[ESPECIAL 8M] Cada vez que compramos una prenda damos por sentado que nos llegará a destino, sin pensar quienes están detrás de ese proceso. Tras leer el libro Unraveled de Maxine Bedat y seguir las consecuencias de la pandemia en la industria de la moda, me quedó clarísimo que las personas, pero sobre todo las mujeres que integran los centros de distribución como los de Amazon están en una posición de vulnerabilidad que ni siquiera sospechamos y que hoy es importante visibilizar. Te invito a conocer los desafíos que enfrentan y cómo podemos ayudarlas a resolverlos en medio del auge del comercio electrónico.
La precariedad del trabajo de la mujeres que son parte de los centros de distribución de Amazon es inquietante. No solo porque tienen salarios que rozan con suerte el sueldo mínimo y cumplen jornadas maratónicas (10 caminando por bodegas del tamaño de 14 campos de fútbol americano), cuyos turnos no consideran la condición de madre (parten antes que lxs niñxs pueden acceder a instituciones de cuidado), sino también porque su labor mecánica y veloz las enajena obligándola una concentración que no admite errores (un error = atraso = menos ventas).
En el libro Unraveled me sorprendió un comentario que hizo una trabajadora de un centro de distribución en EE.UU. que señalaba que se sentía como una máquina, que es la misma sensación que describían las trabajadoras de la confección de Bangladesh entrevistadas en el texto. ¿La diferencia? Una vive en un país llamado del "primer mundo" y las segundas del "tercer mundo".
El problema de este tipo de "metodologías" es que transforman la economía y ponen la vara del éxito en la enajenación y el abuso, donde el único beneficiado es el dueño del negocio (Bedat afirma que "un trabajador de Amazon que labora a tiempo completo por 15 dólares la hora tendría que trabajar durante más de cuatro millones de años para ganar lo mismo que su jefe (Jeff Bezos)").
Frente a esta realidad las trabajadoras no tienen mucho margen de reclamo, porque la sindicalización es casi una utopía, por lo tanto, quien intenta defender sus derechos es "invitado a irse".
De hecho, la BBC estrenó una serie de ficción llamada "Life and Death in the Warehouse", que narra la cruda realidad de los centros de distribución de Reino y Unido y el mundo, donde el abuso es la regla. La que es fácilmente contrastada con reportajes como el publicado por New York Times en octubre de 2021, en el que se constata que Amazon descuidaba las necesidades de los trabajadorxs en favor de la entrega rápida de los productos. Además de describían como lxs trabajadorxs son vigilados a través de sistemas de seguimiento que miden su "productividad".
Si bien algunas organizaciones sindicales están poniendo el foco en este problema y haciendo un llamado a los gobierno a que hagan más estricta la legislación laboral de este tipo de trabajadorxs y se de libertad sindical sin excusas (les recomiendo el video que les comparto abajo de la heroína en esa batalla⤵), desde la vereda de la ciudadanía también podemos alzar la voz.
El primer paso es comenzar a preguntarnos por la situación laboral de las mujeres que están en los centros de distribución de las marcas que compramos online y exigir que cumplan con los derechos laborales más allá del piso mínimo (que siempre es muy mínimo). Si no lo hacen o no dan pruebas reales de que lo están haciendo DEJA DE COMPRAR AHÍ.
Las redes sociales pueden ser un canal para denunciar -pay up fashion es un buen ejemplo- y una manera de hacer eco a los abusos y no dejar que pasen desapercibidos, porque la mala prensa para estas empresas es nefasta y si las ventas se contraen, su voluntad de negociación se amplía.
En esta línea, nuevamente el enfoque de género puede ser un camino para que tanto la industria como los gobiernos sepan encausar la solución a esta "esclavitud moderna".
¿Conocías esta realidad? ¿Qué te provoca darte cuenta que existe?
Las mujeres que distribuyen tu ropa
La precariedad del trabajo de la mujeres que son parte de los centros de distribución de Amazon es inquietante. No solo porque tienen salarios que rozan con suerte el sueldo mínimo y cumplen jornadas maratónicas (10 caminando por bodegas del tamaño de 14 campos de fútbol americano), cuyos turnos no consideran la condición de madre (parten antes que lxs niñxs pueden acceder a instituciones de cuidado), sino también porque su labor mecánica y veloz las enajena obligándola una concentración que no admite errores (un error = atraso = menos ventas).
En el libro Unraveled me sorprendió un comentario que hizo una trabajadora de un centro de distribución en EE.UU. que señalaba que se sentía como una máquina, que es la misma sensación que describían las trabajadoras de la confección de Bangladesh entrevistadas en el texto. ¿La diferencia? Una vive en un país llamado del "primer mundo" y las segundas del "tercer mundo".
El problema de este tipo de "metodologías" es que transforman la economía y ponen la vara del éxito en la enajenación y el abuso, donde el único beneficiado es el dueño del negocio (Bedat afirma que "un trabajador de Amazon que labora a tiempo completo por 15 dólares la hora tendría que trabajar durante más de cuatro millones de años para ganar lo mismo que su jefe (Jeff Bezos)").
Frente a esta realidad las trabajadoras no tienen mucho margen de reclamo, porque la sindicalización es casi una utopía, por lo tanto, quien intenta defender sus derechos es "invitado a irse".
De hecho, la BBC estrenó una serie de ficción llamada "Life and Death in the Warehouse", que narra la cruda realidad de los centros de distribución de Reino y Unido y el mundo, donde el abuso es la regla. La que es fácilmente contrastada con reportajes como el publicado por New York Times en octubre de 2021, en el que se constata que Amazon descuidaba las necesidades de los trabajadorxs en favor de la entrega rápida de los productos. Además de describían como lxs trabajadorxs son vigilados a través de sistemas de seguimiento que miden su "productividad".
👀 Te recomiendo ver el reportaje de CNBC sobre las trabajadoras de Amazon de "la última milla", donde verás otro aspecto adicional de las mujeres que distribuyen tu ropa.
La movilización por las mujeres que distribuyen tu ropa
Si bien algunas organizaciones sindicales están poniendo el foco en este problema y haciendo un llamado a los gobierno a que hagan más estricta la legislación laboral de este tipo de trabajadorxs y se de libertad sindical sin excusas (les recomiendo el video que les comparto abajo de la heroína en esa batalla⤵), desde la vereda de la ciudadanía también podemos alzar la voz.
El primer paso es comenzar a preguntarnos por la situación laboral de las mujeres que están en los centros de distribución de las marcas que compramos online y exigir que cumplan con los derechos laborales más allá del piso mínimo (que siempre es muy mínimo). Si no lo hacen o no dan pruebas reales de que lo están haciendo DEJA DE COMPRAR AHÍ.
Las redes sociales pueden ser un canal para denunciar -pay up fashion es un buen ejemplo- y una manera de hacer eco a los abusos y no dejar que pasen desapercibidos, porque la mala prensa para estas empresas es nefasta y si las ventas se contraen, su voluntad de negociación se amplía.
En esta línea, nuevamente el enfoque de género puede ser un camino para que tanto la industria como los gobiernos sepan encausar la solución a esta "esclavitud moderna".
¿Conocías esta realidad? ¿Qué te provoca darte cuenta que existe?
(Foto principal por Tima Miroshnichenko)
COMMENTS