Un preámbulo para la Acción climática desde el vestir
Nuestros actos cotidianos ayudan a engrosar la capa de gases de efecto invernadero. De hecho, cada 24 horas arrojamos a la delgada capa de nuestra atmósfera 162 millones de toneladas de contaminación global -tal como nos dijo el ex presidente Al Gore, en el entrenamiento de The Climate Reality Project-, "como si fuera una cloaca a cielo abierto, lo que provoca el calentamiento global".
Ok, me dirán: "pero no toda la responsabilidad está en las personas, sino también en las empresas y los gobiernos displicentes". Sí, tienen toda la razón, pero mirando la "paja en el ojo ajeno" no resolvemos absolutamente nada. Sin duda, hay que generar marcos normativos y políticas públicas que le pongan "le cascabela al gato", pero para lograr aquello, primero tenemos que convencernos como ciudadanía, que las transformaciones culturales y de paradigma económico deben hacerse hoy, desde el cotidiano, para presionar a través de la movilización social a los poderosxs.
Léanme bien y sin segundas lecturas. Tenemos que ponernos las pilas y asumir que las responsabilidad individuales fuerzan a la responsabilidad colectiva. Porque la emergencia climática requiere esfuerzos grupales y asociativos, y para conseguir esa añorada confianza para avanzar, se necesita que tú, yo, nosotrxs nos creamos el cuento y entendamos, que cada persona desde su cotidianidad pueda hacer la diferencia.
Ahora ¿por qué partir con el vestir? Porque nadie, por ley, puede salir desnudx a la calle, por lo tanto, aunque digas que no te importa, siempre tendrás que vestirte, te interese la moda o no. En ese sentido, vestir dejó hace mucho de ser un acto inocente, es un acto político y ciudadanx, que nos demanda deberes, que no tienen que ver con "comprar", sino con preguntarse, reflexionar y actuar abriendo el clóset y mirando conscientemente lo que se tiene.
¿Estás preparadx? Partamos...
La Acción climática desde la cotidianidad del vestir
La acción climática ligada a tu vestir que realizarás hoy es abrir tu clóset y ordenarlos para saber qué tienes. No sólo en términos de determinar qué ropa posees y tenías hibernando, sino también para que te empiece a picar el bicho de la curiosidad.
Para ello tomarás un lápiz y papel como en la antigua usanza -también puede ser el bloc de notas del celu o un excel, si te pone nerviosx mi espíritu vintage- y harás un cuadro simple con las siguientes categorías: tipo de prenda (pantalón, polerón, chaqueta, etc), temporada de uso (invierno, verano, todas), materialidad (algodón, poliester, tencel, etc), frecuencia de uso (diario, semanal, mensual, en ocasiones especiales, etc) y frecuencia de lavado (semanal, mensual, una vez al semestre, etc).
¿Para qué te servirá este ejercicio? Primero, el tipo de prenda te ayudará a saber cuánto ropa tienes y de qué tipología es, lo que te permitirá romper el mito de "que no tienes nada que ponerte", además de identificar si tu clóset está "balanceado". Recuerda la medida que nos dio Mari Pattaro de 5 partes de arriba (poleras, blusas o similares) por 1 de abajo (pantalones, jeans, faldas, vestidos ya que pueden usarse como "enteros" o faldas). Al cuantificar la dimensión de tu clóset podrás empezar a generar tenidas, buscar nuevos usos y también sacar a flote prendas que quizás ya ni te acordabas que estaban ahí.
Segundo, la temporada y frecuencia uso. Con ese dato notarás si vistes intensiva y eficientemente tu ropa, cuántos veces a la semana, al mes o al año. Seguramente habrán prendas que uses mucho versus otras que con suerte han pasado el "estreno". Pregúntate el por qué de ello y piensa en verbos como: reparar, personalizar, embellecer, reusar, suprareciclar u otros para que puedas darle más uso. Si crees que no lo harás, considera intercambiarlas, donarlas o venderlas como ropa de segunda mano. Si la intercambias, piensa en vestuario que realmente puede tener una alta frecuencia de uso y combine con lo que ya tienes. La idea es maximizar y no acumular.
Tercero, materialidad y frecuencia de lavado. Saber de qué fibras o tipos de tela está hecha tu ropa no solo te ayudará a mejorar su cuidado y por ende su frecuencia de lavado, sino también dimensionarás la cantidad de recursos -ambientales y humanos- que se requirieron para que pudieras vestirla, y por ende su huella ambiental y social. Considera lo que te hemos comentado sobre las telas más sostenibles y sus tiempos de biodegradación para que reflexiones sobre el valor de tu clóset en términos medio ambientales, sociales y económicos. Así verás el "oro" que posees y ni te das cuenta y analices el gasto o inversión que has hecho en vestirte. Aunque no te importe la moda, ahí hay recursos que no puedes ignorar, porque te costaron esfuerzo y también dejaste de hacer algo -en economía le llaman "el costo de oportunidad"- para poder comprarlos.
En resumen este ejercicio te abrirá nuevas perspectivas y te permitirá cambiar el verbo al momento de vestir, lo que no solo beneficiará al planeta, sino también a tu presupuesto familiar.
Si realizas este ejercicio una vez al semestre o al año, podrás notar cómo ha ido evolucionando tu relación con tu clóset, así también tendrás más nociones sobre tu huella ambiental al vestir. De hecho, te recomiendo la calculadora de huella de carbono de la plataforma de ropa de segunda mano, ThredUP, que puede ser un gran complemento en este proceso, ya que te dará números concretos y por ende, nuevos cuestionamientos que te llevarán inevitablemente a la acción.
🔇En las redes sociales de QT, puedes contarnos si hiciste el ejercicio y cuáles fueron tus conclusiones de ello. Etiquétanos con el #cambiéelverboalvestir para que podamos apoyarte en este recorrido y corramos la voz para que más personas se unan a esta cruzada. No estás solx! Estamos contigo en esta aventura.
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