las mujeres del algodón no solo es beneficioso para ellas, sino para el sector en general. Así lo cree también Better Cotton que cita un estudio realizado en Maharashtra, India en 2018-2019 en que se mencionaba que "solo el 33% de las mujeres cultivadoras de algodón encuestadas habían recibido capacitación en los últimos dos años. Sin embargo, cuando se les brindó capacitación, hubo un aumento del 30 al 40% en la adopción de mejores prácticas agrícolas".
Por otra parte, las mujeres no solo trabajan alrededor de 6 horas en los cultivos, sino también viven una doble jornada asociada al trabajo doméstico que deben realizar al volver a sus hogares, lo que supone jornadas extenuantes de muy poco descanso.
Además muchas niñas (y niños), fruto de la presión de sus familias, terminan trabajando en las plantaciones de algodón abandonando sus estudios y, por ende, la posibilidades de optar a un mejor futuro.
🔊Todo lo anterior obliga a desarrollar estrategias que incluyan el enfoque de género como la única vía para comprender los dificultades y desafíos que enfrentan las mujeres del algodón como resultado de factores culturales y sociales, donde el patriarcado se transforma en el principal obstáculo para el cambio.
En 2018, la Organización Internacional del Trabajo (ILO por sus siglas en inglés) lanzó la iniciativa "Promoción de los principios y derechos fundamentales en el trabajo en la cadena de suministro del algodón" apoyada por Inditex como una manera de proteger los derechos de lxs trabajadorxs que laboran en la extracción de las materias primas.
No obstante, este esfuerzo solo constituye un mínimo paso para un problema estructural que nace, como dice Maxine Bedat en su libro Unraveled, de la historia de esta fibra natural, cuyo éxito para sus propietarios, financistas y clientes se debió a la manera como comenzaron a explotarla: la exclavitud (situación que hoy también es denunciada por la prensa y ONGs).
"Las plantaciones de algodón estadounidenses también establecieron las primeras formas de gestión formal del lugar de trabajo, con consecuencias inquietantes para los trabajadores modernos", afirma.
Las mujeres por un algodón más sostenible
Pero a pesar del poco auspicioso escenario descrito, en distintos puntos del globo, las mujeres están liderando las buenas prácticas en torno al cultivo del algodón orgánico, así también lo relativo a la agricultura regenerativa.
De hecho, su importancia es fundamental en países como India donde constituyen el 75% de la mano de obra del sector agrícola, por lo que sus acciones pueden permear el sistema completo y aportar al cambio social y a la resiliencia climática.
Según el Institute for Sustainable Communities, "las mujeres también hacen contribuciones significativas a la producción agrícola, la seguridad alimentaria y la nutrición, la gestión de la tierra y los recursos naturales". Además, de ser la responsables de recolectar y administrar el agua, lo que les supone en zonas rurales pasar de 3 a 4 horas en esa tarea.
En esa línea, esa organización ha estado capacitando a las agricultoras rurales para crear conciencia sobre mejores prácticas agronómicas ligadas, por ejemplo, al uso de fertilizantes y pesticidas orgánicos junto con la gestión del agua tanto en los cultivos del algodón como sus aldeas.
Todo ello demuestra que empoderar a las agricultoras es puro beneficio neto, tanto para ellas, su entorno (familiar, comunitario y ambiental) y la productividad del sector.
¿Conocías la realidad de las mujeres del algodón?
(Foto principal gentileza de Institute for Sustainable Communities)
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